martes, 18 de noviembre de 2014

Otra historia más. Extra 1. CastielXNathaniel

Advertencia: Lemon +18

Extra: 

Aun no puedo acostumbrarme a abrir los ojos y ver su cabello rubio rozando la punta de mi nariz. Me hacía sentir extraño a la vez, si, podría decir que feliz. 

Lentamente fui abrazando la cintura del rubio, la cual estaba cubierta por un pijama. Si, era recatado incluso cuando se trataba de dormir. Y con cuidado,  puse mis labios en su nuca, dándole un beso, el cual no le hizo despertar. 

Esas cosas solo las podía hacer cuando dormía. Sino no me atrevía. Me sentía incomodo. Raro, novato...Odiaba no saber jugar las cartas y Nathaniel estaba ansioso por hacer una partida.
En el fondo yo tambien pero...¡Joder, no me sentía preparado! 

Es que..¡joder...! besaba tan bien. El maldito siempre hacia que mis rodillas temblasen hasta el punto de hacerme ver como un virgen. Solo de imaginar como su lengua recorría mi boca me hacia sudar y calentar.  

Ya llevábamos casi medio año y no habíamos pasado de las caricias y besos. 
En otras circunstancias me habría burlado de la pareja en si, pero el que se encontraba en esa situación era yo...

Me pegue más a su cuerpo y estruje su ropas de pijama. Quería sentirlo cerca, olerlo y notar la temperatura de su piel. Aunque pensar que lo que hacia yo lo había hecho alguna vez Debrah, me hacia recular. Me tumbe boca arriba en la cama notando mis mejillas calientes, cosa que no pude soportar. Sería vergonzoso y patético si Nathaniel me viera así. No quería que se creyera que podía moldearme como le apeteciera... ¡Ya me había hecho cambiar suficiente!

Me levante de un salto y fue al baño. Me mire al espejo. Tenia el pelo lleno de enredos y parecía ser que las raíces empezaban a verse oscuras.

-Que fastidio..- Murmuré mientras me peinaba un poco.

Al regresar a la cama Nathaniel ya se había levantado. Estaba sentado en el borde de la cama, parecía pensativo y su mirada estaba perdida. 

Debajo de ese pijama aun quedaban algunas marcas, sin dejar de lado las de su interior.
En silencio me acerque a él y le abrace.

-Cómo te odio...por hacerme esto...- Murmure mientras le estrechaba contra mi pecho. Por mas que no lo quisiera, hacia lo que quería conmigo.

El rubio, sin decir nada, correspondió mi abrazo y hundió su rostro en mi cuello. Se levanto para poder abrazarme mejor aunque algo me saco del ambiente y me aparte al instante.

-¡Joder.. Nathaniel podrías avisar...!- De nuevo me sentía acalorado. El delegado había tenido una ereccion matutina y le había dado los buenos días a mi jodida pierna..

-Ni que fuera la cosa mas rara del mundo....- Dijo mirándome con el con el fruncido. Se aparto de mi al instante y se fue al baño.- Mejor que no entres... si no quieres ver como me masturbo.. yo solo...- Se notaba un poco su fastidio.

Me senté en la cama, justo donde había estado el rubio anteriormente. Si mi pareja me hiciera lo que yo a él, me cabrearía bastante, probablemente mucho, pero no podía hacer nada, aun.

Cogí mi mp3 y sin mas me tumbe en la cama, intentando no pensar. Suspire. Sabía que esto iba a ser dificil.

Todo había pasado tan rápido. Pero si no era de esta forma, ahora Nathaniel ya no estaría aquí y eso no quería que pasara. Todo menos eso.

Tal vez debía de disculparme cuando Nathaniel saliera del baño...o no. Debía ser paciente. Le dije que seria dificil...

Cuando salió del baño llevaba una toalla en la cintura y otra en los hombros, aun le daba verguenza enseñar aquello...Me lo quede mirando, viendo como por todos los medios intentaba no enseñarme su piel.

Me levante y le quite la toalla de los hombros.

-Ya vale Nathaniel, me haces sentir un extraño cuando haces esto...-

Entonce me miró con su entrecejo aun mas fruncido, quitándome la toalla de las manos.

-Ya se que no es lo mismo pero ¿como crees que me haces sentir cuando me apartas de ti de esa forma?- Suspiro y rápidamente se tapo el torso con una de sus camisetas, esta vez una de azul claro, un poco mas informal.

No me confesé, simplemente fui a ducharme. Habíamos quedado en el medio día con los demás para ir al centro comercial para pasar el día.

***

El lugar de encuentro era un banco del parque que se había convertido en nuestro punto de queda habitual. Allí ya estaban Kentin y Sucrette hablando animosamente.

Sucrette al vernos sonrió y nos saludó como siempre, con energía. Aun me sabía un poco mal cuando la veía de esa forma. Me preguntaba si realmente lo hacía con toda sinceridad o no. Enseguida nos saludó el castaño y nos sentamos con ellos a esperar a los que quedaban.

Al cabo de poco llegaron Armin y Alexy. Discutían.

-¡Por culpa de no dejar el juego a medias hemos vuelto a llegar tarde!
-No podía dejar el juego. Me faltaba muy poco para pasar de nivel. ¡Hubiera sido un sacrilegio irse en ese punto!
-¡Eres un plasta!- Dijo mientras lo empujaba.
-¡Y tu un violento!-

El gemelo moreno se aparto enseguida de él iendo corriendo detrás de Kentin, sonriendo picaramente mientras miraba a su otro gemelo, el cual lo miro aun con más odio.

-No me metáis en medio, por favor..- Dijo Kentin mientras intentaba sacarse de detrás a Armin.

Y Nathaniel suspiro.

-Ya vale, nadie se meterá en medio de nada, es suficiente. ¿Habeis llegado, no? Pues ya esta.-

-E incluso aquí no puedes dejar de ser el delegado...- Murmure mientras le miraba de reojo.

El rubio no me contesto, ignorándome por completo, haciéndome quedar en ridículo, cosa de la cual se percataron casi todos.

A pesar de todo sus palabras fueron efectivas. Dejaron de discutir y dejaron en paz a Kentin.

-Y solo falta Lysandro... Que novedad....- Murmuró fastidiado Armin mientras sacaba de su bolsillo su consola.

-Probablemente se haya despistado..- Murmure mientras miraba a mi alrededor, ara ver si lo veía de lejos. Y efectivamente... se encontraba en otro banco. -¡Lysandro!- Grite, llamando su atención. Sin mas se acerco a nosotros y saludó como si nada había pasado. Siempre tan digno.

No le dimos muchas vueltas, era una cosa habitual ya. Desde lo pasado con Nathaniel nos habíamos vuelto un pequeño grupo que a veces era más grandes y otras no tanto pero contábamos mas los unos con los otros y nos llevábamos un poco mejor, o eso creía. Mire de nuevo a Nathaniel, el cual se había ido a hablar con Sucrette.

-¿Sucede algo?- Pregunto Lysandro al verme mirar tan intensamente al rubio.

-...No.- Tarde demasiado en contestar.

-Eres un mentiroso.-

-¡Cállate ya! Son cosas que no te incumben.-

-Ya, no puedo meterme en tus discusiones de pareja pero tal vez ser mas humilde te ayudaría un poco...- Dijo sin cambiar su expresión. Yo simplemente chasquee la lengua.

Al llegar nos paseamos un poco por los distintos lugares del centro, mirando los escaparates de las tiendas, intentando no perder a Alexy, pues sus pies se iban hacia dentro de cada tienda de ropa que encontrábamos hasta que llegamos al cine.

-¡Hey! ¿Por qué no vamos a ver ultima que han sacado de Marvel? -Comento emocionado Armin.

-¡Si! Es buena idea, a parte de que así descansamos un poco, hace ya un buen rato que estamos caminando.-

-Que floja eres...- Me metí una vez mas con ella. Sucrette simplemente me sacó la lengua. Despues de esto tonos nos dirigimos hacia dentro para comprar las entradas y luego las palomitas y demás.

Dentro del cine nos sentamos un poco como nos dio en gana, era de las ultimas semanas que la daban y casi no había gente. A mi no me apetecía mucho ver la peli, así que me puse detrás. En cambio Armin se puso en frente de todos, junto a Sucrette y Lysandro quienes tambien parecían querer verla. Mire como Alexy y Kentin tambien se ponían detrás. A esos dos se les notaba demasiado.
Y luego estaba Nathaniel, quien se había puesto justo donde la entrada le ordenaba.

-Pst...- Intente llamar su antención. -Nathaniel...- Murmuré mientras el rubio parecía ignorarme o no escucharme. -¡Nathaniel!

Se giró. Le sonreí levemente y con la mano hice un movimiento para que se cambiara de sitio y viniera a mi lado, pero el negó con la cabeza.

-Venga...- Intenté suavizar la mirada.- -Casi no hay nadie.. y ya no van a venir...-

El rubio suspiro algo asqueado y se levanto, viniendo a mi lado. No dude en poner mi brazo en su hombro, rodeando le aunque el rubio no se relajó, estaba rígido y tenso, mirando los anuncios de las otras películas como si fueran lo mas interesante del mundo. Yo, solo podía mirarle a él, obviamente de reojo, pensando en que si fuera una chica ya estaría comiéndole la boca sin pensarmelo dos veces pero...

Y de repente escuche un pequeño grito, casi ahogado. Mire de donde provenía. Había sido Kentin el cual estaba mirando a Alexy, agarrándole los brazos.

-Aquí no...- Creí entender.-

-Venga, solo un poco, nadie nos ve...- Murmuró el otro.

No podía ver la cara del peliazul, estaba tan pegado el cuello de Kentin que...-.

-Alexy...-

Y a partir de allí ya no pude escuchar nada mas, pues sus bocas se unieron y empezaron a besarse de una forma que hubiera calentado el mismísimo papa de Roma. Como se las gastaban esos dos...No podía entender como el hijo de un militar tuviera tan poco orgullo como para hacer esto en público y de esa manera...

Pero la verdad es que le tenía envidia.

Una vez terminada la película fuimos a comer. Escogí yo, fuimos a un McDonals. La entrada del cine ya había sido muy cara, ahora tocaba algo barato.

-Oh mierda...- Murmuró Kentin.-

-¿Qué pasa?- Pregunto Sucrette mientras comía una de sus patatas.- Si pago mi menú no tendré suficiente dinero para volver...- Suspiró el castaño mientras miraba a la chica.

-Yo te dejaría pero estoy igual que tu..- Dijo apenada.- Si quieres podemos compartir algo.- Le propuso mientras le acercaba la bolsa de patatas fritas.-

-No será necesario, ya le dejo el dinero.- Saltó de repente Alexy quien le pregunto un par de euros.-

Ambos, se miraros y simplemente Kentin accedió.

-Gracias.-

-No hay de que.-

Otra vez. No lo entendía. ¿Y su orgullo de hombre? Creía que Kentin había cambiado, seguía siendo un pelmazo.

En en un momento dado nos encontramos en el baño.

-Os he visto.- Murmure aun apuntando en el orinal con Kentin a mi lado.-

Se tensó tanto que incluso dejo de mear. De verdad que seguía siendo el mismo.

-¿A que te refieres?- Dijo en un hilo de voz, terminando rápido de mear.

-A tu y Alexy en el cine.- La verdad es que no era muy dificil no veros....- Seguí..-

-Escucha yo...-

-No necesito tus explicaciones. Mete tu polla donde quieras y a quien quieras pero...¡ten mas orgullo!

-¿Eh? ¿Orgullo?- Parecía no entenderme.

-¿Dejar que tu pareja te pague la comida? ¿Meteros mano en el cine?

-¿Y que tiene de malo?- Me miraba con una pequeña mueca.-Y bueno.. no es que seamos pareja pero...-

-Ya te dije que eso mi no me importa solo que...joder es que encima es un tío!

-No puede ser...¿Estas saliendo con Nathaniel y piensas así? Nathaniel es un tío, lo sabes?

-Claro que lo se pero yo...

Me estaba dejando llevar por mis emociones y ahora estaba en un callejon sin salida. Le había contado mi más profunda preocupación a quien una vez me había burlado de una forma muy desagradable. Ahora era un blanco jodidamente fácil. Ya se había burlado de Amber una vez y ahora podía hacerlo conmigo.

Nos quedamos cara a cara aunque no lo miré a los ojos hasta cierto tiempo, viendo que él me estaba mirando directamente.

