miércoles, 30 de diciembre de 2009

Mi vida [Tercera parte y final.]

Ya esta. Subido. Ya no hay vuelta atrás. ¿Qué puedo decir de este final? Pues no se ni me gusta ni me disgusta. Aunque se que lo podría haber hecho bastante mejor. De ahora en adelante procurare tener bien pensada la historia, inicio, nudo y desenlace porque sino destrozo los fics.

Hay partes que se que tendrían que estar mas extensas pero por otro lado pienso... es algo que se puede hacer pesado... así que lo dejo así.


He intentado ligar cabos como he podido...


Y bueno sobre los acentos... se me escapan mas de la cuenta porque tengo el virus del doble acento y no deja hacerlos. T.T




Sin nada mas a decir. Aquí tenéis el desenlace de esta historia.








Esas fueron las primeras Navidades en que las cuales Gerard no las pasaba en casa. Les dijo que le habían invitado a una fiesta los del trabajo. Sabía que su padre se alegraría, “La primera comida de trabajo de mi hijo.” Esas fueron sus palabras. Por supuesto que accedió sin enfadarse ni le impuso ningún impedimento en ir. En cambio su madre no dijo nada, pero Gerard sabía que se había disgustado, para ella eso era como perder a uno mas de la familia, porque así fue como su marido empezó a distanciarse de ella, de todos. Pero en realidad las paso con Marc, en su piso. No celebraron las navidades, solo se pasaron el día sentados en el sofá o tirados en la cama mirándose, abrazándose, dándose sutiles besos...


Absolutamente nadie excepto ellos dos sabía de la existencia de la relación que hacía tan poco que habían empezado.


Gerard se veía incapaz de decírselo a nadie. Después de todo lo que había pasado para llegar donde estaba no quería volver a sufrir y sabía que esa vez la respuesta no sería tan positiva y buena como la que había obtenido esa primera vez.




Estaban tirados en la estrecha cama del mayor. Eran casi finales de año. Hacía frío con lo tal estaban tapados con una manta.


-Pasaras la noche de fin de año conmigo. ¿No?-


Preguntó Marc mientras acariciaba el pelo rubio de su novio. Para los dos se había convertido en una verdadera adicción.


-Eso intentaré. -Le contestó con los ojos cerrados, disfrutando de esa caricia.


El ojiverde besó su pelo. Al contacto el menor se puso boca arriba. Marc sabía muy bien que quería decir eso. Gerard era demasiado tímido para pedir un beso directamente.


-Me gustaría que alguna vez me piedras lo que quieres.-


Besó sus labios.


El rubio solo bufó un poco y volvió a su posición inicial. Marc se las apaño para acceder debajo de su camiseta y poder acariciar la piel de su abdomen.


Gerard solo cambio el ritmo de su respiración volviéndola mas constante y entrecortada.


-Para de hacer...eso.... -Rogó el rubio moviéndose un poco para que el contacto fuera mas leve.


-Pero si te encanta. -Le dijo el mayor en un susurro en su oreja.


-No bajes más... -Se retorició- Ah..ah...-


Y así cayeron otra vez en las garras del placer. El deseo era demasiado grande como para poder aguantarse. El rubio no hubiera hecho nada pero ante las caricias del moreno era imposible poder resistirse.


Se quedaron dormidos. Marc abrazando la espalda de Gerard y este cogiendo sus manos. Cuando el menor despertó y miró el reloj de la mesita se percato de que era muy tarde. Era sábado pero igualmente esa hora era demasiada adentrada en la noche para estar fuera de casa y mas sin que sus padres supieran exactamente donde estaba su hijo.


-Marc...despiértate. -Dijo ya levantado poniéndose los pantalones.


El mayor daba vueltas en la cama, al parecer no tenía muchas ganas de salir y que el aire frío de la habitación le rozara la piel que en esos momentos estaba cubierta por mantas.


Gerard lo destapo dejándolo desnudo encima de la cama.


El mayor sin alterarse mucho solo se levanto y empezó a vestirse.


Se encontraban ya en la calle.


-Tranquilo no hace falta que corras tanto ya no viene de 5 minutos. -Dijo el ojiverde parándose un momento.


-Pero... -También se paró.


-Pero nada. Ya eres lo suficientemente mayor para ir y hacer lo que te de la gana. No todo es la felicidad de los que te rodean. Lo mas importante es la tuya propia.-


Se acerco a él y lo abrazo posesivamente. Gerard le correspondió.


-Puede que tengas razón.-


De repente unas risas provenientes de un callejón rompieron la escena. Instintivamente miraron hacia allí. Gerard intentó separarse pero Marc se lo impedía abrazándolo con fuerza contra su pecho. Solo de escuchar el tono de esas bocas podía deducir que nada bueno estaba apunto de pasar.


-Vaya,vaya que tenemos aquí...-


Un chico rapado salió de entre las sombras de ese estrecho lugar. Y al cabo de unos segundos de detrás suyo tres chicos mas. Exactamente dos chicos y una chica. La chica iba cogía del brazo de uno de ellos.


Enroscadas en sus brazos llevaban cadenas y en sus manos barrotes de hierro.


Las risas se volvieron caras de asco.


-Vayámonos. -Dijo Marc empujándolo.


-Marta... -El menor hizo fuerza para no ser movido por el moreno.- ¿Qué haces estas horas aquí y con.. con...estos?


Rodeando el musculoso brazo de uno de esos homófobos se encontraba la hermana menor de Gerard.


-¿Y tú?... ¿Qué haces abrazado a este chico?...¡maricón de mierda! No me esperaba eso de ti. Sabía que eras rarito pero no tanto.


Gerard solo bajo los ojos.


-Creo que tu hermano necesita un reajuste de cerebro. -Dijo uno golpeando el bastón que tenía en sus manos.


Hicieron un paso adelante. La pareja un paso atrás.


-No me puedo creer que todo este tiempo nos hayas mentido a todos. -Dijo mas horrorizado por lo que estaba viendo.


-Ja. Mira quien hablo. El que le gusta que se la metan por el culo.-


No podía evitar de sentirse culpable. Entonces Marc lo miró cogiéndole la cara con las manos.


-No tienes porque sentirte mal. Es una opción como cualquier otra.-


­-Les debe gustar lo duro. -Dijo uno al ver que Marc volvía a abrazar a Gerard.


Encolerizado por la ignorancia de Marc uno de ellos se le acerca corriendo y le dió un golpe con el hierro en la espalda.


Marc al instante se curvó por el dolor y quedó tirado en el suelo dejando ir un grito casi insonoro.


Gerard gritó el nombre de su amado e intenta levantarlo con lagrimas en los ojos. Pero el chico no le dejó ya que también el dió un golpe dejándolo tirado al suelo, al lado del que intentaba ayudar.


-¡¿Por qué?! -Volvió a gritar aun tirado en el suelo. Su voz estaba rota, su garganta era un nudo que cada vez se estrechaba mas. Intentaba acercarse un poco a Marc para poder protegerlo de los golpes. Extiendió un brazo para tapar la cabeza de su amante pero este es otra vez golpeado sintiendo un agudo dolor que lo hizó gritar altamente.


