domingo, 10 de abril de 2011

Esclavo de tu amor [Cap. 3]

Recomendado para los fans de los vampirtos y del lemon explicito.

Géneros:
Horror, romantico
No recomendado para menores de 18 años
Advertencias: Lemon, trios, sadomasoquismo, violación y gore
Publicado 10/05/2010
No terminado


Capítulo 3:

Me forcé tanto como pude para aguantar mi desesperación, mordí con fuerza mis labios y intente tragarme las lagrimas pero todo fue en vano. Empecé a llorar y a gritar al cabo de unos minutos. Pegue portazos, arañe la puerta pero nada ni nadie me contestaba.

Paso mucho tiempo, tanto que ya podía ver todas las cosas de mí alrededor sin ninguna dificultad a pesar de que, en verdad, estuviera oscuro. Reino el silencio hasta que una voz, casi infantil, me rompiera el sueño que me había costado tanto conseguir. Sollozaba. Los jadeos procedían de la celda continua a la mía, apoye el oído en la pared y entonces me di cuenta de la rejilla que comunicaba al otro lado y mire por ella. Era una persona de cabellos muy largos y ondulados, estaba mirando la puerta esperando a que alguien apareciera para abrirlo, temblaba y susurraba algo cada vez más fuerte. Era el nombre de Ragsiel.

-¡Rasiel!-

Sus gritos, no, gemidos sonaban tan desesperados y a la vez tan, excitantes, empezaba a notar como mis mejillas recobraban aquel ardor.

Su voz era preciosa, melodiosa era imposible no excitarse, siguió llamándolo hasta que su puerta se abrió, era él.

El cuerpo de esa persona quedo iluminado por la luz de las antorchas que había encendido el vampiro, era un chico, casi un niño. El menor al verlo se calló y estiro en el suelo abriéndose de piernas.

-Por favor, tómame, tómame.-

Desde mi mirilla podía ver como se estimulaba los pezones delante del rubio intentando tentarle.

-No aguanto más.-

Encorvo su espalda haciéndome estremecer ante tan hermosa postura formada por aquel hermoso cuerpo juvenil.

-No me dejes solo.-

Le imploro. Y otra vez me recordó a mi.

Pude ver como los labios de Ragsiel dibujaban una sonrisa maliciosa.

-Creo que has llegado a tu limite, estas tan mojado-

Dijo ya situado encima de él acariciando su entrada con uno de sus dedos.

Sin aplastarlo empezó a lamer su cuello.

-Mmn. hueles tan apetecible. Cuando estas tan caliente tu sangre aun sabe mejor.-

-Aah.. tómame, en..en todos lo sentidos…-

Desgarro su cuello con dos de sus afiladas uñas haciendo que de él brotaran dos hilos de espesa y roja sangre. La podía oler y ese olor me trastornó aun más. Sentí tanta frustración, hubiese muerto de placer si esas palabras hubieran salido de la boca de Alain…para mí. Me encontraba excitado.

Sus ojos brillaron como amatistas al ver el color rubí de esa sangre, su lengua se impregnó de ella. Yo también pude sentir el placer del chico al notar como se alimentaba de él, temblaba y gemía queriendo que lo tocase más.

Ragsiel puso una de sus manos encima de uno de sus pechos y los acaricio como si los de una mujer se tratasen.

-Así no..

- Imploro el menor sintiendo que no era suficientemente placentero.

-¿Cómo que no? Pareces una mujer. Eres mucho más bello que cualquiera que haya visto antes…-

-Haz que duela, apriétalos.-

Encorvaba su pecho para que le pellizcara los pezones.

-Eres mi pequeño masoquista.-

Sonriendo maliciosamente el rubio empezó a tocarle como él quería haciendo presión con dos de sus dedos convirtiendo que esos dos botones rosas en dos gotas de sangre.

-Tan apetecibles.-

Después los succionó haciendo gemir considerablemente al menor.
No podía aguantar más tanta presión.