-¡Me estas poniendo nervioso! Si quieres burlarte de mi, hazlo!

Suspiró.

-La verdad, no me dan ganas de burlarme. Mas que nada, me da pena Nathaniel...Sé que te quiere mucho y tu solo le das largas. ¿A caso no lo quieres?-

-¿¡Tu que crees!?-

-Pues no se que creer. Estas despreciando a  tu pareja diciendo lo que dices...

Me quede callado sintiendo como la rabia y la verguenza subían por mi rostro hasta ponérmelo rojo, cosa de la cual se dio cuenta el castaño y lo hizo recular un poco. Tenía razón. Era como su lo estuviera despreciandolo únicamente por ser hombre. No tenia la culpa de que aun no hubiese aceptado que esta vez estaba saliendo con un hombre y que debía dejar de lado todas las cosas homófobas que había dicho en el pasado y todo ese orgullo que en verdad no servia para nada.

Di un golpe en los azulejos de aquel baño.

-¿Crees que no lo se!?- Maldita sea Kentin...

-¿Y crees que dar estos golpes te hace mas hombre? Eres patetico Castiel. Creía que habías cambiado un poco pero esa chulería tuya va a hacer que Nathaniel te deje o que tal vez nos deje a todos. Si de verdad le quieres, piénsalo. Yo, al principio me sentía igual que tu. Nunca me había planteado salir con un chico pero desde que Alexy se me declaro lo estuve pensando y me di cuenta de que valía la pena intentarlo. Aun no he aceptado del todo sus sentimientos pero lo haré, lo haré cuando sepa la manera de decírselo a mi padre...-Suspiro.- Tu no tienes ningún problema, tus padres ya lo saben y todo el mundo te acepta tal y como eres a pesar de ser un cabrón de lo más plasta. ¡El único problema que siempre has tenido eres tu mismo!-Gritó.

Se había alterado pero parecía haberse sacado de encima algo muy gordo. Yo quede en shock porque en el fondo sabía que tenia razón. No le dije nada mas, salí del baño y  volví con los otros, los cuales ya estaban terminando de comer.

-Despues de aquello me di cuenta de que si que había cambiado y que tal vez era mas hombre que yo...-

Recogimos y paseamos un rato mas hasta que empezó a hacer algo de frío a la vez que la luz del sol menguo hasta quedar el paisaje con un aire anaranjado.

-Chicos creo que yo ya me iré para casa.- Comento Sucrette la cual parecía empezar a tener frío.

-Si, yo tambien, tengo que terminar unas canciones...Permiteme acompañarte de vuelta- Siguió Lysandro.

-Claro, gracias.-

-Bueno, pues si es así, yo tambien me iré. -Siguió Armin mientras se llevaba las manos detras de su cabeza, como siempre solía hacer. -¿Vienes conmigo o....?- Pregunto a su hermano.

-Alexy me ha dicho que me acompañara un rato mas por aquí...-

-¿Eh? Ah si es verdad, que quiere que le ayude a comrparse unas camisetas.- Contesto con una sonrisa, bastante animado.

-Vale, como queráis, bueno pues me voy.- Siguió Armin despidiendose con la mano.

-¿Y vosotros dos?- Pregunto Sucrette.-

-Supongo que ya nos iremos para casa tambien.- Dije, seguía algo desanimado.

Nathaniel simplemente asintió y sin mas cada uno fue por su lado.

***

-Tal vez debería irme a mi casa hoy...- Murmuro Nathaniel.

-¿Y eso?- Pregunté mirándolo, sin dejar ambos de caminar.-

-No soporto estar en esta tensión...- Susurro, casi inaudible.

-Como quieras..-dije sin pensar, arepintiendome en el mismo instante. La verdad es que no quería que se fuera hoy ni nunca de estar en mi casa.

Entonces seguimos caminando hasta llegar al cruce donde nos teníamos que separar para ir a nuestras respectivas casas.

-Bueno... hasta otra..- Siguió murmurando, sin saber muy bien como despedirse de mi, mantenía la distancia. Aquello era muy doloroso, era como si por cada paso que daba, hacía recular dos al rubio y no quería eso. Cada vez lo volvía mas inseguro, mas temeroso y eso era lo contrario a lo que quería para él.

No podíamos seguir así.

Tome su mano y lo estire hacia mi, haciéndolo chocar contra mi cuerpo. No dude en abrazar su cintura y besar sus labios.

-Ven a mi casa...- Susurre dándole otro beso.

Nathaniel el cual me miraba con sorpresa y un leve sonrojo estuvo de esa forma por unos largos segundos, luego asintió y aun con ese mismo silencio nos fuimos para mi piso.

Una vez allí el ambiente se sentía extraño. Nathaniel se quedo parado al lado de la puerta y yo solo intentaba distraerme acariciando desesperadamente a Diablo, el cual, lo agradecía.

-¿Qué te pasa?- Terminó por preguntar.

-¿A mi? Nada... ¿Qué quieres que me pase...?-

-Dices que te da igual si me voy a mi casa o no y luego me pides que venga...no sueles ser indeciso...-

Deje el perro y lo mire.

-Incluso yo puedo serlo. Tengo mis indecisiones, mis preocupaciones y miedos. Me equivoco. Mas de lo que querría....- Me acerque a él y acaricie su mejilla.-

-Perdóname Nathaniel... he sido un capullo en muchos sentidos..-

-El rubio tomo mi mano y la beso antes de volver a ponérsela en la mejilla.-

-Todo el mundo sabemos que eres un capullo pero que lo reconozcas, es algo nuevo.Y te perdono, aunque por ciertas cosas no tienes que pedirme perdón. Cada uno va a su ritmo...- Desvió su mirada levemente.

-No, si que te quiero pedir perdón porque lo he estado dejando de lado a pesar de que si tengo ganas. Simplemente, simplemente estoy siendo un estúpido que se deja llevar por un pensamiento que no tiene sentido...-

Despues de decir todo aquello me sentí liviano y a la vez un poco excitado por el sentimiento de ser sincero y sin ningún tipo de tapujos.
Lo abrace muy íntimamente y besé el lóbulo de su oreja.

-Y no disfrutar plenamente de esos besos que me dejan sin fuerza en las piernas y me la ponen dura...- Pude sentir como un calor subía por mi vientre solo por imaginarme sus fogosos labios succionar y arrastrar a su gusto los míos. - Y tu olor llevarme a un maldito trance...-Hundí mi rostro en su cuello notando como lentamente iba accionando una palanca que tal vez no tuviera opción de remitir si seguía así.

-Castiel, si sigues así yo no sé si...- Podía sentir como su temperatura subía y su respiración se aceleraba.

-¿Sabes? No sabía que te podías poner así por unas simples palabras.. -Reí un poco divertido y le mire. Quería ver su cara. La cual fue un maldito chispazo el cual me calentó por completo.

-Jodido delegado...- Lamí sus labios y poco mas. Nathaniel me tomo del rostro y empezó a besarme. No pude evitar suspirar. Estar cachondo de verdad lo hacía aun mas bueno moviendo la lengua y la boca.
Fue empujándome, aprovechando mi debilidad para tirarme en la cama y él conmigo y mirarme como si no hubiera comido en años.

-Te gustará...- Susurro mientras me daba un último beso y lentamente iba subiéndome la camiseta para lamer y besar mi abdomen.
Yo no podía decir nada, simplemente morderme la lengua para no jadear como un gato en celo. Su mirada, me ponía aun mas caliente. Agarre con fuerte las sabanas y mire al techo estremeciéndome cuando pellizco uno de mis pezones.

-¡Joder..! -Gemí mientras ya no podía aguantar mas aquella aceleración en mi cuerpo. Tal vez si que habíamos esperando demasiado. Uno no puede vivir solo de pajas y menos si tiene a alguien le guste cerca.

El rubio siguió bajando hasta pararse en mi obligo, el cual relamió mirándome en deseo, como si quisiera advertirme de lo que iba a hacer.

Se paró delante de mi paquete, el cual estaba demasiado hinchado y lentamente, jugando, torturándome, deslizo sus dedos por él hasta llegar a mi cinturón, el cual quito y luego desabrocho hasta dejármelo por las piernas.

Le mire. Podía ver sus ganas. No paraba de morderse los labios y esa mirada... joder, correrme solo por eso si que me costaría mi hombría.

Despues de quitarme los pantalones se puso entre mis piernas y dejo caer su aliento allí, aun tapado con mi boxer.

-Ya vale, joder Nathaniel.- Me estaba volviendo loco y los nervios me estaban matando.

-¿Ya vale, qué? -Se relamió los labios y fue bajándome la ropa interior hasta hacerla desaparecer del todo. -Déjame hacerte sentir bien. No sabes desde hace cuanto que deseo esto...- 

-¿Chupármela?-

No pude vitar sonreír un poco.

-¡No, idiota! Juntarme contigo...Aunque es verdad que tambien quiero hacer esto...-

Me sonrió levemente y sin mas se inclino para lamer mi glande, tomando mi sexo con su mano para tener mas control y empezar con especie de ruta la cual hacia con su lengua una y otra vez hasta que posó sus labios en la punta y la deslizo hacia dentro de su boca. Sentí su calor, su humedad.
No podía dejar de mirarlo. Era tan sexy. Su cara estaba tan roja pero no dejaba de ser dulce y a la vez mostrar una expresión excitada.

Antes de empezar a moverse me miro y yo solo pude desviar mis ojos. Me aprisiono más con su boca y empezó con un suave vaivén a la vez que acariciar mis muslos. Lentamente se fue dirigiendo hacia mis testículos, los cuales tambien me acaricio.

No quería verme en ningún espejo, casi no podía levantar mi rostro para mirarlo. Ahora sabia que el rubio no solo era bueno besando, sentía que me dejaría seco en cualquier momento. No quería gemir pero ya no podía mas, de verdad que ya no podía mas.

-¿Te gusta?- Pregunto en un jadeo.

Vi como de su comisura surgía saliva y mi preseminal. Sin dejar de estimularme con sus manos. Le miré, intentado comportarme. Nathaniel estaba temblando, Podía ver sus caderas teniendo espasmos cada dos por tres.

-¡No me preguntes eso..! ¿No es obvio, joder? Me tienes loco, a punto de correrme. De tener la mejor corrida de mi vida. ¡Joder! Pero dámela...-Moví mis caderas, desesperado, jadeante y a punto de exportar.-

-Nunca creí poder llegarte a ver así, Castiel...- Murmuro mientras se limpiaba la saliva que se derramaba por su boca y enseguida empezaba a bajarse los pantalones. -Yo, tampoco puedo mas- Exhalo roncamente dejándome a la vista su imponente ereccion.

-¿Qué vas a hacer?- Jadee, poniéndome un poco nervioso pero sin poder moverse, estaba tan mal que me daba igual con tal de poder venirme...

-Solo resiste un poco...- Murmuro mientras se llevaba dos dedos a su boca y los empezaba a ensalivar.

-Nathaniel...-

Por un momento creí que esos dedos iban a ir para mi pero al ver como empezaba a masturbarse y a meterlos él mismo.

-Mierda...eres...-

Iba a levantarme para ayudarlo pero me paro..-

-Quiero que me mires...-

¿Cómo me pedía aquello? Su rostro era jodidamente sexy mientras hacia aquello. Quería tocarlo, lamerlo por todas partes y sobretodo...hacerlo mío, hacerlo verdaderamente mio de una vez por todas.

Nathaniel no escondia sus jadeos. Movía sus caderas y sus manos desesperadamente, lentamente pero profundamente. Aquella escena tan sensual que me ponía cada vez peor.

-¿Te gusto?- Preguntó sin dejar de penetrarse y masturbarse.

-Maldita sea delegado... no empieces porque terminaras mas... muy mal..- Me masturbaba con ganas, sin dejar de miranrlo de arriba y abajo. Deseando cono nunca antes había deseado el cuerpo de alguien.

-Solo dime.. ¿te gusto?- Paro de tocarse y lentamente se fue acercando, subiendo lentamente a la cama para tumbarse encima de mi, rozando ambos sexos.

-Me gustaras mas si te quitas esta camiseta..- Murmure buscando su boca.

-Mm,..- Me dio su lengua mientras movía sus caderas y formaba un suave y desesperado roce. No dude en subírsela aunque el me paro.