-¡Dejadnos en paz!-Dijo entrecortadamente por el llanto- ¡Marta haz algo! Por favor...-


Su hermana no se movía ni decía nada. Su angustia estaba dividida entre el esperar un nuevo y frío golpe de ese mazo y el pensar que su hermana se estaba mirando como le daban la paliza de su vida a él y a su novio. Y probablemente lo estaba disfrutando.


No podía mover el brazo, no sabía si era por el frío o por el golpe. También se le estaba entumeciendo el cuerpo, solo podía mover con nitidez su cara que estaba llena de calientes lagrimas que le ayudaban a mantener la temperatura.


La escena comenzaba a ser desesperante gritos y mas gritos de dolor y de rabia resonando en ese oscuro y frío callejón el cual solo era iluminado por una farola que parecía estar a apunto de apagarse.


De repente se oye una sirena.


Los chicos se alarman y Marta dudó en quedarse o irse.


-Si te quedas preparate.-


Asustada por la amenaza de lo que representaba ser su novio lo siguió y se fueron corriendo dejando a la pareja inconsciente tirada en el suelo.



Las gotas del suero cayendo del cuentagotas hacia la bolsa, la pausada respiración de alguien a su lado. Eso era lo que escuchaba Gerard unos segundos antes de despertarse.


Lentamente comenzó a abrir los ojos, intentando enfocar pero le costaba ya que le dolía la cabeza.


Su mano libre, descansando encima de esa extraña cama, esta aprisionada dentro de las de Marc.


Intentó girar la cabeza, no pudo, rodeando su cuello se encontraba un collarín. Giró los ojos.


-¿Marc?-


-¿Si? -Le contesto tiernamente intentado trasmitirle todo su cariño con su voz.


-¿Estás bien? -Le preguntó rompiendosele un poco la voz, empezando a llorar otra vez.


-Que te dije ayer... lo primero eres tu.-


-¿Pero estás bien?-


-Sí, gracias a ti,sí.


Cerró los ojos tranquilo.


-No cierres los ojos. Mirate. -Se le acercó mas a su cara. Como si quisiera que sus ojos se convirtieran en espejos con los cuales se pudiera mirar. Entonces beso sus labios.- Tu no estas bien. Y a sido por mi culpa. -Apretó los puños que ahora tenía libres.- Yo tendría que ser el que tuviera el brazo roto.


-Esta bien así.-


-Esto es lo único que no me gusta de ti. No te quieres.-


-Callate. No lo entiendes.-


-¡Es que no se que debo de entender! -Muy pocas veces el mayor se salía de sus casillas pero esa era una de ellas. Al estar a punto de perder a una de las personas que más amaba lo había preocupado demasiado como para poder tranquilizarse solo.


Gerard suspiró.


-Mi vida cambió desde el momento en que me hablaste por primera vez. Tu me ofreciste un trabajo y gracias a el pude solucionar muchas cosas. Me diste tu amistad y también algo mas, la verdad es que mucho mas. -Sonrió un poco.- Tu has completado mi vida, has llenado este cuerpo que estaba hueco. Tu eres mi vida. Por favor, no me digas nunca mas que no me preocupe de ti porque entonces si sería muy egoísta conmigo mismo.-


Intentó levantar su encartonador brazo para poder acariciarle la mejilla. El mayor al ver su esfuerzo le cogió de esta y se la dirigió hacia su cara. Solo podía llorar haciendo que sus dedos se humedecieran.


-Cuando salga de aquí, si me dejas, vendré a vivir contigo. -Dijo con una sonrisa un poco preocupada.- Sabía que su hermana lo habría delatado y que sus padres no le aceptarían.


-Claro, cuando tu quieras.-


Alguien llamó a la puerta haciendo que por ella solo se viera un gran ramo de flores.


-¿Quién es? -Preguntó el que estaba tumbado.


Marc se acerco a la puerta para ver quien se estaba allí fuera.


Antes de contestar bufo despreciando a la persona.


-Es Marta.-


-¿Puedo pasar? -Dijo con un hilo de voz.


Marc solo miró a Gerard. Él solo torció el labio y arqueo las cejas hacia arriba en señal de que si. Marc entonces le acabo de abrir la puerta.


La hermana pequeña pasó tímidamente con la mirada en el suelo. Dejó las flores encima de la cama y sin mas dilación rompió a llorar.





-Perdoname. -Su voz sonaba igual que cuando era una cría de 10 años.- He roto con él. Con todos. -Refiriéndose a que había dejado el grupo.


Sus manos temblaban y sus ojos estaban rojos de tanto llorar.


-Solo quiero saber si en verdad me odias por lo que soy. -Le dijo Gerard.


Marta hizo un esfuerzo, en verdad aun no podía entenderlo mucho pero no le odiaba. Al fin y al cabo era su hermano mayor.


Negó con la cabeza haciendo una mueca aguantándose las lagrimas que se le avecindaban.


-Entonces no tienes porque pedirme perdón. -Intentó sonreirle. No estaba enfadado con ella pero su imagen aun le recordaba a todo lo que había pasado el día anterior.


Hubo un momento de silencio. En la cabeza de Gerard solo rondaba esa pregunta.


-¿Lo saben mamá y papá?


-Sí. -Dijo un poco avergonzada.


-¿Van a venir a visitarme?-


Esa pregunta para Gerard tenía doble sentido. Ya que si venían era la aceptación de sus padres pero si no venían era que lo habían rechazado como persona.


Marta no contestaba. El corazón de Gerard iba a mil por hora pero por la cara que ponía sabía que la respuesta era negativa.


-No...-


Ese no fue como el adiós que le habían dado sus padres. Su destierro como hijo. “Mi hijo ya no podrá ser padre.” Seguro que esas habían sido las palabras encolerizadas de su viejo y su madre seguro que no había dicho nada pero lloraba por dentro. Como siempre.


Gerard le pidió a Marta que fuera a buscar sus cosas y se las trajera al hospital. Y también les dijera a sus padres que no iba a fracasar como persona a pesar de que sabía que lo habían empezado a creer. Y que por fin podría llegar a ser feliz.


Ante estas palabras Gerard decidió dejar atrás ese puzzle incompleto donde siempre le faltarían esas pocas piezas y empezar otro nuevo y completo junto a Marc con una imagen que pudiera reflejar su vida.


Recordó esa foto tan peculiar que hizo ese día en el parque. Sería perfecta. Una imagen que transmitía tranquilidad y armonía. Era como recordar a Marc, siempre con esa sonrisa recogedora y su carácter tranquilo y despreocupado. Si, así era su vida. Y así iba a ser.


Eso era lo que intentaba pensar Gerard. Sus palabras claras y frías ante aquel “no” hacían el efecto de que poco le había afectado el rechazo de sus padres pero no era así. Marc lo conocía demasiado bien como para que el rechazo de esas dos personas tan importes para él no le hubieran afectado. Se acerco a él y lo miró tiernamente haciéndole ver que no hacia falta que delante de él y de su hermana tuviera que poner esa estúpida y ridícula fachada.