-Alain...-

Susurre y empecé a tocarme a pesar de que pensaba en él seguí mirando la escena.

En unos segundos habían cambiado de postura, ahora el chico de pelo largo estaba en su falda mientras el mayor acariciaba su trasero y a la vez hundía dos dedos en él.

-Se que deseas beber. Tienes mi permiso.-

Aprobó hablando tranquilamente el rubio.

Excitándose aun más el menor empezó a lamer y besar la cara de su “amo” mientras no paraba de mover sus caderas encima de él. Se apoyo a su cuerpo y mordió su cuello provocando que la serena cara de Ragsiel cambiara unos instantes.

-Mmg…-

Bebía placenteramente sin dejar de mover su trasero y caderas aun con los dedos del mayor en su interior. Pude ver como su pelo oscurecía y de su espalda nacían unas alas de murciélago brillantes y negras.

-Eres tan especial.-

Al contemplar sus alas brillaron mucho más sus ojos, levanto al menor y lo conectó con el de una vez haciendo que dejara de beber de su cuello, gimiera de dolor y placer infinito.

Moría de celos.

-Aun no has aprendido a controlar tus poderes por lo que veo.-

Con una de sus manos acaricio con delicadeza la fina piel de una de sus alas.

-Ah...-

Demasiado extasiado para poder hablar.

Cogió sus caderas y empezó a mover el muchacho de arriba a abajo haciendo que su miembro saliera y entrara de él todo el rato, a medida que iba moviéndolo el alado fue poniendo su propio ritmo, ya que Ragsiel se lo permitía. Se movía más rápido aunque no tan alto jadeante y gimiendo, besando desesperadamente su pareja, clavándole las uñas mientras observaba su rostro en busca del placer.
Ese chico era igual a mí. Desesperado en complacer y poder estar con esa persona tan especial.


-Me…me vengo…¡aaah!

Desplegó totalmente sus hermosas alas a la vez que se corría abundantemente en el vientre y pecho de su amado dando pequeños saltos por las descargas eléctricas que sentía en esos momentos de éxtasis. Al instante se contraía al notar el semen de su amo llenarlo por completo. Esbozo una sonrisa de satisfacción y se apoyo en él abrazándolo plegando sus alas hasta que estas desaparecieron.

Empecé a llorar. Resbale hasta quedar sentado en el suelo, aun intentando sacar ese ardor de mi cuerpo aunque no lo conseguía, no podía terminar si no era en manos de Alain.

-No puedo dejar que salgas, aun.-

Empezó una conversación el mayor.

-¡¿Qué?! No me dejes aquí. Te lo suplico.-

-No puedo dejar que salgas hasta que no controles tus poderes.-

-Por favor.-

Pude escuchar como el menor se movía de nuevo encima de Ragsiel suplicando que lo dejara ir con él.

-Se que es difícil estar solo y por eso, de ahora en adelante, tendrás un compañero. Nos ha estado mirando todo el rato. ¿Sabias?-

El corazón me dio un vuelco, estaba hablando de mí.

-¡No! Yo no quiero a nadie más que tú, Ragsiel.-

Note como su voz se quebraba y empezaba a llorar.

-Ya lo he decidido, será interesante ver como te comportas con otra lindura.-

-¡No! ¡Prefiero estar solo! Ah... ¡Déjame!

Escuche un forcejeo hasta que llegaron a mi puerta y Ragsiel la abrió de golpe dejando entrar una luz que a pesar de que era débil hirió un poco mis ojos, me tape con el brazo. Entonces sin previo aviso azotó al menor en el suelo de mi celda haciéndolo jadear de dolor. Cerro la puerta con la misma fuerza. El nuevo integrante siguió en la misma posición en que lo había tirado. Sabia que estaba destrozado, podía escuchar sus sollozos.

Era tan flaco y parecía tan débil. Solo lo observaba desde ese rincón sin tener valor de acercarme a él.

-Siempre me deja solo.-

Gimoteo.