-No, por favor..-

-Nathaniel, me gustas, me gustas mucho y me gusta cada parte de tu cuerpo incluso tus cicatrices...- Déjame sentirte... por completo..- Le subí de nuevo su camiseta y con los ojos húmedos el rubio alzo sus brazos, quedandose completamente desnudo. Yo tambien me quite mi camiseta y nos besamos una vez mas auque me separe.

-Te comería al boca durante todo el día pero ya no mas, me tienes desesperado..-

-Yo tambien lo estoy..no lo dudes..-

-Entonces co...-

Me quede callado al ver como el rubio se bajaba y de la nada sacaba un condón, supongo que lo debió coger antes de mi mesita de noche.

-Estas tan duro..- Jadeo, mientras me lo ponía, lamiendo lo por encima, como si fuera delicioso.

-No juegues mas. No sabia que fueras ta cruel..-

-No te quejes, aquí el que lo esta pasando peor soy yo. Te lo puedo asegurar. Ademas, quiero disfrutare... hasta el final...-

-Ahora solo dame unos segundos...-

Me preguntaba como lo quería hacer. Iba a levantarme pero a ver que volvía a subirse encima de mi y tomaba mi sexo para llevarlo a su recto me quede callado.

-Joder... me sorprendes a cada paso, delegado.- Le intente sonreír pero mi rostro se nublo al instante que empezó a penetrarse. Mi boca se fue entreviendo. Era muy estrecho, demasiado, me estaba asfixiando de una forma que creí que era imposible de sentir.

-Ah..joder...- Mire a Nathaniel. Parecía dolerle y bastante.

-¿Es que solo sabes sotar tacos?..Ng... - Me miro con los ojos entrecerrados, empezando a sudar a mares.-

-Es tu culpa...- Murmure, casi no me salia la voz, me apastaba. -Relájate...sino...-

Era verdad que estaba demasiado apretado y no había manera de moverse pero su manera de ser y la forma de mirarme tampoco me ayudaban mucho a no estar tan jodidamente duro.

De repente el rubio empezó a masturbarse y a tocarse las tetillas, intentando buscar una manera de relajar su cuerpo.

-¿Sabes..? Muchas noches hacia esto pensando en ti y me imaginaba que mis manos eran las tuyas, Castiel.¡ joder quiero que entres en mi..! -Se empujo casi a la fuerza y termino de entrar. Su expresión, esa expresión mezclada en placer y dolor... Gemí su nombre y mis caderas saltaron.

¡Castiel... ahg.. quieto..- Jadeaba totalmente rojo. Me sorprendí a ver que estaba llorando. -Perdóname, solo unos segundo. Deja que me acostumbre...-Sonría entre lagrimas, mirándome a los ojos. -Créeme que quiero empezar pero, duele.-

Nuestras respiraciones totalmente agitadas eran lo único que se escuchaba en aquella habitación. nuestros ojos no se habían perdido de vista en ninguno momento. Me sonreía aun soltando alguna lagrima, mezclada con aquel sudor que no paraba de bajar por su frente y yo le sonreía a él. Por fin nos habíamos conectado.

-Te quiero..- Dije si previo aviso.

-...Suficiente...- Murmuro a la vez que empezaba a mover con algo de dolor sus caderas, cada vez mas rápidas -No te quiero Castiel, yo te amo...- Jadeo mientras cada vez se movía más rápido.

Subía y bajaba, dejándose caer de golpe alguna que otra vez. Cuando hacia eso gemía con fuerza y no precisamente de dolor. Parecía ser que le gustaban las embestidas fuertes, y a mi hacerselas...Era jodidamente buena esa  sensación. Pero en esa posición poco podía hacer para conseguir repetirla mas veces y Nathaniel se veía muy cansado, era el único que se estaba moviendo.

-Nathaniel...-

Llame su atencion y cuando la tuve gire me alce y de un giro hice que se saliera de mi y me pusiera poner delante de él. Alce sus piernas y le abrí para mi.

-Me toca a mi darte placer...-

Lamí mis labios y lo penetre hasta el fondo haciéndolo gemir como nunca.

-¡Castiel!-

Y así una y otra vez hasta que por fin pude sentirlo y Nathaniel, su vientre estaba complemente empapado de preseminal.

-¡Me voy a correr..!- Grito entre lágrimas mientras alzaba sus brazos para que lo abrazara.

-Yo tambien.- Rugí mientras lo abrazaba y movía con desespero mis caderas y escuchaba la desgarradora y sensual voz que salia de su cuello.

Terminamos prácticamente a la vez, totalmente abrazados y agotados.

Nos deje caer en la cama. Ahora podía escuchar el perro ladrar y arañar la puerta desesperdamente pero no me importo en lo mas mínimo. Sonreí una vez mas al rubio que se mantenía con los ojos cerrados. Estaba tan sudado y rojo. Trazo mis dedos por su frente y le retire el pegajoso flequillo hacia atrás.

-Ha sido una pasada...- Murmuré. Mis palabras hicieron sonreír al rubio.

-Lo mismo puedo decir...- Lentamente se fue acercando a mi y me beso tiernamente.

-Te amo delegado...- Besé su nariz, sin poder dejar de sonreirle.

-Y yo a ti, chuleta de turno...-

-Eh no te pases...- Murmure haciéndole reír un poco. Pues le hice unas pocas cosquillas.

Nos abrazamos, cayendo casi al instante en un profundo y merecido sueño.

Fin del primer extra.

¿Habrá mas?




viernes, 5 de septiembre de 2014

Otra historia más. [NathanielxCastiel y SucrettexCastiel]

Fan fic del juego de corazón de melon.
Géneros:
 Drama psicológico, angustia, tragedia y romance.
Advertencias:  Violencia y palabras mal sonantes
No recomendado para menores de 13 años.
Escrito en
: -
Finalizada: Sí.
Rectificada: -

Nota de la autora: ¡Por fin! Despues de tanto tiempo he terminado esta historia. Estoy bastante satisfecha con el resultado aunque debo reconocer que me he dejado algunos acentos y hay cosas que se podrían mejorar pero no puedo esperar mas para subirlo. Prometo editarlo. Será de gran ayuda si me decís las partes que cuentan un poco de entender. Y como última información. "Sucrette", puede ser substituido por el nombre de vuestro personaje de corazón de melón si queréis.

Espero que os guste mucho y muchas gracias por leer.

Cualquier comentario estara bien recibido siempre que sea contructivo ^^


Todo cambio una noche. Estaba paseando a Diablo por las calles de la ciudad. El ambiente era algo húmedo y yo estaba algo cabreado, odiaba pasear al perro si no era con música a mi alrededor y ese día no tenia batería en mi discman pero, gracias a eso, si, parece mentira pero dije gracias. Pude escucharlo.

-¡Joder! ¡Hostia puta!

Siguió con fuerza a la vez que un intenso estruendo hizo asustar a mi perro. Las voces provenían de un callejón. De el salio rodando la tapadera de uno de los cubos de basura que había en el lugar.

-¡Maldición!-

Mientras me acercaba me preguntaba porque hacia aquello. Podría haber sido un borracho o drogadicto con síndrome de abstinencia y haberme matado por sacarme de los bolsillos las cuatro monedas que llevaba, pero igualmente lo hice y mire la tenue luz que atravesaba ese callejón  y que iba a parar encima de aquel sujeto. Temblaba, sollozaba y respiraba con dificultad. Estaba llorando.

-¿Qué haré?-Se preguntaba a si mismo creyendo que estaba solo.

No tarde mucho en darme cuenta de quien era. Sus ropas y aquel cabello rubio lo delataban. Era el perfecto y pulcro delegado que en esos momentos se encontraba golpeando cubos de basura y gritando como un loco en un basurero.

Nunca me hubiera imaginado que la voz del delegado sonara así cuando gritaba. La verdad es que NUNCA me hubiera imaginado al delegado gritando y menos diciendo tacos.

Me lo miraba en silencio. Era curioso y a la vez extraño. Estaba en shock. No entendía nada y a la vez el pecho dolía. Parecía que algo dentro de él se había roto. Era doloroso.

Me hubiera quedado mirándolo mas tiempo pero el gruñido que surgió de la angustia y inseguridad de mi perro me delato.
Nathaniel se giro totalmente asustado tenia los ojos y la cara rojos y sus mejillas mojadas de lagrimas y sudor.

Al verme se paro y giró por completo dejando escapar de sus dorados e hinchados ojos dos enormes lágrimas que fueron acompañadas de una triste sonría y varias carcajadas de frustración.

-Lo que me faltaba...-Jadeo entre risas.

-Venga...¿A qué esperas? ¡Ríete y búrlate de mi!-

Sus ojos parecían que tuvieran que salirse de sus órbitas. No era médico, ni ganas, pero podía llegar a la conclusión de que estaba sufriendo un ataque de ansiedad.
Mi cuerpo seguía completamente estático. No daba crédito a lo que estaba pasando. Incluso las manos me empezaron a temblar.
No sentía ganas de burlarme de él. Una cosa era burlarse de tonterías, pero aquello.. aquello no era para burlase de nadie. Algo terriblemente malo le había pasado para que se encontrase en ese estado.

-¿Qué te ha pasado?- Pregunté mirándole a los ojos, aquellos ojos que reflejaban desesperación, miedo y sobretodo tristeza.

Tal vez por eso me acerque. Sentí la tristeza en su voz.

-¡¿Y a ti que te importa?! ¡¿Desde cuando te preocupas por los demás?! ¡¡Joder!!-

Todo su cuerpo temblaba y parecía que tuviera que perder la conciencia en cualquier momento. Era como si quisiera sacar una enorme bola de su estómago y se estuviera aguantando con todas sus fuerzas. Negó con la cabeza y la bajo.

-No puedo mas...- Jadeo cayendo de rodillas y rompiendo en un intenso llanto.

-¡Estúpida Sucrette!-Llegue a entender.

¿Esa "tabla de planchar" tenia algo que ver?  Era una entrometida pero no era propio de ella dañar a los demás y menos hasta ese punto. Tragué duro y dejé el perro atado a una cañería para luego, a paso lento, acercarme a Nathaniel.

-Vamos...- No sabia que decir.- Te acompañare a tu casa...-

Era lo único que se me ocurrió. Llevarlo con su familia. Ellos sabrían que hacer, donde llevarlo y demás.
Entonces fue cuando me miro con una mirada aun más perdida y una sonrisa que hizo que se me helara la sangre.

-¿¡Qué casa?! ¡Me han echado!- Grito con desespero.

-¿Qué?-

No lo podía comprender.

-¿El gallito esta sordo o qué? ¡Que no me quieren en casa! ¡Que les he traicionado!-

Apreté los dientes al escuchar como hablaba. Tuve que contenerme para no darle un puñetazo. Empezaba a ponerme aun más nervioso. Tenia muy poca paciencia y ya se me estaba agotado. Ese cuento ya me cansaba.

-No tengo ni puta idea de lo que has hecho pero la solución no es comportarse como un maldito loco. ¡Nathaniel!-Le grite tomándolo de la camisa y sacudiéndolo un poco.

-No tienes ni puta idea de nada!-

Grito alzando su puño y dándome un derechazo en toda la mejilla. Me hizo caer de espaldas. Había dolido, y mucho, pues me había roto el labio. No dude en levantarme y abalanzarme contra él para darle la vuelta. Le provoqué un sangrado de nariz del cual se dio cuenta enseguida y con los ojos al rojo vivo en rabia e ira volvió a golpearme, esta vez tirándose encima de mi para empezar una serie de puñetazos en mi cara, los cuales, por un momento tuve miedo de no poder devolver. El perro se estaba volviendo tan loco como el rubio al ver como su amo estaba siendo golpeado de esa forma y eso aun me alteraba aun mas junto con que el capullo tenia mucha mas fuerza de la que esperaba.

-Joder...¡BASTA!-

Grite con el sabor de la sangre en mi boca. Doble mis piernas para luego empujar al rubio hasta hacerlo chocar contra una de las paredes del callejón. Me limpie la sangre de la nariz y la boca y me incorpore. No se movía. Mi respiración seguía agitada por la rabia, mis puños seguían apretados, deseando darle la paliza de su vida, pero su aspecto era lamentable. Escupí en el suelo, ya de pie, mirándolo. Iba a irme. Ya se las apañaría. Seguro que la verdad era que en vez de sacar un diez en el examen había sacado un nueve y su mami lo había regañado.

-Imbécil...-Murmure mientras desataba a Diablo e intentaba tranquilizarlo. Ya había sido suficiente por aquel día. Volvería a casa.