Lloró como un niño, grandes y brillantes lágrimas se escapaban por sus ojos, quería levantarse y aferrarse a Marc con todas sus fuerzas pero no hizo falta esforzase ni pedir nada, el mayor acudió levantándolo con cuidado y agarrándoselo a su hombro, lo abrazó como mas le gustaba hacerlo, posesivamente queriendo todo de él hasta esa pena que ahora mismo estaba empapando su ropa.


El mayor se prometió que esas lagrimas de tristeza serían las últimas que vería salir de los ojos del que amaba. Cerró esa promesa besando esas gotas saldas, siguiendo el húmedo camino con los labios hasta llegar a sus ojos, los cuales también beso cerrándolos y llevándose de una vez por todas de ese dolor.





Nada del otro mundo. De historias como esta hay miles. Pero esta a sido la mía. También tengo que decir que no todos los padres son iguales. Gerard le toco de este tipo...


Ojala no haya sido una verdadera mierda xD.





Pronto la sinopsis del fic de fantasía que tengo pensado.


Ciaoo.






sábado, 26 de diciembre de 2009

Y entre otras cosas...

Si soy sincera tengo que decir que estoy deseando terminar este fic. Ya que no me esta quedado como quiero y esto me mata. Tengo escrito 3 paginas de lo que sera la ultima parte. No sera tan larga como las otras.

En mi cabeza tengo un montón de ideas nuevas y esto me lleva a escribir esta entrada.

Voy a abrir las votaciones para poder empezar a escribir el nuevo fic que tengo pensado al instante de terminar este.

Es decir que ya tengo elegido el genero pero para nada las características físicas de los personajes y otras cosas que tendréis que votar.

El genero elegido a sido de de fantasía y terror, tanta realidad me esta fastidiando ya. Necesito escribir sobre cosas irreales y fantásticas.


Y bueno ya que estamos que tengáis un buen fin de año si no es que actualizo antes xD.



domingo, 13 de diciembre de 2009

Mi vida [Segunda parte]

Bueno después de mucho trabajo y golpes en mi cabeza tengo la segunda parte ^^.

Tengo que decir que no me gusta tanto como la primera. Trata exclusivamente de los sentimientos y dudas que tiene Gerard.


Espero que os guste.


Ah... y por cierto. Los dobles espacios y ** es que han pasado horas o un día.






Se encontraba en la entrada del edificio, apoyándose en la vieja pared con una mano en el pecho, no para notar los latidos de su corazón sino para impedir que este se saliera de su caja torácica.


Lo que había sentido ya no era vergüenza. El frío se había ido y había dado paso a un extraño calor que invadía su cuerpo haciendo que sus mejillas fueran de un intenso color rosado, casi rojo.


Sin darse cuenta ya estaba subiendo las escaleras de una en una. Su mente estaba colapsada a pesar de que quería reflexionar sobre lo que había pasado, su cabeza había estallado, los sucesos habían sido tantos que explotaron y destrozarón todo dejando su mente en blanco. Apareció otra vez ese sentimiento de frustración. ¿Por qué no podía pensar con claridad?


Sin anunciar su llegada se encerró en su cuarto, se tiró en la cama y cerró los ojos.




“Me ha llevado en brazos.” Recordó. Una inesperada sensación de eufória hizo que sus ojos se achinaran un poco y sus labios formaran una media sonrisa. Intentó recordar esa sensación de calidez y a la vez frío: el calor del pecho de Marc y la de sus piernas suspendidas en el aire chocando contra el helado viento de la noche. En su niñez casi nunca lo llevaron en brazos, solo cuando se lastimaba las rodillas o después de una larga caminata. El chico podía recordar como a veces corría rápidamente a posta para tener más posibilidades de caerse y rasparse las rodillas. Esa vez no había tenido que hacer nada para que lo trataran dulcemente , simplemente ser solo él mismo.


Había sido tratado y cuidado como un niño pequeño. Como una valiosa joya. Se había sentido de cierto modo especial, más especial que cuando sus padres dependieron economicamente de él.


En sus fosas nasales y su ropa aun residía el aroma del moreno, esa colónia fuerte pero no empalagosa, relajándolo y llevándolo al mundo de Morfeo.


Al día siguiente Gerard estaba ausente. Su mirada estaba fija en una parte de la tienda, en la que estaba Marc, quedaba atontado y maravillado por cada movimiento que hacía su compañero, el de sus manos al coger la ropa, al apartarse el lácio cabello de su ovalada y perfecta cara, sus pasos al caminar de un lado a otro del la tienda, su sonrisa siempre sincera enmarcada por unos labios prácticamente perfectos, ni muy gruesos, ni muy finos y hasta el movimiento de sus ojos, tan enigmáticos y a la vez dulces.
En esos momentos le parecía un extraño, se
ntía que no sabía nada de él. Creía que observándolo detenidamente podría llegar a aprender algo mas de ese chico que empezaba a interesarle de una extraña forma que aun no sabía o no quería clasificar. Pero por mas que lo miraba solo conseguía que su corazón latiera más rápido y acabar de confirmar que era un chico realmente atractivo.


Se sentía culpable de haber estado tanto tiempo en las nubes pero era algo que no podía evitar. ¿Cómo evitar una cosa si no sabes lo qué es?


Terminaron tarde. Las navidades hacían que la gente comprara mucho mas de lo habitual.


Gerard no paraba de maldecir el viento y el momento que decidió no coger los guantes.


Marc reía por lo bajo.




-¡Eh! No te rías...-Decía un poco sonrojado.


-Es que te ves muy gracioso y mas con la naricita tan roja, pareces un duendecillo.-


El mayor se paró y empezó a quitarse sus guantes. Se los cedió.


-Ten, devuélvemelos mañana. -Se los acercaba, como no, con una sonrisa.


-¿Y tu? -


-Yo estoy bien.-


Los aceptó. Pero en esos momentos sus manos ya no estaban tan frías.



Dentro de la habitación aun llevaba los guantes puestos. Eran suaves y negros, de lana fina pero gruesa, eran de la tienda, la “I” se podía ver en uno de los dedos, exactamente en el meñique. Le iban un pelín grandes pero no le eran incómodos, al contrario, le gustaban, pues le recordaban que Marc era muy amable y en su sonrisa.


Observando esos guantes, de repente, un sentimiento de decepción le invadía, hoy se había decepcionado a si mismo pero, ¿exactamente en qué? Una especie de opresión en el pecho empezó a dejarlo sin respiración. Se quitó los guantes y los tiró encima de la mesa que había sido el escritorio donde hubo un tiempo estudió. Se fue a cenar.



Como siguiera observándolo de esa menara se volvería una costumbre. Volvía a estar desconcentrado mirándolo como un bobo, aun sentía esa necesidad de saber mas cosas de él. Pero esta vez no pudo deleitarse como el día anterior ya que sus miradas se cruzaron.