-¡Siempre!-

Golpeo el suelo con el puño.

Sentía pena por él ya que entendía perfectamente sus sentimientos.

-Yo te entiendo. También me siento muy solo.-

Debí sonar muy triste ya que levanto su mirada dejándome ver sus ojos. Eran del color de la sangre. Hermosos. Gateando se acercó un poco a mi y me olió.

-Aun tienes restos de esencia humana. Hace poco que te trasformaron.-

Lo mire a los ojos con rubor en mis mejillas, tenia razón. Me repasó con la mirada. Volteo los ojos un poco sonrojado.

-Estas excitado.-

Avergonzado me tape con las manos.

-No tienes porque taparte después de lo que has visto creo que es normal estar excitado. -

Bajo la mirada sonrojado.

-Lo siento, lucían tan bien que yo...no pude evitarlo.-

Antes de todos lo que había visto había sido, de alguna manera, un signo de amor entre esas dos personas. Algo que yo no sabia si compartía con Alain ya que nunca lo habíamos hecho. Sin notarlo algunas lágrimas resbalaron por mis mejillas.

-¿Qué te pasa? ¿Te duele?-

Me pareció un comentario muy inocente para haber salido de los labios de una persona que hacia poco estaba llena de ira y un poco antes llena de pasión.

-No es eso.-

Levante un brazo para secármelas cuando él me lo detuvo acercando su lengua en mi mejilla para limpiar aquella agua salada.

-Venguémonos.-

Dijo serio, mirándome a los ojos haciendo que me estremeciera con solo esa mirada.

-¿Qué quieres decir?-

Me contesto con un acto. Cambio su mirada a una de más tímida y acercándose un poco mas a mi toco con la yema de su dedo índice la punta de mi erección.

-Mnn-

Respire profundo al sentir el escalofrío pero me aparte de él pensando que, en verdad, mis deducciones habían sido correctas, se traba de un niño, un preadolescente atrapado eternamente en esa etapa de la vida en la que uno aun no tiene claras sus ideas.

-No puedo hacer esto.-

-Si crees que tengo ganas de hacerlo contigo estas muy equivocado. Yo soy de Ragsiel pero estoy cansado de que me abandone. Quiero vengarme haciendo algo que al menos a mi me cabrearía mucho.-

Entonces me vino a la mente que esa persona ya lo había engañado, aunque me calle.

-No tiene sentido.-

-Para mi si.-

Abalanzo su mano y la puso encima de mi pene empezando a masajear la punta quedando en pocos momentos toda empapada.

-Tu cuerpo esta ansioso por tener sexo. Veo que tu amo te tiene a régimen.-

Sus palabras burlonas, me hirieron. Tenía tanta razón. Me abalance sobre él con mis colmillos visibles y nuevas lagrimas en los ojos, lo agarre con una mano por el cuello.

-¡No tienes ni idea de lo que estoy pasando!-

-Lo se muy bien.-

Me encontraba en su cintura la cual empezó a mover de forma sensual ronzando así ambos miembros.

-Sentir que no te ama, que se ha olvidado de ti, todo, todo el tiempo.-

Me miraba con compresión hechizándome con sus palabras y su mirada. La fuerza de mi mano fue disminuyendo hasta que la rabia se fue y solo quedo el placer que me estaba otorgando. Me apoderé de sus labios, los cuales empecé a devorar con gula lamiendo y mordiendo sin ningún tipo de miramiento. Él empezó a moverse más rápido para que los roces fueran más fuertes y placenteros. Jadeábamos de lamento y placer. Sintiéndonos mal y a la vez bien por lo que estábamos haciendo. Nuestras manos pasivas, no sabían donde tocar así que nos acariciábamos de manera tierna, yo le acariciaba la cara y el mi espalda. Estaba a punto de correrme cuando abrieron la puerta.

Instintivamente por nuestro carácter los dos nos separamos y miramos hacia el intruso.

Continuará

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