A la mañana siguiente todo el mundo me miraba raro. Seguramente se debían pensar que me había buscado pelea o alguna chorrada peor pero realmente no me importaba, aunque igualmente era una molestia, con lo que pase de ir a las primeras clases. Me quedaría en mi adorado banco y me relajaría escuchando música de mi discman recargado.

Termine quedándome dormido hasta la hora del recreo en la cual me desperté y empecé a buscar a Lysandro con el cual tenia que hablar de unos asuntos sobre nuestro grupo.

De camino hacia dentro de la escuela me encontré con Sucrette la cual se me quedo mirando.

-Ya se que te gusto, pero podrías disimularlo un poco.- Dije parándome y sonriendole de forma torcida. Me encantaba hacerla cabrear.

-Como si alguien no pudiera mirarte hoy...- Suspiro.- -¿Qué te ha pasado?-

Chasquee la lengua.

-Un oso me ha atacado.. ¿no te jode?-

Le conteste algo molesto por una pregunta tan obvia.
Entonces fue cuando las palabras de Nathaniel volvieron a mi mente. Había mencionado a Sucrette. Me la quede mirando unos segundos, perdido en mis pensamientos, cosa que pareció ponerla nerviosa porque sus mejillas se pusieron rojas.

-¿Qué pasa?- Pregunto, intentando hacerse la borde.

No sabia que hacer pero la curiosidad me mataba a parte de que si realmente le había hecho una putada a Nathaniel.. la quería saber. Siempre es bueno reír un poco.

-Vas de mosquita muerta pero...se que has hecho cosas malas.- Sonreí algo picaron. -¿Qué broma le has gastado al delegado?-

Me incline levemente, para intimidarla un poco más  pero no obtuve la reacción que quería. Se volvió algo pálida y retrocedió.

-No se de que hablas...-Dijo ladeando sus ojos, cosa que la delataba de que me estaba mintiendo. Arrugué mi entrecejo. Aquello me molestaba.

-¿Sabes porque hoy no ha venido?- Preguntó para desviar un poco la pregunta.

-¿Estás tonta? Como quieres que yo lo sepa...- Y la mente se me fue. ¿No había ido a clases? Un sudor frío recorrió mi espalda y después de aquello salí corriendo del instituto para volver a aquel callejón donde se me termino de helar la sangre. Justo como lo había dejado la noche anterior, estaba en esos momentos.

-Joder...- Murmure acercándome a él para luego tocarlo. Estaba helado. Enseguida mire si seguía respirando. Exhale al ver que así era pero no podía seguir quedándose así y menos lo podía ver nadie. Me quite la chaqueta de cuero y lo tape un poco con ella. Intente despertarlo.

-Venga...despierta.-

Golpee su ensangrentado rostro hasta hacerlo reaccionar y después de eso, a paso lento, fuimos hasta mi casa, que por suerte no estaba muy, muy lejos.

Allí lo senté en el sofá a la vez que hacia callar a Diablo.

Daba vueltas arriba y abajo de la sala de estar, pensaba que hacer. El tonto ese seguía medio inconsciente y no parecía querer reaccionar.

-Agua...- Pidió en un balbuceo. En unos segundos se la fue a buscar, intentando darle el baso pero sus brazos seguían inertes, temblando de vez en cuando.

-No me hagas hacer esto...- Replique cabreando. No tenia pajitas así que tuve que acercar el baso a sus labios. La mitad fue a fuera pero a medida que iba entrado cada vez los colocaba mejor hasta beber correctamente. Pero la temperatura seguía sin subirle y su cuerpo estaba realmente sucio de porquería y sangre.

-Me deberás una muy grande...- Seguí diciéndole, aunque parecía no escucharme.

Le llene la bañera de aguan caliente y lo guíe hacia ella, sentándolo en un taburete que había. Parecía que no iba a colaborar de ninguna de las maneras. No reaccionaba.

-Te odio tanto..- Murmure siguiendo con aquello.

Empecé a quitarle los zapatos y los calcetines y suspire. Aquello estaba siendo duro. Le mire. Su mirada estaba perdida y su cabeza algo baja. Le quite la corbata, la cual ya estaba para tirar y luego me propuse en quitarle la camisa cuando de una brazada me aparto al instante.

-¡No me toques!-

-¡Tranquilo! ¿Crees que tengo ganas de hacer esta mierda? Pero si no lo hago a saber que te pasara.. ¡Estas al borde de la hipotermia! Tienes que darte un maldito baño y limpiarte ¡que también apestas!-

Me acerque de nuevo y le obligue a quitarse la camisa. Por sueste sus movimientos eran limitados al igual que sus reflejos, con lo que, no me pudo golpear. Aunque al ver su pecho todo se volvió aun mas confuso. ¿Qué eran todos aquellos moretones? Yo no le había golpeado en esos lugares y parecían estar sobrepuestos, antiguos sobre nuevos. Era imposible que eso lo hubiera hecho Sucrette. O eso quería creer.

Y tampoco resolvía el porque lo habían echado de casa.

-Escondió mas su rostro y se quedo callado.-

De nuevo no sabia que decir, con lo que me acerque y sin mencionar nada termine de desnudarle para luego meterlo dentro del agua caliente. Aproveche para limpiarle las heridas.

Ese silencio era realmente extraño. Solo se escuchaba el sonido del agua y la respiración agitada del rubio.

Parecía que aun seguía aguantándose esa bola.

Fuera de la bañera se secó él mismo. Le preste algo de ropa vieja que tenia, la cual también se puso, le deje solo en el baño y le espere en la sala de estar. No podía dejar de pensar en que debía de haberle pasado.

Tardo bastante en salir, cosa que me ponía nervioso.

Casi estuve a punto de irlo a buscar cuando la puerta del baño se abrió. Mi miraba le siguió hasta que se paro al lado del sofá. La suya seguía igual de baja.

Un nuevo silencio incomodo se formo entre nosotros. Parecía que no iba a hablar si yo no lo hacia antes aunque de nuevo empezó a caminar. Se dirija hacia la puerta.

-No digas a nada a nadie...por favor..- Dijo en un hilo de voz mientras abría la puerta para irse.

-¿¡Pero que coño dices!?- Grite a la vez que le cerré de nuevo la puerta con la mano y le impedí que la volviera a abrir. -Si tampoco se nada. ¿Qué quieres que cuente?-

Le mire a su rostro del cual solo podía ver su flequillo. Jadeo molesto y tome sus mejillas para que me mirara. Descubriendo sus lágrimas.

-No digas nada... de nada no quiero molestar mas a mi....familia.- Murmuro mientras intentaba librarse de mi agarre y abrir la puerta.

-¡No entiendo nada!- Lo tome del brazo y lo empuje hacia dentro.

-Estoy harto de tu estúpido misterio. ¡Haz el favor de decirme que te ha pasado!- Hizo un leve espacio de tiempo, en el cual cruce los brazos y sonreí levemente. -Sino si que contare todo lo que sé hasta ahora por todo el colegio.-

Entonces Nathaniel alzo su vista y me miro con desespero, terminando por morderse el labio y darse por vencido.

-Todo...fue culpa de Sucrette...-Su voz se llenó de rabia.

-Ella denuncio a seguridad del menor contando que sufría agresiones en casa... y lo investigaron.-

Trago duro.

-¡Ahora mi padre esta a la cárcel y mi madrastra totalmente desesperada! La muy víbora sabe que ahora ya no podrá vivir tan bien como lo hacia antes y la fachada de familia perfecta a sido rota.. Pero...-rió frustradamente.- No le importó romperla un poco mas echándome... Nunca le caí bien...Le daba asco...-

De nuevo empezó a temblar.

-Y ahora..estoy jodida y completamente solo...-Soltó otra risita, tristemente.-Si me disculpas.. me iré...-

Al pasar golpeo sin querer mi hombro, cosa que aproveche para volver a embestirlo hasta el punto de sentarlo en el sofá. Estaba totalmente sorprendido y shockeado. Era verdad eso que decían de que uno no se puede fijar de las primeras apariencias.

-Iremos a pedir ayuda.- Le ordene.

-¡No! No quiero molestar a nadie. Ni a los profesores, ni los servicios sociales, ni los amigos y menos a ti!-
Sus ojos se conectaron unos segundos con los míos. -¡Suéltame!-

-¡No!- Le grite con respuesta. -¡No tengo problema en golpearte hasta la inconsciencia una vez mas si no te estas quieto!-

Le apreté un poco el cuello pero al mirarle no pude seguir con aquello. Sus ojos, su cuerpo, todo él.. me empezaban a parecer muy débiles.. delicados. O algo así.. Tal vez solo era pena.

-Estate quieto..encontraremos una solución.. Eres menor, aun pueden hacer algo por ti.-

Murmuré pero Nathaniel negó con la cabeza y suspiro.-

En 4 meses cumpliré los 18... Ya seré considerado oficialmente adulto. No hay nada que hacer. Buscare un trabajo.. y algún lugar donde vivir.

-Pero.. ¿A caso piensas dejarlo todo? Tus estudios, tus amigos..-

¿A mi?

-No me apetece ver a nadie...- Apretó sus puños y bajo nuevamente su rostro.

Probablemente se sentía avergonzado y tenia miedo de la reacción de los demás.

-Eso lo dices ahora pero luego... ¡te vas a arrepentir cabeza hueca!- Le empuje levemente.-¡No todo es lo que piensen los demás de ti ni la fachada!-

Volvió a mirarme cosa que me puso algo nervioso. Era extraño. Debía de ser pena. Sino no entendía ese extraño sentimiento que me rondaba por dentro.

-De verdad que no tienes ni idea…No sabes lo que es sentir que si no eres como quieren los demás no tienes sitio en el lugar donde vives. Sentir la presión, incluso cuando te metes comida en la boca…No tienes ni idea..-

Se limpio los ojos que de nuevo desbordantes en agua.

-Por eso.. no quiero saber ni que sepan nada mas de mi…-

Desde que su madre murió cambio radicalmente su manera de ser. Aun me acuerdo de sus trastadas y su comportamiento y como en más de una vez había sido yo el que tubo que consolar a los demás porque él los había hecho llorar, pero todo cambio cuando su padre se volvió a casar y aparecieron Amber y su madrastra.

De alguna manera empecé a atar cabos. Apreté los puños y suspire.

-Quédate aquí hasta que encontremos una solución. Y no es una opción, sino una orden.-

Me levante y camine hacia la cocina, ya pasaba de la hora de comer.

El delegado se quedo callado y quieto en ese sofá. Yo prepare un par de sánwiches de jamón y queso. Conmigo me lleve dos vasos y un refresco.

-Toma, si no te gusta te jodes…-

Me senté a su lado y empecé a comer. Tardo un poco en reaccionar pero termino por devorar todo lo del plato sin tampoco decir nada.

-Por cierto.. ¿pensaste en que si no vas al instituto la profesora llamara a tu madre?-

-Seguro que se inventaría alguna excusa…-

Le mire fastidiado.

-Creí que eras mas listo…¿De verdad crees que te puedes ocultar por siempre? Maldita sea Nathaniel. ¡Todo esta a tu favor!-

Me miro con odio.

-Deja de llamarme estúpido…Estoy harto de que me lo digan.- Dijo muy seriamente, aunque no pude evitar en volvérselo a decir, porque lo era.

-Lo dejare de hacer cuando no hagas estupideces…ESTÚPIDO.-

-¡Cállate!- Grito mientras se abalanzaba contra mi y me tumbaba en el sofá para taparme la boca con sus manos. Arrugue mi entrecejo y cogí sus muñecas para que me dejara ir.

-¡Cállate, cállate!- Siguió diciendo mientras empezaba a sentir como el aire escaseaba en mis pulmones.

Tenía mucha fuerza.

Al no poder soltarme abrí la boca y le mordí un dedo. Un par de lágrimas se escaparon de mis ojos,
Empecé a toser por la falta de aire.

Y Nathaniel al ver lo que había hecho se horrorizo de él mismo.

-Lo…lo siento…yo..yo..-

Se levanto del sofá con el horror en sus ojos se dirigió hacia la puerta saliendo corriendo de mi casa.

-¡Espera!- Intente gritar ya casi recuperado. Me levante y salí corriendo tras de él.

¿Por qué?

¿Por qué corría? Había intentando matarme pero…no podía dejarlo.

-¡Espera!- Grite viéndolo de lejos. Intente acelerar mis pasos hasta por fin llegar donde él. Habían llegado al parque donde siempre paseaba a Diablo. La humedad del lugar hacia que la hierba estuviera mojada y al ir corriendo termine por resbalar y llevarme por delante al rubio.