Rápidamente giró la miradaa hacia en frente, hablándole a la chica que supuestamente estaba atendiendo. Diciéndole que lo que se vendía mas eran esos jerséis de esa otra estantería.


Tenía que arreglar pronto esa situación.




Esa noche volvió en bus.


Observaba por la ventanillas las calles iluminadas con esos ridículos adornos con un semblante triste, para nada a causa de la Navidad, el malgaste de dinero o simplemente el sentimiento de nostalgia hacia la falta de una familia verdaderamente feliz le molestaban pero era otra cosa lo que lo entristecía.


Otra vez el reflejo de su cara no le gustaba, le provocaba rabia. Decidió mirara al frente, en esos momentos no tenía muchas ganas de discutir consigo mismo.


La parada del bus estaba un poco lejos de su casa. En ese recorrido sus manos, sus orejas y sus dedos se helaron ya que de nuevo había olvidado sus grantes. Para ir a trabajar había aprovechado los de Marc, los quiso utilizar hasta el Último momento.


Esperándose al lado del portal, se encontraba él, apoyándose en la pared, desprendiendo cantidad de vaho de su boca, intentaba pasar el rato.


El rubio opto por ignorarlo.


-¿Qué te ha pasado? -Le preguntó cuando ya iba a cruzarle.


-Nada.-


-Creí que teníamos un trato.-


-Creo que ya no hace falta que me lleves mas, tengo suficiente dinero para pagarme el bus.-


Silencio.


-Pero a mi me gusta llevarte.-


-Pues a mi no me gusta que me lleves. -Utilizo el tono más borde que supo.- Estoy cansado de depender de ti.-


“Si, esto a estado bien.” Pensó. Había sido difícil pronunciar esas palabras. ¿Por qué había sido así con una persona que le trataba tan bien? Aunque por otra parte se sentía mejor. La cabeza le daba vueltas. Se sentía tan inestable, indeciso, extraño.... ¿Cómo se podía sentir alegría y tristeza a la vez? ¡Eso no era normal! El cuello le dolía a causa de su mala costumbre de respirar por la boca y le costaba tragar aire en esos momentos. Iba a caer como no saliera de allí.


-Haces mala cara. ¿Qué te pasa?-Le preguntó de nuevo tocándole su pálida mejilla.


-¡No me toques! No tienes derecho a tocarme. No eres ningún familiar ni nada parecido hacia mi.-


Salió corriendo a pesar de su vista un tanto borrosa. A los pocos escalones se cayó.


-Ni te atrevas a acercarte. En serio, vete.-


Marc estaba preocupado pero le hizo caso. Se fue, pero no sin antes mirar si ya se había levantado. Desde el coche ya no podía ver a nadie. Decepcionado se fue a su casa.




El agua le resbalaba por la cara, el mareo se le había pasado pero aun su corazón latía con fuerza. “Ningún familiar.” Esas palabras que había dicho sin sentido,en verdad, si lo tenían. Podía ser que lo que sentía por Marc era el amor fraternal hacia un hermano que nunca había tenido. Siempre había sido el menor así que solo podía dar, nunca recibir.


“Tiene que ser eso.” Gracias a esas palabras su angustia ceso, se refugió completamente en eso. Y como había hecho muchas veces antes ignoraría cualquier comentario de lo sucedido. Un nuevo día borraría todo lo pasado.
Y con eso pudo aparcar las dudas que tenía hacia su sexualidad y poder dormir sin el miedo de soñar otra vez con Marc, sin tener que sentirse mal después.


“Mañana sera un buen día” Fue lo que pensó antes de dormirse.




Se despertó feliz, animado por la promesa que se había hecho a él mismo antes de dormirse.


Como cada mañana se visito. Poniéndose unos jeans y una camiseta, esta vez se puso una que le había dado Fina, una de las pocas que le gustaban entre todos los diseños para chicos que había hecho, era de color marrón, y delante tenÍa un dibujo abstracto compuesto por unas lineas que daban vueltas sobre si mismas, nada mas. Toco el cristal de su ventana, estaba helado, la palma había quedado dibujada en ella. “Hoy no me dejare los guantes.”


Estaba solo en casa, su madre volvería por la noche y su hermana, como casi todos los días se pasaba las horas en casas de amigas. Ya sabía que su padre no estaría.


Hacía las cosas con toda la tranquilidad del mundo. Miró el reloj y se acordó. “Hoy no vendrá a buscarme...” Los ojos se le abrieron como platos, dejó la comida a medias y casi chocándose con la puerta entró en su habitación en busca de los guantes.


-¡Mierda! ¿¡Dónde están!?-


Tiraba la ropa de ese cajón por todos lados, y al final de este, estaban los guantes.


Se fue corriendo hacia la parada. El bus ya estaba allí. Tubo tiempo de subir, se sentó en el primer asiento que encontró libre. Desde que dejo el deporte por los resultados nulos que le daba no había ejercitado su cuerpo hasta ese momento. Tenía flato.



El sol de la tarde entraba a través de los vidrios del aparador. Hoy se iba a esmerar tanto como pudiese para compensar su torpeza de los días anteriores.
Estaba más encantador que nuca con las clientas y demás. Las caras satisfechas y sonrientes que le mostraban cuando se iban era su recompensa y el señal de que había hecho un buen trabajo.


Alguien le toco el hombro con el dedo. Una cara muy larga y de ojos verdes y fijos le empezó a hablar.


-Hoy puedes irte una hora antes, tenemos que cerrar por asuntos personales.-


-Ah.. vale.-


Se sintió vacío, toda esa felicidad acumulada durante esas horas se había esfumado solo en esas palabras y esa mirada. Había sido como si le tiraran un cubo de agua fría encima o como si le hubieran dado un fuerte y helado puñetazo en el estómago y a causa de eso lo hubiera vomitado todo.


Tan frío y sin vida. ¿Dónde había ido a para el brillo de sus ojos? Había muerto.


-Marc.-


Se giró.


-¿Qué te pasa? -Le preguntó con la mejor intención, como un buen compañero de trabajo que se preocupa por sus semejantes, al fin y al cabo era como su hermano, ¿no?


-¿Cómo se puede ser tan hipócrita? Lo miró con desprecio volteándose a la vez que se iba. Lo de antes no había sido nada a comparación con la mueca y la mirada que iban acompañadas con esas palabras.


Se quedó con la boca abierta. “Yo solo me preocupaba...” pensó.


No pudo seguir con la frescura del principio pero continuo con su trabajo.




***


“¿Y ahora que hago durante una hora?” Se preguntó mientras se ponía sus propios guantes, estos también eran negros pero gastados por el tiempo, no abrigaban tanto y tampoco eran de ningún tipo de marca.


Suspiró al pensar tenía que estar una hora sin saber que hacer. Odiaba estar aburrido. Inconscientemente volvió al parque del día en que le ofrecieron trabajo. Seguía igual, excepto porque los arboles ya no tenían hojas y estaban podados, totalmente desnudos ante el invierno.


Al estar inmóvil en ese viejo banco Gerard podía notar como el frío penetraba a través de su ropa hasta llegar dentro de su cuerpo, otorgándole una sensación de debilidad. “Que frío...ha sido Marc conmigo.” Se encogía todo lo que podía dentro del abrigo haciendo que su cara casi no fuera visible. Solo resaltaban sus ojos azules por encima de la prenda. Estos estaban llorosos, se iba a resfriar si no hacía nada. Decidió ir a tomarse un café con leche en el bar que había delante de la plaza.


El café cortado estaba dulce a causa de la gran cantidad de sobres que había diluido en el. Era agradable notar como ese líquido bajaba por su garganta calentándola. Pero no conseguía sacarse esa sensación de debilidad, seguía muy dentro de él, en su estómago.
Después de pagarlo salió de allí, la peste a tabaco era peor que el frío de afuera.


Su banco ya no estaba libre. Un chico estaba sentado en el. Parecía que también tenía frío. Su postura era similar a la de él cuando estaba sentado allí, pero en cambio el estaba sentado hacia delante curvando toda su columna, mirándose las manos envueltas también en guantes negros. Su semblante era triste. Esa persona era Marc.


Se quedó observándole, como había hecho en la tienda. Cuando se dió cuenta solo faltaban unos minutos para que el bus saliera. Se fue alejando mirando de vez en cuando al cuerpo inmóvil de Marc que seguía sentado en ese viejo banco, en el mismo semblante que el principio. Sintiendo que cada vez se alejaba mas de él sin hacer nada para evitarlo, mas bien provocando esa lejanía que en verdad no quería.




**


“Me he de haber resfriado.” Pensaba ya en su casa tapado desde arriba por mantas que había cogido de su armario. A pesar de la agradable suavidad de las telas no conseguía estas a gusto entre ellas. “Malditos nervios.” Ese era el nombre que le había puesto a esa extraña pelota que se le había formado en el estómago. Sus ojos, a pesar de que el ambiente ya no era frío aun estaban humedos, tanto que del rabillo del derecho salto una lágrima que fue rápidamente secada por el tejido de la manta. “Por culpa de Marc no he podido cumplir mi promesa.” De alguna manera u otra se lo haría pagar a ese chico. No podía permitir de ninguna manera que lo hiciera sentir de esa forma. Ni en esos momentos, ni nunca. Se volvió a quedar dormido antes de cenar. Si seguía así se iba a quedar en los huesos pero en realidad tampoco tenía hambre, dejo de tenerla desde que trabajaba.


***


“Hoy va a ser un mal día.” Esa fue su predicción. Tenía pensado hablar con Marc. Tenía que decirle que le pidiera perdón por acusarle de esa manera sin haberle hecho nada. Para ser solo una tontería parecía que eso le estaba afectando demasiado.


Se espero fuera de la tienda a que su madre y él terminaran de apagar las luces y cerrar las puertas. El primero en salir fue Marc.


-Ma...-


No le salía la voz, su corazón empezó a latir tan rápido. Pero el mayor lo vió y se quedo mirándolo, como diciéndole que qué hacía allí.


-Tengo que hablar contigo...-


-Hoy para cenar tengo... -Su madre salió de la tienda poniéndose la bufanda.


-Ve tirando ahora vengo.-


Fina se fue.


-Y bien.-


-Creo que me debes una disculpa.-


-¿Perdón?-


-No se porqué me dijiste eso y por eso me has molestado mucho.-


-Puede que te haya molestado tanto porque si lo sabes.-


-No. Sino no estaría aquí.-


-Lo siento pero no me voy a disculpar.-


-No pienso dejarte ir hasta que aclaremos todo esto.-


-Creo que tu eres el que necesita aclararse. -


Sabía que Marc tenía razón pero para él la verdad era demasiado dolorosa y difícil.


-Al menos dime porque te mosqueaste tanto...-


-¿En serio quieres saberlo?-


Se acercó un poco mas al ojiazul.


-En verdad no estoy enfadado. Lo que me pasaba estos días era otra cosa. -Se miraban a los ojos; Gerard impaciente por saber su respuesta y Marc simplemente por el placer y la atención que le estaban mostrando los del rubio.- Me moría de tristeza, creía que me odiabas. -


Sus caras estaban tan cerca la una de la otra, el espacio que había ido reduciendo el ojiverde sin que Gerard se diera cuenta cada vez era mas preocupante.


-¿Qué? ¿Por qué?-


-¿Aún tengo que decírtelo?-


El rubio aun seguía perdido en sus ojos sin darse cuenta de que el aliento de Marc ya le estaba golpeando la boca. Faltaban solo unos milímetros.


Marc se apartó.


-Me gustas. Por eso no soporte cuando me dijiste que me alejara de ti.-


-¿Y eso de que me sirve a mi?-


-Yo creía que tu...-


-¡No!-Se sintió ofendido.-Has creído mal y ahora si que veo que solo quieres...-


-¿En serio piensas eso?-


-Sabes.. soy yo el que me voy.-


-Ge...-


El rubio salió corriendo.


Las palabras que había dicho habían sido causadas por el miedo. Las utilizó para protegerse de todo lo que se le iba a a venir encima si no salía en esos momentos de allí, por eso salió corriendo. Gracias a la carrera pudó coger el bus que ya había llegado.


Por una vez la predicción que había dictado se cumplió a la perfección. Ese había sido uno de los peores días de su vida.


Habían sido demasiados días en los cuales las cosas le iban bien. Era imposible que esa buena racha durara tanto tiempo. Parecía que a ese rompecabezas le faltaran piezas y ya no pudiera continuar montandolo. Tenía que empezar otro. Mañana sería su último día en esa tienda. Después de sus palabras no se sentía capacitado para poder ignorarlo. Aun no era una persona suficientemente fuerte.


No se lo diría a sus padres hasta que tuviera otro trabajo.


Era extraño pensar que la primera persona que se le había declarado había sido un chico. ¿Pero por qué tenia la sensación de que se había equivocado..? ¿A caso tenía que hacerle entender a Marc de otra manera que no le interesaba? ¿O tendría que haber sido mas tolerante? ¿O simplemente por qué se preguntaba cosas que realmente no le importaban? Esa nueva etapa rara de sensaciones y sentimientos confusos le estaba sacando de sus casillas. Había entendido que ser adulto era un mundo de confusiones y dudas.


***


En el cristal del aparador había pegado desde la parte de dentro un papel que ponía “Se busca ayudante” escrito a mano, era la letra de Fina. En esos momentos sintió un gran rencor hacia Marc. ¿Cómo le podía haber hecho eso? No tenía a derecho a putear a la gente si no le corespondían y lo peor es que Fina había accedido a la petición de su hijo, con todo el trabajo que había hecho. Todas esos cosas son las que pensaba mientras de dirigía rápidamente hacia la dueña para pedir una explicación.