-Pégame…-Jadeo tapándose los ojos con un brazo. -Pégame..- Sollozo. –Me lo merezco…- Siguió mientras tragaba duro. Su rostro estaba rojo, se notaba que estaba llorando.

Me lo quede mirando.

-En serio que lo haría…-Dije un poco entre dientes. -Eres patético…-Murmure mientras lo alzaba agarrándolo de la camiseta.

–Mírame…¡Mírame! –Termine por gritar. –Estoy bien. –Le dije seriamente.

Y para mi sorpresa el rubio el cual prácticamente se mantenía sujetado por mi brazo se abalanzo en mi pecho y me abrazo como nunca antes me habían abrazado.

-Lo siento…lo siento..no..no se que me ha pasado…- Agarraba con fuerza mi camiseta y hundía su cara en mi cuello.

Sentía calor. Nathaniel ahora era muy cálido. Lentamente fui devolviendo le ese abrazo.

-Hagamos como si no hubiera pasado…pero debes de prometerme que mañana iras al instituto e intentaremos hablar las cosas…-

Nathaniel asintió sin mas. No sabia si me entendía pero por el momento estaba bien.


A la mañana siguiente fuimos los dos juntos al colegio aunque Nathaniel intento alejarse de mi en sus pasos para que no pareciera que íbamos juntos. No era como si me importara pero igualmente me molestaba. Aunque tampoco no tenia muy claro lo que quería. Habían pasado muchas cosas.

La primera a la que vimos fue a Sucrette la cual no dudo en acercarse a Nathaniel para preguntarle que le había pasado y como estaba. No pude evitar disminuir mis pasos para ver que pasaría entre esos dos.

-Nathaniel..¿qué te ha pasado? No será que...-

Sucrette lo miraba con preocupación, sin entender nada.

-No te importa, no debería de haberte importado nada de mi vida. Pero tranquila, mi padre ya nunca mas que va a poner la mano encima, esta en la cárcel gracias a ti.

Se quedó muda. Se podía ver que no sabia que contestarle. Solo le miraba con sorpresa y angustia.

-¿Qué? ¿No tienes nada que decir ahora?- Le pregunto, dando un paso al frente y haciendo retroceder a Sucrette, la cual parecía que ese estaba asustando un poco.

-Yo..solo..- Murmuro con los ojos llenos de lágrimas.

-Gracias por arruinarme la vida, no me vuelvas a hablar nunca mas.-

Y dichas esas palabras Nathaniel paso de largo, dejando a Sucrette llorando.

Podía entender a Sucrette pero también a Nathaniel. Lo mas probable es que yo hubiera reaccionado como él. Odio que se metan en mi vida pero gracias a ella ahora Nathaniel ya no sufriría más palizas y la mía no contaba...

Termine por acercarme a ella. No sabia que decirle con lo que simplemente me quede quieto, esperando a que hablara ella como siempre solía hacer, aunque no fue así. Al verme se abalanzo contra mi pecho y me abrazo. Pude sentir su calor y su pequeño cuerpo buscando mi protección pero mi corazón no latió con fuerza, ni sentí lo que sentí cuando me abrazo Nathaniel.

¿Por qué?

La mire y le acaricie un poco el pelo.

-Nathaniel..me odia…- Sollozó.-Yo solo..quería ayudarle…estaba muy preocupada…- Siguió aun  pegada a mi. Quería apartarla pero no sabia como.

-Tranquila, llorando no solucionaras nada. Tu.. sueles arreglarlo todo, seguro que esto no sera una excepción…-

Tome sus mejillas para que me mirara y así apartarla.

-Al menos no pierdas esa reputación..para algo bueno que tienes…-

Quedo unos segundos parada antes de sonrojarse y dejar de llorar. Se secó las lágrimas y asintió con una pequeña sonrisa.

-Le ayudare…gracias Castiel.-Sonrió una vez mas y se fue.

Yo…también quería ayudarlo, no quería que ella fuera la única.
Con un extraño sentimiento en mi interior volví a emprender mis pasos hacia el instituto. Prácticamente ya era hora de entrar pero para mi sorpresa Nathaniel no estaba en la clase cuando esta empezó.

¿Por qué? ¿A caso dio la vuelta? No, no podía ser. Lo habría visto ebtrar. Me mordí el labio inmerso en mis pensamientos y en donde habría podido ir.

Lo que el señor Farrés estaba contando era un murmullo irreconocible para mi cerebro, cosa de la cual pareció darse cuenta.

-Castiel, ¿es tan amable de decirme porque no presta atención a mi clase? –

No lo escuche.

- ¿Castiel?-

Le mire de reojo y sin mas me levante para irme de la clase.

- Me aburro.- Murmure mientras cerraba la puerta tras de mi. Una vez fuera acelere mi paso y empecé a buscarlo.

Los pasillos estaban vacíos y únicamente se escuchaba la voz de los profesores dando las lecciones o eso me pareció, hasta que pase por delante de los lavabos.

¿Un jadeo?

El corazón se me aceleró desmesuradamente y con los nervios a flor de piel me adentre en la cabina de los de hombres. No sabía si preguntar. Entre en silencio y escuche. No tardo mucho en resonar por esas blancas paredes otro sollozo proviniente de la tercera cabina. Tenía que ser el delegado.

Empuje la puerta pero esta estaba cerrada con pestillo. Suspire.

-Eh..¿cuanto rato piensas quedarte allí dentro?- Intente sonar como siempre.

No obtuve respuesta. Apreté mis labios y con la punta de mi bota golpee la puerta.

-Sal.-Ordene.

-No...- Se escucho débilmente.

-No seas idiota,¡sal de una vez!-

Golpeé de nuevo, esta vez un poco más fuerte, cosa que, al parecer, asusto al rubio, pues se escucho un sollozo diferente.

-¡Para!- Gritó algo aterrado.

Parecía que estaba a punto de sufrir otro ataque de nervios y yo solo estaba empeorando su estado de ánimo.

-Maldición..Realmente me tendrás que pagar todo esto..- Murmure mientras tomaba la poca carrerilla que podía coger y me colgaba de la parte de arriba de la cabina  ayudándome con el picaporte. Salte a dentro y me pare en frente de él viendo como se escondía para que no lo viese. Negué con la cabeza al verlo aun más lamentable de lo que le había visto hasta ahora.

-Levantarte, estoy cansado de esta mierda, Nathaniel.-

Al no obtener de nuevo respuesta me agache y lo cogí de la camiseta que le había prestado para que me mirara, quería que me mostrara esa minada que nunca había visto en nadie. Esa mirada con odio y algo que aun no había podido descifrar.

-Mirarme.- Ordene mientras lo acercaba a mi rostro casi chocando nuestras narices, cosa que por un momento me asusto y enseguida arregle apartándolo en una sacudida. Pero en esa mirada solo había tristeza y agua. Sus ojos dorados habían quedado manchados y diluidos en tantas lágrimas derramadas, parecían translúcidos.

-Tu.. ¡realmente no entiendes nada!-

Con sus manos temblorosas me agarró también de la camisa, viendo como en unos segundos la rabia subía por su rostro y hacía brillar un poco mas sus ojos.

-Estoy..solo...Sucrette..ya no me hablará mas...mi familia..ya no me quiere.. los otros.. tampoco van a quererme por haberme comportado así con Sucrette y tu... tu..- Me miro a los ojos y pude ver con total claridad como derramaban dos enormes lágrimas que resbalaron rápidas por sus mejillas.- me odias...¡me odias! - Rugió realmente dolido a la vez que se libraba de mi agarre.

-¡Sal de aquí!- Golpeó la puerta mientras respiraba como una bestia atrapada.

¿Lo odiaba? Me pregunte mientras miraba aquellos ojos que gritaban ayuda con desespero y que parecía ser que por cada segundo que me quedaba en esa pequeña estancia se enrojecían mas.

Tal vez si que llegue a odiarle aunque  ese odio solo fue una fachada la cual se convirtió en lo normal, pues creía que él si que me odiaba de verdad. No iba a ser el que sufriera.

-¿A caso tu no me odias? ¿Qué te importa si yo lo hago o no?- Lo empuje cansado de sus golpes y sacudidas.

Entonces fue cuando Nathaniel se quedo quieto, mirándome aun con esas brillantes lágrimas salientes de sus ojos. Su cara se volvió doblemente roja, al igual que sus pequeñas orejas y empezó a temblar.

-Nunca...Nunca te he odiado.-

Bajó su mirada y vi como apretaba los puños y sonrió de esa forma triste.

-Ya me da igual todo así que te lo diré...- Me miro de nuevo con esa sonrisa en sus labios. -Siempre me has gustado...-

Trague duro ante sus palabras. Su mirada se desvió de nuevo, dejando ese color rojo en sus mejillas y un temblor en sus labios. Se los mordió y sin mas salio de esa cabina al ver que yo me había quedado sin palabras pero...¡joder! No sabia que decir, que pensar. Tanta información de golpe y tan sorprendente... Solo podía sentir como mi corazón se aceleraba y mis mejillas se volvían igual de rojas que las de él, aunque eso no llego a verlo. Y también como luego un intenso dolor en el pecho me hacia sentir realmente mal.
Le insulte, le golpee, me reí de él y sobretodo lo deje de lado cuando paso aquello con Debrah, sin saber nada de lo que estaba pasando en su casa. Lo trate realmente mal. ¿Cómo había podido aguantar durante todo aquel tiempo sin romperse de verdad?

-Yo no se...-

No me salia la voz. No sabia como reaccionar ni sentirme. Frote mis ojos al sentir como un intenso dolor de cabeza apuñalaba mis sienes de forma brusca y repentina. ¿Por qué todo tan de golpe? Chasquee la lengua.

Me sentía confundido, cabreado y asqueado..

Y con eso la cague. Hice sentir más mal al rubio y salió corriendo del baño. Exhale pesadamente.No tenia ánimos de nada. Estaba confundido y no sabia que sentir, solo frustración por no haber ayudado a Nathaniel desde un principio, y si, me refiero a pesar de todo porque yo en el fondo.. nunca estuve enfadado con él..al contrario.. me sentía bien cuando estábamos juntos. Eramos buenos amigos o eso creía...

Salí del baño. Ya habían acabado las clases y era hora del recreo. Suspire pesadamente, dispuesto a salir de aquel colegio, despejarme y poder pensar. ¡No tenia ganas de sentirme de esa forma, joder! Pero igualmente, por mucho que me quejase y refunfuñara los sentimientos seguían allí y la preocupación de haber dejado a Nathaniel solo también.

-Mierda...- Murmuré mientras caminaba completamente encorvado y con el ceño fruncido hacia la salida.

-¡Castiel!- Escuche una voz de fondo. Era Sucrette. -¿Que te ha pasado antes? Estabas raro. Decía mientras se acercaba  a mi a paso rápido para alcanzarme lo antes posible porque yo no me detenía.

-...- No sabia si decírselo pero había dicho que lo quería ayudar y yo solo no podría con todo aquello. -Sucrette- Murmure mientras la miraba, tal vez algo avergonzado por tener que pedir ayuda.

Ella me miro enseguida.

-Sobre Nathaniel.. tengo que hablar contigo...-

Su cara cambio enseguida. Asintió. Le conté sobre todo lo que sabia y que quería ayudarlo respecto a su falta de hogar. Estaba seguro que los profesores podían hacer alguna cosa y también de que sus amigos, todos los que formábamos parte de Sweet Amoris, no lo dejaríamos de lado por su pasado ni por su forma de ser porque no tenia la culpa de nada y eso era algo que tenia que saber.

-Deberíamos de contárselo a todos...- Sugirió la chica la cual parecía estar algo ansiosa para empezar con aquella operación.
La mire arqueando una ceja. No sabia porque se emocionaba tanto sobre algo tan serio como era aquello pero no le di mucha importancia. En mi cabeza solo estaba Nathaniel y lo poco que había hecho por él, a pesar de todo.

-No creo que le gustase saber que todo el instituto sabe de su estado y condición....-Conteste enseguida. Entonces fue cuando ella se sonrojo y encogió los hombros, como si no supiera que contestar.

-Pero..entonces ¿cómo sabrá que todos estamos con él?-

-... Yo creo que si sabe que nosotros estamos con él sera suficiente.- Conteste sin pensar mucho. Nathaniel era de ese tipo de personas que con un hilo de araña podían escapar de los pozos más profundos y obscuros. Lo estaba descubriendo con todo aquello, incluso si con ello debía de cortarse las manos para poder escalar hasta la superficie.