-¿Por qué me echas?-


-¿Qué?-


-No puedes echarme sin explicaciones.-


-Yo no te he echado.-


-¿Pues por qué esta ese papel en el aparador?-


-Marc ha dejado el trabajo. -Dijo decepcionada. -No se que le dijiste pero cuando volvió de hablar contigo dijo que lo dejaba. También me dijo que no te despidiera por la manera en la se iba y así lo haré.


En esos momentos se sentía como un idiota.


-¿Qué hará entonces?-


-Por ahora esta en casa.-


-No te sientas culpable de nada. Él es lo suficientemente grande para tomar sus decisiones. Si cree que es lo mejor para él. Debe ser así.-


Se sentía culpable, muy culpable. Sabía que Fina tenía razón pero no le importaba.


-Me podría dar la dirección de su casa, me gustaría hablar con Marc, otra vez.-


Fina hizo una expresión que el menor no pudo identificar.


-De acuerdo. Luego te la doy.-


-Gracias. Bueno veo que hay clientas, voy a atenderlas.-


No le parecía justo. Era él el que tenía que dimitir. Por eso iría a visitarlo después de trabajar. Y por fin le diría todo lo que pensaba y sabía que eso implicaba decirlo absolutamente todo. Que era él el que se contradecía, el que lo hacía todo más difícil, el que era gay.


Lo que había hecho, ese estúpido gesto le había hecho comprender tantas cosas. Pero la mas importante era que le quería. Lo sabía pero eso fue la gota que colmo el vaso, no era un amor fraternal ni mucho menos, al contrario, era amucho mas. Si quería hacer una nueva vida tenía que ser sincero consigo mismo y a pesar de que había decidido que después de eso igualmente dimitiría podría empezar una nueva vida, una verdadera y sincera nueva vida con todas las puertas, o casi todas abiertas.


Esas acciones tan contradictorias y locas eran las que mas amaba u odiaba de si mismo.


Se encontraba delante del piso en el que vivía Marc. A pesar de que creía que lo compartía con su familia no era así.


“Valor.” Era lo que se decía a él mismo una y otra vez para poder apretar el timbre del piso de Marc.


“Puede que no quiera abrirme.” Eso sería lo mas sensato y probable, así que espero a que alguien entrara para luego él aprovechar la puerta y colarse. Por suerte no tubo que esperarse mucho. Como en el edificio donde vivía él solo había escaleras. A veces las subía de una en una y de tanto en tanto dos de golpe. Vivía en el 4to piso.


Se encontraba delante de la puerta del piso. Respiró hondo. Preparo su indicie para tocar el timbre, dudo un par de veces pero a la tercera consiguió llegar hasta la conección que hacía que sonara. Ese maldito pitido lo puso mas nervioso pero no había vuelta atrás.


“Ya va.” Se escuchaba a lo lejos. Abrió totalmente la puerta dejando ver a un chico en pijama, despeinado y con grandes ojeras.


-Tu...¿qué haces aquí?-


-Yo...-


Gerard empezó a temblar, apretaba lo mas fuerte que podía sus puños pero le tiritaban los dientes y la voz no le salía.


Marc iba a cerrar la puerta.


-Es..pepeera. -Dijo Gerard impidiendo que la cerrarla con la mano.


-Escuchame por última vez ,por favor.-


Marc casi no lo entendió pero si el por favor. Le dejó pasar.


Se sentaron en los dos sofás individuales que tenía en la pequeña sala de estar. Uno estaba delante del otro.


-No tendrías que haberte ido. -Se coloca curvando la espalda, mirándose las manos, como hizo Marc en el parque.


-Necesitaba irme. Tenía, bueno, tengo que olvidarte de alguna forma. -Marc esta sentado normal pero miraba hacía la pantalla apagada de la tele, estaba un poco avergonzado de la situación.


-Yo tenía planeado irme también.-


-Creía que el trabajo era muy importante para ti. -Jugaba con el tapiz del sofá, hacía dibujitos con el dedo.


-Y lo es. Pero he llegado a la conclusión que mis sentimientos son mas importantes y no puedo vivir una vida si no los tengo bien ordenador y entendidos. He sido muy estúpido haciéndote y haciéndome todo esto. -Levantó un poco la mirada pero la bajó enseguida.


-¿Qué quieres decir? -Dejó de jugar, y le miró pero no lo enfocó.


-Que he mentido.-


Marc no contesto.-


-Creo que si no te hubiera mentido a ti, todo esto no estaría pasando pero por mi miedo lo hice.-


Siguió sin contestar.


Eso ponía mas nervioso a Gerard, parecía como si no le importara lo que estaba diciendo.


-¿Me estás escuchando? -Dijo un poco dolido cambiando de posición y poniéndose con la espalda mas recta.


-Sí...-


-Es que no sería capaz de repetir lo que te tengo que decir.-


Las manos le volvían a temblar. Entonces Marc se incorporo mas y le miró a los ojos.


-Bueno...yo...yo creo que...-Esas palabras le eran tan difíciles de pronunciar. Eran demasiado especiales para decirlas y tampoco sabía con que tono tenía que pronunciarlas ni nada.- Me gustas.


Gerard después de estas palabras se esperaba una buena ronda de de otras de insultantes por su egoísmo y cinismo pero a cambio solo obtuvo silencio. No reaccionaba.


“Esa es tu respuesta, y te entiendo.” Pensó levantándose del sillón par irse.


En verdad no se merecía mas que ese silencio o eso pensaba. Había perdido la oportunidad de poder ser querido por Marc.


Estaba delante de la puerta, girando el dorado pomo cuando unos brazos lo aprisionaron.


-No te mereces que te haga esto después de lo que has sufrido para llegar hasta aquí.


Unió su cabeza en su hombro.


-Marc... no me hagas esto maás difícil...-


-Quedate conmigo. Estate conmigo.-


-Pero no me merezco esto, después de todo. Solo quería que supieras la verdad.-


Las lagrimas ya salían.


-Y por eso mismo, ahora que se la verdad, quedate conmigo.-


Lo abrazó más fuerte.


-Intentalo, si en verdad lo sientes intentalo conmigo.-


Las fuerzas de Gerard se fueron y los dos acabando en el frío suelo de aquel piso.


-De acuerdo.-






Ocho paginas y media de lectura. No se si lo he sabio expresar bien o a sido estúpido o cursi o no se..


Ojala que me deis opinión los que leéis.




Tercera parte. Supongo que próximamente.


Ciaoo


viernes, 11 de diciembre de 2009

Caja de gemidos.

Como me aburria y me encantan estas cosas he puesto una caja para que escribas algo -.-.

La muy pobre aun es virgen.

¿Quien quiere violarla?

Es gratis.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Aperitivo: Sin autocontrol.

Holap, os traigo una cosa, un aperitivo antes de la continuación de “Mi vida”. Este aperitivo es algo que tenia que escribir para de alguna manera poderme sentirme mejor conmigo misma ya que leí una especie de articulo que hablaba del morbo que se tiene hacia los homosexuales o lo diferente, que podríamos decir me dejo pensativa y para poder continuar necesitaba escribir esto. Una especie de desahogo de mi parte. No he llegado a este extremo pero creo que si tuviera la oportunidad y fuera mas extrovertida pasaría y es algo que realmente no deseo que pase, me odiaría demasiado.


La linea sigue siendo la misma:

Uke con pelo rubio corto con ojos azules y seme pelo negro y medio largo con ojos verdes. Pero no tienen nada que ver con el fic principal, que conste.


Tengo que decir también que me encanta escribir fics relaciones con el yaoi o yaoi donde la narradora es una chica que forma parte de la historia. Es algo que no he visto mucho y me parece interesante.


Bueno, espero que os guste a pesar de que no tengo muy buenas expectativas del fic. Aunque tengo que decir que me gustaría mucho saber vuestra opinión.

Ciaoo




Esta es la historia de una chica que a causa de un pasatiempos convertido en obsesión perdió una gran parte de su vida, a su mejor amigo.

Su nombre, es decir, mi nombre es Gina y os contare mi historia y la de Cesc.


Nuestra amistad se formo en primaria. Los dos eramos considerados los raritos de la clase, a mi por no gustarme jugar con muñecas y a él por no querer correr detrás de una la pelota.
Fue fácil entablar nuestra primera conversación ya que justamente nos gustaba jugar a los mismo. A representar obras de teatro, interpretar personajes y hacer volar nuestra imaginación convirtiéndonos en monstruos, héroes y heroínas a hasta unos perritos perdidos que buscaban su casa. Nos hicimos inseparables. Ni la adolescencia nos separo ya que en clase seguíamos juntos ya que los dos estudiabamos lo mismo, arte interpretativo.

Siempre lo proponían como ejemplo o protagonista en los papeles de príncipe y similares por sus finas facciones pelo rubio y ojos grandes y azules. Era y es encantador. Como siempre le decía, el perfecto uke. Él se enfadaba pero a la vez se sonrojaba y eso me hacia que me emocionara mas y mi reacción fuera peor. Si, soy fanática del amor entre hombres pero quien me iba a decir que eso rompería la mejor relación de mi vida. Sabia mis gustos, mis aficiones y otros pasatiempos los respetaba. Hasta a veces se había mirado conmigo algún anime yaoi, soft claro, y cuando hacíamos eso me pasaba mas rato mirandolo a él que no a la pantalla del ordenador, era realmente lindo por como se sonrojaba y hacia expresiones con la cara. Siempre se enfadaba y decía que nunca mas miraría eso conmigo pero no fue así.


Un día por la tarde me confeso una cosa. Una cosa que me hizo muy feliz y no se por que la verdad.

Fue exactamente de la siguiente manera:


Estábamos los dos sentados en mi casa, acostumbraba siempre a venir él siempre que quedabamos. Entre los dos teníamos un bol de patatas fritas por si queríamos picar algo.

Estaba sentado encima de la cama, con las piernas cruzadas entre ellas, a lo indio, hablando de la ultima prueba que hicimos y de lo difícil que había sido cuando la corto.


-Tengo que contarte algo.


Se movía de delante hacia atrás, parecía un niño pequeño.


-¿Que pasa? -Le pregunte-.


Era un poco raro en el ese comportamiento.


-Siento que si no se lo cuento a nadie voy a explotar y creo que tu vas a poder entenderme.


Lo miraba con ojos de que continuara con lo que estaba diciendo. Por alguna razón el corazón cada vez me latía mas deprisa.


Se había cortado.


-Emm pues yo...


Seguía mirándole intrigada y a la vez emocionada.


-A mi creo que me gusta un...un chico. -Dijo casi susurrando.


Sonreí mucho, puede que perversamente, no sabia describir esa mueca que se forma en mi cara cuando se trata de yaoi.

Me miraba la cara como si necesitara algo mas, como si no entendiera mi reacción. Entonces yo hable.


-Tienes todo mi apoyo.


Le sonreí sinceramente.


El entonces hizo una gran inhalación de aire, aguantándolo unos segundos, para luego dejalo salir rápidamente.


-Gracias. Eres la primera persona que lo sabe y creo que no soy capaz de decírselo a nadie mas.

-Tomate tu tiempo y pídeme toda la ayuda que necesites.

-Gracias.

-¿Y puedo saber quien es el afortunado?


Hacia mucho que no estaba tan entusiasmada en una conversación.


-Bueno... no se si te habrás fijado, esta en la clase de al lado, tiene el pelo medio largo y negro.

-Ahora mismo no caigo.

-Se llama Adam.

-Oww.


Rió.


-Mañana me lo enseñas. ¿eh?


Y así fue. A partir de aquel día lo ayude a poder hablar con ese tal Adam de ojos verdes.

Podíamos decir que tubo suerte ya que a las pocas semanas de empezar con nuestro plan de acciones para hacer pequeñas conversas y encuentros extrañamente repetitivos y siempre por “causalidad” se hicieron amigos, podríamos decir que chispas saltaron entre ellos. Esas horas de descanso se volvieron muy divertidas, era como si volviésemos a la primaria.


Quedaron varias veces para jugar a algunos video juegos, a parte del teatro también se intereso por otras cosas.

Después, siempre me contaba como había ido todo. A veces había llegado a presionarle un poco cuando habían pasado cosas un poco vergonzosas para él como un roce de manos, un contacto de ojos sumamente largo, cosas así, tiernamente adorables. Después de su confesión sentía que quería saberlo todo de Cesc.


Se veía tan feliz, sus ojos brillaban mas de lo normal y sus labios siempre dibujaban una gran y feliz sonrisa. Hasta un día.


-¿Qué te pasa?


Es lo primero que le pregunte cuando lo vi.


-Creo que hoy va a declararse.


Dijo estaticamente.


-¡Eso es genial!

-Si, pero...

-Pero...

-Me da mucha vergüenza, no podre ir solo. ¡Vente por favor!

-Pero entonces seria la vela...


Desde un primer momento había deseado escuchar esas palabras de la boca de Cesc. En realidad deseaba ir a esa cita.


-Necesito que vengas.

-Entonces iré.


Fue una contestación rápida. No se si le cause gracia, o alivio o rabia en esos momentos a Cesc pero yo cada vez que lo pienso mi cólera no para de aumentar. El tema se acabo en ese momento.


La cita caía en una tarde soleada. Como un perrito que seguía a sus amos yo me encontraba detrás de ellos. Era el perrito vela de una tarde romántica planeada por el seme que iba a ser Adam. Se notaba claramente como mi presencia no era del agrado del ojiverde. De vez en cuando Cesc me miraba mostrándome su nerviosismo y a la vez emoción.


Después de comprar la merienda nos sentamos en un banco de un parque donde no había ningún tipo de juguetes ni atracciones para niños pequeños, solo una fuente para beber agua. Era muy tranquilo y alejado de la mirada de cualquiera, solo estaba la mía.

A pesar de todo el ambiente la conversación era casi nula. Tenia que inventarme una excusa para “irme”.