Apreté los puños.

-Vamos...- Dijo retomando los pasos hacia la salida del instituto aunque Sucrette parecía algo dudosa.

-Yo...creo que me he olvidado algo en clase. -Murmuro.-

Chasquee la lengua algo cabreado y chuté una piedra.

-Date prisa.- Murmuré algo ansioso.

-Si quieres ve pasando, ya te alcanzare. ¿Por dónde vas a ir?-

-Pues.. no iré muy lejos. Al parque y por las calles de aquí alrededor. Igualmente tienes mi numero, ¿no? Cualquier cosa me envías un mensaje y nos reunimos.-

-Vale, esta bien.-

 Sonrió y sin mas dio la vuelta y regreso dentro del instituto. Me pareció un poco raro pero en esos momentos de verdad que no me importaba nada mas que no fuese ver el idiota de ese rubio y verificar de que estaba bien. Empecé a caminar mirando hacia todos lados.

Pensaba en que decirle, como convencerlo de que todo iba a ponerse bien si venia conmigo y confiaba en mi, o en Sucrette, me daba igual. Y sobretodo que nadie le odiaba ni le culpar,
El corazón me latía con rapidez pero no corría  aunque mis pies morían por acelerar el paso.

-Nathaniel..- Jadee jodidamente preocupado. Mire todos los rincones que conocía del parque, remiré ese callejón y todos los que rodeaban el instituto y el centro comercial. No estaba en ningún lado.

No sabia cuando tiempo había pasado. Estaba agotado. Había vuelto al parque y me senté en uno de los bancos. Mire en frente, encontrándome con ese pequeño castillo formado por una escalera,un tobogán y poco mas. Era el de nuestra infancia. Sonreí algo triste al recordar todo aquello. Esas tardes de juegos, de cuando consolaba a Amber cuando Nathaniel le robaba las muñecas, les arrancaba la cabeza y tiraba del pelo. Me pregunto si ese Nathaniel era el de verdad u otra cara. En esas sus padres actuales hacia poco que se habían juntado y Nathaniel estaba muy celoso de Amber y por eso, tal vez, se comportaba de esa forma pero no tardó mucho en volverse en el chico más respetuoso, pulcro y estudioso del instituto y ahora entiendo el porque.

Una vez mas chute una piedra la cual revoto en el castillo y cayo por detrás.

-Ah..! ¡Joder!-Gritó una voz muy conocida. Me levante de golpe y fui allí detrás, encontrándome frotándose la cabeza y mirandosela como en esta había sangre.

-Joder..- Murmuré.

Le había hecho una herida. Pero su mirada al ver la sangre era indiferente. Solo exalto al verme a mi. También se incorporo e intento irse empezando a correr pero no le deje, le tome del brazo, sintiendo lo frío que estaba.

-¡Nathaniel!-

Pudo sentir su estremecimiento al escuchar mi voz. Tembló. ¿Cómo podía parecerme un chico tan...indefenso y delicado?

-¡Déjame!-

-¡No! Tenemos que ir al ambulatorio a que te miren esta herida.-

-¡¿Estas loco?! No quiero que nadie me toque ni mire! ¿No lo comprendes?-

Me miro con sus ojos ahora tan rojos y húmedos por las lágrimas.

-¡Me estas jodiendo mucho ya! Lo acerque a mi y lo tomé de los hombros!-

-No puedes huir del mundo. ¿No lo entiendes? Y si huyes el vendrá  a ti porque no estas solo..joder.¡No lo estas!-

Entonces pensé en Sucrette ¿Dónde demonios estaba?

-Sucrette también te esta buscando, no esta enfadada contigo ni resentida, solo quiere ser tu amiga y que estés bien. ¿no lo entiendes? ¡Maldición Nathaniel creía que eras mas listo!- Le repetí.

El rubio se quedo callado con la cara girada.

-Cuando te repiten una y otra vez que no sirves para nada, que te miren y traten como una mierda...al final te lo terminas creyendo...¿Y quién quiere estar con alguien que es una mierda? Como dijiste incluso huelo a mierda...- Rió amargamente.

Sentía tanta rabia. No hacia él. Sino hacia todas esas personas tan débiles que solo sabían sacar los defectos de los demás, o peor, de las que creaban defectos inexistentes reforzándose en el cariño y delicadeza de los otros. Ese hombre con el titulo de padre, se merecía estar donde estaba.

-Nathaniel...-Tomé su mentón e hice que me mirara, justo igual como lo hice con Sucrette.- ¿Crees que te miro como si mirase a una mierda?-

Le miraba como me hubiera gustado que me miraran a mi. Mentira,  como suelo mirar a las personas que quiero o...en verdad a la persona que quiero.

-No dejare que te quedes en la calle ni que pienses que eres una mierda, porque no es verdad. La única mierda aquí somos nosotros. Todos los que no nos hemos dado cuenta de tu estado y el comportamiento de tu padre. Él es la mayor mierda de todas, joder Nathaniel..¿que debo hacer para que me creas?-

Sin darme cuenta había empezado a acariciar su mejilla con mis dedos. Nathaniel había quedado parado, mirándome. Lentamente sus mejillas se iban calentado.

Negó con la cabeza.

-La única mierda aquí soy yo... por mas que lo digas....sé que lo soy. Por una cosa o la otra. Siempre haré algo mal...-

Apreté mis labios.

-Nadie es perfecto, ¡ni incluso tu padre!-

-Pero...-

-¡Ya basta Nathaniel!-

Lo apreté contra mi en un fuerte abrazo. ¿Cómo podía tenerte tan poco en cuenta? ¿Qué debía hacer para que pensara de otra manera?

Sentí como lentamente ponía sus manos alrededor de mi cintura pero en el último momento se soltaba. Se deslizó por mi cuerpo, inclinándose y quedándose arrodillado. No pude evitar en sonrojarme a los primeros segundos pues su rostro rozo mi entrepierna por unos segundos pero paso de largo hasta llegar al suelo. Allí me di cuenta de que las cosas no iban bien.

-¿Na...Nathaniel? ¡Nathaniel!-

Se había desmayado. Lo intente incorporar un poco. Estaba completamente pálido y frío. Con un temor horrible y las manos temblando tome el móvil y llame a Sucrette.

-Castiel ¿lo has encontrado?-

-Si...pe...pero se ha desmayado.. ayuda joder!- Dije totalmente desesperado.

-¿¡Qué? ¿Dónde estas¿ vamos para allá.

-En el parque de siempre.. date prisa!-

-Cerré el móvil y seguí intentando desperar al rubio el cual se veía muy mal.

-Aguanta Nathaniel...-

Acariciaba su mejilla, intentando calentar su cuerpo pegándolo al mio. Mis ojos se estaban humedeciendo. Ya no podía mas. ¿Por qué le tenia que pasar todo a él? No había derecho.

En esas no me había dado cuenta de que Sucrette había dicho "vamos". Cuando vi que a lo lejos un cumulo de gente se acercaba a nosotros me quede boquiabierto. Estaban todos. Sucrette, Lysandro, Kentin, los gemelos, todas las otras chicas, sin contar con Amber ni sus amigas pero loa demás si, incluso los profesores y la directora

¿Qué habías hecho Sucrette?

Los profesores se dieron paso entre todos los chicos y empezaron a revisar a Nathaniel.
Entre los chicos había otro hombre. ¿Un vianante curioso? No pude evitar en mirarlo mal, pero él pareció importarle muy poco. Parecía preocupado también.
Sucrette también termino por acercarse y me miro pareciendo por un momento más preocupada por mi que por el rubio.

-Hemos llamado una ambulancia, no creo que tarden mucho.¿Estás bien..?-

No sabia como me debía ver. Aun me sentía algo nublado por haber llorado unos minutos antes.

-No te preocupes por mi en estos momentos..-

-Tranquilo, todo va ir bien ahora.- Sonrió satisfecha.

De alguna manera su sonrisa me conforto. Al cabo de unos minutos llego la ambulancia. Enseguida trasladaron a Nathaniel en la ambulancia. Solo podían subir dos personas en el coche. Quise subir yo pero el señor Farrés me paro.

-Ya has hecho suficiente por hoy. Mañana podrías ir a ver al hospital.-

Arrugue el entrecejo.

-¡¿Por qué? Quiero subir. ¿Quien mas a va a parte de la directora?-

Y sin mas vi como ese hombre que antes me pareció molesto se subía a la ambulancia junto a la directora, con la cual parecía que tenían cosas que hablar. Pudieron ver como miraba con rabia a ese hombre, con lo que me dijeron lo que aprecia que estaba preguntando con los ojos.

-Ese hombre es el tío de Nathianel.- Soltó de repente Sucrette.-

-No entiendo nada.¿Qué has hecho?-

La chica suspiro. Tengo que contarte muchas cosas...

-No me hiciste caso pedazo de cabezota.-

El señor Farrés se volvió a  su casa y la ambulancia se fue hacia el hospital. Por supuesto estaba muy preocupado pero los enfermeros ya aclararon que se había desmayado a causa una bajada de presión muy fuerte y que con reposo y un poco de suero se estabilizaría.
Los demás nos quedamos en el parque para hablar.

Sucrette me había mentido.
En verdad, era de esperar. En esos momentos no caí en ello porque no me importaba y solo quería encontrarlo. Fue a hablar con los profesores y reunió a todos los chicos para contarles lo que estaba pasando con Nathaniel.

Los profesores no sabían nada. No habían prestado atención a las ausencias de Nathaniel. Confiaban demasiado en él y prácticamente ya no lo consideraban un alumno, sino un ayudante. Alguien que parecía imposible que detrás de esos informes perfectos y sin ninguna falta hubiera una verdad tan horrible.

Enseguida llamaron a su casa y se encontraron con que la familia del propio Nathaniel ya había movido algunos hilos.
De buena fe el tío de Nathaniel fue a darles ayuda económica y apoyo moral después de enterarse del encarcelamiento de su hermano. Pero al encontrarse con la noticia de que habían echado a su ahijado, enfureció, pero en esas el colegio ya se había puesto en contacto y quedaron ambos hasta el momento actual.

-¿Entonces ahora Nathaniel vivirá con su tío?-

Pregunto Armin, el cual aun seguía sin acabar de entender nada.

-Si él quiere así sera.- Contesto Sucrette con una sonrisa. Se notaba que estaba satisfecha.

Me miró de reojo, como diciéndome que ella tenia razón desde un principio.

Suspire y ladee la mirada, mirando la nada.

-Vive muy cerca del instituto así que sera como siempre o mejor.- Siguió diciendo.

Estuvimos un rato hablando. Quedando para ir todos juntos a visitarlo.

***

A la mañana siguiente, después de clases fui el primero en llegar al punto de queda. Estaba muy nervioso y ansioso. Tenia muchas ganas de ver como estaba y saber cual era su opinión respecto a la idea de ir a vivir con su tío.

¿Qué pasaría si se negaba?

Apreté los puños con rabia y frustración. Como hiciera semejante tontería... le partiría la cara.

Suspire.

-¿En que estás pensando?-

De repente una voz femenina me saco de mi trance. Era Sucrrete, una vez mas.

-Nada que te importe...- Murmure cruzándome de brazos a la vez que me apoyaba un poco mas cómodamente en la pared.

-Um.. vaya, parece ser que necesitas irte a la camita ya.. que humor...- Me contesto con el ceño fruncido aunque poco a poco fue acercándose y se apoyo a mi lado en la pared.

-¿En serio que estás bien?- Preguntó con una dulce voz.- Ayer... fue la primera vez que te vi llorar...- Murmuro.

Abrió los ojos y la mire. Sentí como las mejillas me empanzaban a arder. No sabia si me daba mas vergüenza avergonzarme por eso o el simple hecho de que ella hubiera conseguido avergonzarme.

-¡Ya te dije que no te preocuparas por mi!-Dije algo molesto, girando enseguida la cabeza.

En esos momentos Sucrette sonrió y seguidamente se mordió el labio, aunque yo no lo vi.

-No preocuparse por ti.. es un poco difícil para mi...-

-¿Hum? Habla mas alto, no te entiendo- Replique, mirándola, ya con la cara normal, o eso creía.