-Bueno. -Dije levantándome.- Antes he visto una revista que quiero comprarme en el quiosco de la esquina. Así que ahora vuelvo, ¿vale?.

-No, espera.

-Sera un momento, puede que un poco largo, no se si habrá gente. Hasta ahora.


Salí medio corrido de allí. Creo que esa fue la actuación mas pésima de todas que hice en mi vida. Tenia tantas ganas de poder ver su primer beso. En un santiamén tenia la dicha revista en mis manos. Yo me encontraba escondida en la esquina que daba al parque.

Estaban hablado. Estaba emocionada al máximo, tenia que taparme la boca para no chillar como una tonta y estropearlo todo.

Se miraban. Adam buscaba la mano de Cesc mientras este le decía algo, no podía entenderlo pero de seguro que era algo importante. Cesc estaba tan rojo que parecía que en cualquier momento tuviera que explotar y al cabo de unos segundos se abrazaron. Fue tan bonito. Reposaba de alegría por haber podido ver esa escena y también por mi amigo. Rompí media revista de tanto que tire de ella.

Después de eso no podía haber otra cosa que no fuera un beso. Si ahora tocaba que se besasen, pero no paso. Solo se estuvieron mirando, como una pareja de enamorados, eran solo eso.

Me sentí decepcionada.

Entonces me acerque.


-¡Sois unos tacaños!


Dije lo que sentí en esos momentos. Como si en verdad les debiera alguna cosa, creo que lo pensaba. De algún modo me sentía como “la persona que les junto”


Los dos se giraron un poco despistados y también enfadados, les había cortado el rollo.


-Tendrías que haberos dado un beso.


Dije, ya estaba delante de ellos.


-Eres de esas.


Dijo Adam con un tono un poco despectivo. Parecía que no era la primera vez que se encontraba con una situación de esas.


-Si, Gina es...como era ¿fujoshi*?


Asentí.


-Me-lo-pro-me-tis-te.


Me había dicho que si llegaba a salir con el chico harían una sesión de besos para mi.


-Si...pero...

-Mentiroso.


Me enfade de verdad. Fui infantil a pesar de tener casi los 19 años.


-Se lo prometí. -Dijo miradole con cara de suplica. Sabia que ningún seme se resistiría a eso.

-¿Quieres que nuestro primer besos sea delante de ella?

-Se lo merece, por tener que aguantarme con mis cosas...


En esos momentos solo podía pensar en que ¿por qué no me había traído la cámara?


-Bueno, ahora que lo dices, supongo que ella fue quien nos ayudo a estar juntos ¿no? La verdad era un poco difícil no ver que nuestros choques no eran premeditados. -Hizo un espacio de silencio.- Seguro. ¿Verdad? -Refiriéndose al beso.-

-Si.


Y entonces lo hicieron. Como si fuera una espectadora mirando una película se dieron su primer beso. Eso fue mejor que cualquier película, anime, manga que podía haber visto antes. Estaba realmente excitada en el buen y mal sentido de la palabra.


-¿Ahora nos dejarías solos? -Dijo divertido Cesc.-

-¿No puedo quedarme un rato mas?

-No.

-Plis.

-No.


Casi empujándome entre los dos me fui.


A partir de ese día la cámara se convirtió en mi mejor amiga. Siempre que podía y me dejaban les hacia fotos. Ignore sus suplicas de que parara pero yo seguí con mi obsesión. Era su paparazzi personal.


Hasta que el hilo se rompió.


-Para de una puta vez.


¿Ese había sido Cesc? El casi nunca utilizaba esas palabras. Su mirada era puro odio, todo dirigido a mi.


-¿Qué pasa?

-¿Somos monos de circo?

-No.

-Pues no se como te sientes tu pero yo me siento como uno de ellos.

-Pero...

-Pero nada, Gina, no somos un espectáculo y parece que tu esto no lo entiendes.

-Si que lo entiendo...yo os apoyo.

-Apoyo...creo que esto no es apoyo porque nos estas molestando.


Sus palabras eran tan frías y exactas, parecía que hubieran ensayado lo que tenían que decirme. ¿Tan mala persona había sido?


-Lo siento mucho.

-Creo que es tarde para esto.

-Cesc...

-Pensé que tu eras la persona indicada para contar mi secreto pero me equivoque.


Parecía que iba a llorar. Odiaba verlo llorar.


-Lo mejor que podemos hacer es dejar de ser amigos.

-¿Qué dices? Pero si siempre hemos estado juntos...

-Creo que nuestra amistad acabo el día en que me confesé. Desde ese día he pasado a ser una mas de tus historias. Quiero a Adam y no podemos aguantar mas esto. Adiós.


Y así fue como destroce nuestra amistad. Por un juego. Por una obsesión. Deje de ver a mi amigo como una persona y como dijo él lo convertí en uno de mis mas grandes pasatiempos.

Deje llevarme por la emoción de esas escenas y palabras y deje de lado los sentimientos de los que me rodeaban convirtiéndolos en simple diversión.


Me olvide de que Cesc y Adam eran personas como cualquier otra, que solo intentaban hacer su vida, tener una relación, poder ser felices. Me convertí en una de las personas que mas odiaba. Las que molestaban a las demás, por la razón que fuera.


Me comportaba como la escritora de su propia historia y quería que hicieran lo que yo quería, quería que me cebaran con su historia y su amor, SU amor y de nadie mas, de Adam y Cesc, no mio.


Creía que era liberal y abierta pero en verdad no lo era.

Podía ser que de forma distinta pero los trataba como si fueran famosos, o algo parecido. No les dejaba vivir en paz como las personas que eran.


Me había convertido en una verdadera morbosa que solo le interesaba ver como se magreaban, como una simple pervertida, sin sentido del gusto ni del stop propio.


Y lo peor de todo es que había perdido a la persona mas me importante de mi vida. Incluso ahora puedo recordar las tardes que pasábamos juntos, las miradas llenas de nerviosismo y confidencia que me dio solo a mi porque me tenia confianza, los momentos alegres, tristes, divertidos, locos, se habían ido para siempre.


Aun ahora los puedo ver juntos e intento desviar la mirada, ahora aun quiero que vea que me siento avergonzada por todo lo que les hice y por como les trate.


Fin.

*Fujoshi (腐女子 "Chica podrida") es un término japonés peyorativo para las mujeres que son fans de manga y novelas que tratan sobre las relaciones amorosas entre los hombres, a menudo con la implicación de Yaoi

jueves, 3 de diciembre de 2009

Cosas nuevas.

Esto esta etiquetado como sucesos prefic pero seria mas bien una actualizacion. Da lo mismo.

He puesto un nuevo apartaado donde puedes calificar con encuestas los fics originales que ya estan subidos. Por ahora solo hay dos pero supongo que ya ira aumentando la cosa xD.

Si puedo añadire una tercera columna al blog porque sino quedara todo muy apelotodado u.u.

Sobre el fic, tengo una pagina y poco mas por ahora pero estoy en una parte un poco dificil de escribir asi que supongo que aun tardare.

Hasta la proxima

Ciaoo.