-No... nada.-

A partir de ese momento empezaron a llegar todos y sin mas nos fuimos al hospital en bus. Si lo pensaba esa era la primera "quedada" que hacíamos todos juntos en muchísimos años. Era patético pensar que la causa de nuestro reencuentro fuera ir ver a uno de nuestros amigos al hospital, y encima que fuera nuestra culpa, o parte de ella, que el estuviera allí.

**

Una vez allí nos encontramos con su tío, el cual se encontraba en las puertas del hospital, fumándose un cigarro. Aprecía muy nervioso.
Sucrette, la cual no podía evitar preguntar, se paró y le saludo para saber que hacia en la entrada, pudiendo estar con Nathaniel.

-Aun no lo he visto...-Respondió, contestado así a su manera. -Tengo miedo de que me rechace...pero aun más si prefiere quedarse en la calle...- Dijo exhalando el humo del tabaco.

-Si se queda aquí fuera nunca lo sabrá.- Dijo enseguida Sucrette. -Nosotros vamos a verlo. Si quiere puede venir y le ayudaremos.-

Nos quedamos en silencio unos momentos, esperando la respuesta de aquel hombre. ¿D verdad iba a cuidar de Nathaniel? Necesitaba muchos cuidados y no se veía nada preparado para ello aunque al menos le quería, cosa que ya era mucho en esas circunstancias.

-¿Qué decide?- Siguió la chica, tal vez algo ansiosa. Sucrette  estaba siendo un poco plasta. Le debía mucho, pero también debía de tener paciencia.

Fuera cual fuera su decisión yo me encargaría de que fuera a vivir con él. No permitiría que se quedase en la calle, no después de ver su resultado después de pasar únicamente dos días en la intemperie.

La verdad es que moría por verlo. Tenia una ansiedad en el pecho que sabia que no se marcharía hasta que no lo viera y supiera que estaba bien. Me sentía muy extraño, ansioso...aunque yo no lo mostraba como cierta chica de pechos planos...

Tardo en reaccionar pero al final se despego de la pared y con una sonrisa algo forzada asintió.

Todos untos fuimos a ver a Nathaniel.

Por cada paso que daba la ansiedad y nerviosismo aumentaban. ¿Por qué? Solo sabía que no sabría como reaccionaria al verle. Sudaba a mares y me dolía el pecho. No me reconocía. No sabia si me sentía así porque era consciente de sus sentimientos, porque estaba preocupado por su futuro o porque yo era el que no sabia definir mis propios sentimientos y estaba hecho un manojo de emociones y nervios.
O tal vez,  simplemente tal vez, era porque sabia que lo que estábamos haciendo no estaba bien. Era incorrecto. No podíamos entrar de golpe. Íbamos a causarle un shock ya que no sabía nada.. Su último recuerdo era el mío...abrazándole.

Me adelante a todos y me pare delante de la puerta cerrada de su habitación, la que marcaba 115.

-¿Qué pasa?- Preguntó Sucrette, con los ojos enormemente abiertos.
-¿Es que no habéis pensado?- Dije bastante borde. -No tiene ni idea de que todos sabemos su situación y mucho menos de que su tío va a llevárselo a su casa. Se va a poner histérico si entramos todos a la vez.-

Todos se quedaron callados, dándome la razón con ese silencio.

-¿Entonces que propones?- Volvió a preguntar Sucrette.

-Debería de entrar únicamente una persona con la cual tuviera confianza y la cual ya supiera que se encontraba en la calle.

No sabía si me había explicado bien pero en esos momentos estaba nervioso.

-Solo podemos ser tu o yo, Castiel y....creo que el mas indicado para entrar eres tu...ya que me dijo que no quería ni que le hablara...-Bajó levemente su cabeza.

Tenia razón. Una intensa punzada me atravesó el estomago.

El tío de Nathaniel me miro y asintió. Parecía estar de acuerdo.

-Bueno, pues voy a entrar...-

-Ánimo, Castiel.- Dijo Lysandro desde el fondo. No hablaba casi nunca pero siempre sabía cuando hacían falta unas palabras. Le sonreí y levemente tomé el pomo de la puerta. Inhalé y exhalé una bocana de aire, la cual me dio la fuerza para abrir la puerta y entré dejándolos atrás.

Miré en frente, encontrándome con una luz cegadora. Era la del ventanal. La habitación era blanca,  de dos pacientes aunque en esos momentos Nathaniel estaba solo. Di unos pasos y lo vi. Esta despierto, quieto, mirando el techo. Parecía asustado y tenso.

-Hey...- Dije de la nada, asustándole. -Tranquilo.- Murmuré.

-¿Qu...qué ha pasado?-

Solo de verme empezó a llorar, acercándose con cuidado al borde de la cama,  porque llevaba un gotero.

-No llores...- Susurré.

De alguna manera no me salio la voz. Me parecía tan triste la vida de Nathaniel, pero le sonreí, pues por fin, alguien le iba a contar la parte final de su historia, una con un final feliz. Lentamente le  limpie la mejilla de esas pequeñas y cálidas lágrimas.

-Ayer te desmayaste...-

Nathaniel al escucharme separo su cuerpo del mio, volviendo a ponerse boca arriba en esa cama, girando su cabeza, algo avergonzado.

-Lo siento...- Terminó por decirme.

-No tienes porque disculparte, no fui yo quien te llevo al hospital.

El rubio pestañeo.

-¿Entonces?- Pregunto con algo de miedo.

Inspire profundamente. No sabia muy bien por donde empezar para que no se alterara. Le sonreí de nuevo.

-¿Sabes porque sonrío?-

 -¿Porque por fin te has librado de mi?- Dijo mientras sus ojos se humedecían un poco. Parecía que se estaba montando una pequeña historia a base de suposiciones.

-Hey...hey...- Tomé sus mejillas para que parase, y sin mas, casi acerque mi frente junto a la de él. Esas acciones me salían solas. Era raro, ni me daba cuenta de como me estaba viendo. -No te montes películas...Estoy feliz porque todo va a salir bien, no vas a quedarte en la calle, si tu no quieres.-

-¿Qué?- Dejó escapar en un hilo de voz. Podía sentir su calor y como su cuerpo temblaba muy suavemente.
-No entiendo nada.-

-Recuerdas que te dije que no estabas solo?- Susurré mirando sus ojos dorados. -No estaba equivocado... Tu tío... fue a ver a tu familia y se entero de todo y enseguida.. empezó a buscarte...aunque la verdad..- Sonreí mas.- Nosotros habíamos sido incluso más rápidos que él...bueno..en realidad Sucrette fue más rápida... y se lo dijo a todos en el instituto.

Mientras iba hablando unas enormes lágrimas bajan por sus mejillas. Negaba suavemente con la cabeza, como diciéndome que no se lo podía creer.

-Nathaniel ¿qué debo hacer para que te lo creas? ¿Qué  mas me queda para hacerte entender de que la gente te quiere tal y como eres a pesar de todo?-

-...- No supo que contestarme.

Lentamente fui dejando sus mejillas, aun húmedas.

-¿Qué tal si te los muestro?-

Me levante y abrí la puerta, dejándolos pasar a todos. Nathaniel se puso rojo hasta la punta de sus orejas, llorando mas fuerte.

-Yo... lo siento...-

No sabía porque se estaba disculpando porque no tenía nada de que disculparse pero allí estaba. Pidiendo disculpas por algo que no haba hecho ni dicho. Sino simplemente por ser quien era.

-Nathaniel...- Su tío dio unos pasos en frente. -Disculparme tu a mi por no hacer nada antes...- Se acercó a él y le abrazó con fuerza, alborotando su pelo. -¿Querrás venir a vivir conmigo? -Le pregunto besando su frente, dejando escapar unas pequeñas lágrimas.
Nathaniel aun sin poder parar las suyas asintió y volvió a abrazarlo.

Tal vez aquella era la escena mas emotiva que había visto en mi vida. Trague duro y mire a mi alrededor, sintiendo que no era el único que se sentía de esa manera.

-Quizás deberíamos irnos...- Comento de la nada Lysandro el cual se frotaba un poco uno de sus ojos heterocromáticos.

-Oh.. no, quedaros. Nosotros tenemos mucho tiempo para hablar, ya que me quedare aquí todo el día y la noche, vosotros supongo que pronto tendréis que iros.-Volvió a alborotar el pelo de su ahijado.-Nos vemos luego.-

Nathaniel volvió a asentir.

Su tío salio y nos dejo a solas en la habitación.

Se formo un silencio. Tal vez algo incomodo, suponía que para todos era algo difícil empezar una conversación.

El hospitalizado suspiro y tomó un pañuelo para sonarse.

-Yo...siento haberos causado molestias y preocupaciones...mi intención no era para nada esta...-

-Realmente eres como un muñeco de repetición.- Le mire con enfado.

-Nosotros somos los que nos tenemos que disculpar...- Me corto Sucrete.- Especialmente yo...aunque en verdad no me arrepiento de nada de lo que hice, solo que siento haberte hecho enfadar tanto...-

Alexys acaricio la cabeza de la chica para consolarla un poco, pues parecía encogerse a medida de iba hablando.

-Puedes confiar en nosotros para lo que necesites.- Dijo mientras le sonreía como solo él sabia hacer. Demasiado bien y todo. Enarque una ceja.

-Opino lo mismo.- Siguió Lysandro.

Y así lentamente fuimos rompiendo el hielo que se había formado entre nosotros al igual que el frío de aquella tarde de otoño que seguramente todos recordaríamos de por vida, pues apretamos ese lazo que se había aflojado entre nosotros. Lo triste era pensar que había tenido que pasar eso para hacerlo.

Se mantuvo callado casi todo el rato. Solo sonreía de vez en cuando y asentía. Sus mejillas estaban algo rojas y sus ojos vidriosos, debía de ir limpiándose la nariz ya que no paraba de moquear. No sabia si se sentía como si le estuvieran riñendo o si estaba feliz de todo el apoyo que le estaban brindando, aunque este fuera de golpe y a deshora.

Al caso terminar la hora de visita Sucrette se acercó a él.

-Entonces..¿somos amigos?- Preguntó con los labios tensos y apretados.

-Me pase.. y realmente no quise decir lo que dije. Nunca dejamos de serlo.. o así lo quería sentir, Scurette...-

-Nathaniel...- Sus ojos se humedecieron un poco y se abalanzo para abrazarlo. El chico, algo tímido le correspondió el abrazo.

-Perdóname...- Siguió el rubio.

La  chica negó. -Todo esta bien ahora. Solo recuperate.. el instituto se va a caer sin ti..- Dijo para hacerlo reír.

-No te creas.. seguro que Melody lo esta llevando muy bien.- Dijo a la vez que la miraba. Ella les miraba con algo de celos pero se acerco y tomo su mano.

-Igualmente te quiero, no, te queremos de vuelta.- Le sonrió dulce. No tardes.-

Nathaniel algo sorprendido asintió.

Todo aquello me estaba dando la oportunidad de aprender y darme cuenta de muchas cosas y de lo estúpido que fui al comportarme durante todo ese tiempo de esa forma con Nathaniel y seguramente yo no era el único que se sentía asi y tampoco el que no iba a intentar compensarlo por tanta falta de atención y compañerismo.

***

La luz cegadora del ventanal había desaparecido y en el cielo solo se podía ver una terrible oscuridad que daba paso al jardín de ese hospital. No debían ser mas de las 6 o así pero el hospital estaba un poco lejos de la zona residencial. Debíamos irnos pronto. Aunque yo no seria el anunciador, nadie parecía querer irse y yo no era la excepción. Me encontraba sentado en uno de las pequeños asientos de aquel lugar. Le miraba cuando él no lo hacia.
Cada vez se notaba más suelto y animado. Eso me reconfortaba mucho. La verdad era que...su sonrisa me hacia sentir bien. Tal vez nunca le había visto una sonrisa tan sincera. ¿A caso esa la primera que se nos mostraba en mucho tiempo? Sin darme cuenta suspire.

-¿Estas bien?-Me pregunto Lysandro el cual se había dado cuenta, ya que casi lo tenía a mi lado. Permanecía apoyado en la pared.

-Si, todo bien...-

-¿Seguro?-

-Por supuesto, no seas pesado.-

-Debiste de informarme de lo que sabias.. tal vez te podría haber ayudado...o..¿a caso solo querías saberlo tu?-

Puso sus manos en su mentón, tomando una posición de reflexión, bastante típica en él. Me sonroje y arrugue mi entrecejo.

-¿Qué insinúas?- Intente no gritar, no quería que nadie nos oyera.

-Nada...¿qué piensas tu?-

Me miró de reojo y después sonrió débilmente, dando seguidamente unos pasos al frente, dejando la conversación por finalizada y a al vez intentando conseguir la atención de los demás.

-Chicos.. deberíamos irnos ya. Nathaniel, espero que te recuperes muy pronto.- Le sonrió gentil  a la vez que se acercaba y abrazaba.

A partir de ese momentos nos despedimos. Uno tras del otro fueron dando sus últimas palabras antes de irse. Nathaniel seguía igual de tímido, y tal vez algo asustadizo pero eso era normal.

Me quede sentado, siguiendo mirándolo hasta que solo quede yo. No pude evitar en sentir como el corazón se exaltaba al pensar que iba a tocarlo...o simplemente por tener que despedirme.

Me quede parado en frente de él. Estaba nervioso.

-Bueno...recuperare pronto...-

Me mordí levemente el labio. No estaba haciendo lo que en verdad quería pero no podía moverme.

-Gracias, de verdad, gracias..-

Me miro y sonrió y esa sonrisa, únicamente esa sonrisa, fue triste.

-Nos vemos..-

Con la cabeza algo descolocada salí de allí.

-Adiós...- Dijo Nathaniel moviendo a la vez su la mano.

No fui a verlo más. En realidad no quise saber nada mas del tema por muchas veces que los chicos me invitar a ir con ellos a visitarlo al hospital. No podía arriesgarme a volver a ver esa sonrisa. No podría soportarlo.

¿Y por qué las cosas eran así?

No lo sabia. Solo que dolía cada vez que pensaba en él y no quería sentirme de esa manera, aquel sentimiento era parecido a cuando Debrah me dejo.

***

Nunca pensé que el regreso de Nathaniel fuera tan sencillo.
Solo podía sudar al pensar en él y en como me miraría sin dejar de lado sus palabras. Me aterraban. Pero me equivoque. Me ignoró por completo, tanto como yo le ignoré a él. Ni siquiera me moleste en chincharle como solía hacer antes, cosa que los demás pudieron notar. Parecía que el mundo se hubiera puestos al revés. Ahora que ignoraba completamente a Nathaniel los otros intentaban hacerle más caso que nunca.

Nunca sabría si por pena, para hacerse un favor a ellos mismos al haber estado tan poco considerados o realmente habían abierto los ojos ante su, no, nuestro error. Si, parecía ser que yo era el único malvado, el borde y frío Castiel, el cual seguía dejando de lado al pobrecito de Nathaniel, el cual había sufrido violencia domestica.
Solo de pensar en esos pensamientos me daban ganas de romperlo todo. No podía soportar la idea de que los otros sintieran pena por Nathaniel y por eso mismo no quería saber la verdad de sus pensamientos y actos.

Pero la verdad es que únicamente había una persona que no había cambiado en nada. No le había hecho falta. Y esa era Sucrette.

-¡¿Otra vez haciendo campana?!-

Alce mis ojos viendo su semblante arrugado por el enfado. Todos se dirigían al gimnasio y ella se había desviado para hablarme.

-¿Otra vez siendo tan preguntona?-

Cerré mis ojos y sin mas me dispuse a seguir durmiendo, realmente no podía dormir bien desde ese día...

-Vas a repetir si sigues de esta manera...-

Siguió molestándome después de unos segundos de haberse hecho un silencio.

-¿Y crees que me importa?- Dije realmente borde, Me empezaba cabrear de verdad.

-¡Tal vez a ti no pero a mi si!-

Enarque una ceja aun con los ojos cerrados, aunque enseguida los abrí, encontrándome con su cara, mirándome intensamente.

-¿Y por que debería de importarte?- Seguí, preguntándole curiosa y picaramente. Quería hacerla sonrojar. Me gustaba ver la cara de tonta que ponía.

-Bueno...-Se sonrojo.

Objetivo conseguido.

- ¡Seria una molestia ver como te atrasaras! Y además.. dejaríamos de ir todos juntos...- Su voz sonó triste. Lo decía de verdad.

Alce mis manos y toque sus mejillas, simulando que se la iba a acariciar aunque la terminé pellizcando.

-¿Qué clase de cara es esta? ¿Eh? ¿Eh?-

-¡Ahh me duele, Castiel!- Puso sus manos encima de las mías aunque en vez de intentar apartarme me acaricio las manos.

-En serío...no faltes a clase...-

Me sorprendí. ¿Qué era eso? Me aparte enseguida y me incorpore, sentándome en el banco que había sido mi cama de remplazo. Mire a nuestro alrededor. Ya no había nadie. Todos habían entrado en el gimnasio.

-Te van a poner una falta como no vayas corriendo al gimnasio.-

La chica se tenso levemente.

-No.-

¿Qué?- La mire sin entender que le pasaba.

-No me iré hasta que no vengas conmigo, sino yo también me quedare aquí.-

Se sentó a mi lado y miro al suelo, seguía roja.

-Haz lo que quieras...-

La mire de reojo, pues se cambio de lado a la hora de sentarse. En verdad me daba igual si faltaba o no. Era su culpa, no mía. Aunque, de reojo, podía ver su rostro algo angustiado. Parecía que esa falta le iba a doler si realmente la cometía. Y eso me ponía nervioso. Empezó a golpear el pie contra el suelo.

-Escucha... ¿se puede saber porque COÑO no vas a clase?

Y ella con los ojos húmedos por las lágrimas que empujaban por salir de sus ojos me miro.

-¿Es qué aun no te das cuenta?- Bajo su mirada y haciendo en su rostro el mayor esfuerzo que había viste en mi vida me dejo helado con solo dos palabras.- ¡Te quiero!-

Una serie de doloroso recuerdos abrumaron y ahogaron mi cuerpo, el cual quedo congelado, al igual que mi cerebro. ¿Iba en serio? ¿Realmente todas aquellas caras y aquellas palabras iban en serio? No sabía como sentirme. Si idiota por haber jugado con ella o  subnormal por no haberme dado cuenta antes.

-....¿Castiel?-

La mire aun con la boca abierta. Se miraba las manos y sus mejillas y horas estaban completamente rojas.
Y esas orejas....tan carmesíes como sus mejillas me recordaron a alguien. Nathaniel, el también se me declaro.

Me lleve la mano en la cabeza. Me estaba entrado una jaqueca algo importante.

-Yo...no se que decirte.. me tomas de sopetón...-

Solo por esas palabras los ojos de Sucrette empezaron a aguarse.

-¡No es un no! ¿Vale? Solo que..estoy sorprendido...-

-Si te gustase de verdad no tendrías que pensarlo. ¿Aun estas enamorado de Debrah?- Pregunto con un hilo de voz.

-No...-

-¿Entonces?-

-No lo se...- Mentí. Si que lo sabía. No me veía capaz de decir que si porque pensar en una atadura me aterraba. No quería sufrir mas, ni tampoco hacer sufrir a los demás a parte de que...

-Esta bien...- La chica se esforzó a sonreír.- Esperare y ahora..iré a clase...-

Sin mas se levanto y se fue corriendo al gimnasio.

La observe mientras se iba hasta que desapareció por completo. Suspirando y una vez mas me deje caer por el banco hasta quedar totalmente tumbado. Mire el cielo escondido por las ramas peladas de los arboles.

-.¿Sucrette eh?- Me dije a mi mismo.

Pensando en lo que acababa de pasar. La verdad era que nunca había pensando en ella como tal. Siempre la había visto como una mosquita que daba vueltas alrededor de mi pero que tampoco era tan molesta como para tenerla que apartar. Pero ahora que se la verdad... No era una chica fea, a pesar de que estuviera plana, y sobretodo era buena persona. Pero.. igualmente por mas que pensara en sus cosas buenas mi corazón y mi cuerpo... no sentían nada.
Cerré mis ojos e intente recordar cual era esa sensación. La primera persona que intente visualizar fue Debrah pero solo de imaginar su cara mi corazón dolía, y mucho. Si alguna vez sentí amor por esa chica, se había desvanecido por completo. Suspire de nuevo. Me había hecho tanto daño, pensar que todo lo que paso surgió por ese mal entendido con Nathaniel...

Nathaniel.

Mi corazón dio un salto. Arrugue el entrecejo. ¿Por qué con el si?
Visualice su rostro. Sus ojos tristes y cansando aunque adornados con esa sonrisa que nunca solía faltar, ,almeno delante de los demás, y ese pelo rubio y vestuario que tanto le caracterizaba. Suspire nuevamente y me tape la cara con las manos. Me sentía raro. Recordé sus palabras, su confesión aun aun sin rechazar ni aceptar...
Tenia que hacer algo al respecto. Al igual que con Sucrette pero aun no sabía el que ni que decir a ninguno de los dos. Estaba muy confundido y aterrado.

Tenía miedo de no hacer lo correcto y sobretodo de que me volviera a hacer daño.

Todo estaba resultado muy difícil y complicado. Odiaba sentirme presionado. Es mas, sentía que nadie tenia el derecho de hacerme sentir mal ni sufrir. Por eso vivía solo, y por eso pasaba de ir a la mayoría de clases.
Dependía de mis decisiones para hacerme la vida mas fácil o menos. Y sabia muy bien cual camino llegaba a casa cosa.

No era engañarme. En el fondo sentía mucho cariño por esa chica. Solo que nunca trate de profundizar mi relación con ella, pues tampoco quería causarle problemas ni nada por el estilo. Además.. él me ignoraba. Tal vez había cambiado de opinión respecto a lo que sentía por mi aunque esto ya daba igual.
Suspiré y mire una vez mas al cielo. Estaba cansado y los ojos me dolían de tenerlos abiertos. Termine por quedarme dormido una vez mas.


***

-Que si...- Murmuré.
-¿Uh?- Sucrette me miro sin entender. -¿Qué si qué?

Trague duro y arrugue un poco el entrecejo mientras me acercaba a ella, mirándola con vergüenza y una extraña sensación en mi estomago.

-¡Que quiero salir contigo!- Escupí esas palabras casi gritando, sin pensarlas. Salieron de mi estomago ya que en mi cabeza no había nada. Todo se había centrado en esa parte de mi cuerpo y aquel cúmulo de sensaciones y sentimientos extraños que ardían y revolvían mis entrañas. Creí que las mariposas no dolían. Y allí,revoloteando duramente, casi cortándome por dentro, se quedaron para no irse.

Por supuesto dijo que si. Me abrazó y dolió. Dolió por dentro y por fuera de lo fuerte que me estrecho.

En verdad le gustaba....

La mire, tal vez algo enternecido. Quería estarlo. Y acaricié su cabeza viendo como me miraba con los ojos húmedos en lágrimas. Supongo que por la emoción. Estuvo unos largos minutos de esa manera y de repente se separo aunque sus brazos bajaron y rodearon mi cintura.

-¿Te apetece quedar esta tarde?- Me pregunto realmente sonriente y colorada.

-Um... ¿y por qué querría salir con una chica como una tabla de planchar?- Dije algo cansado, mirándola de reojo.

Enseguida inflo sus mofletes y me empujo.

Reí sin mas.

-Pues claro que podemos tener una cita.-

Le revolví de nuevo el pelo aunque ella se aparto.

-No creo que llamarme eso me anime mucho a querer tener citas contigo...- Siguió con el puchero y se cruzo de brazos.

Reí mas fuerte. Como me gustaba hacerla enfadar. Tal vez eso era lo que mas me gustaba de ella.

Después de aquello cada uno fue a sus respectivas casas. Habíamos quedado a las 5 y media de a tarde en el parque. Sucrette tenía deberes y no podía ni quería hacer nada hasta tenerlos hechos. Yo...practique un poco con la guitarra hasta el momento.

Suspire de alivio al sentir las primeras notas de esa canción de Winged Skull que ya me sabíia de memoria. La música hacía que aquellas malditas mariposas de afiladas alas se apaciguaran y dejaran de rebanarame el estomago. Suspire pesadamente. Tal vez me estaba enfermando.

Había sido agradable volver a tener una chica entre mis brazos pero la sensación no era la que quería obtener ni la que recordaba. Y eso me jodía porque realmente deseaba poder obtenerla y hacerlo todo más fácil pero parecía que no podía ser así.

Sin dejar de tocar miré el reloj. Faltaba menos de media hora para la cita. Suspiré sintiendo que no tenía ganas de salir de casa pero ya estaba dicho y no estaba bien dejar plantadas a las novias...¿verdad?
 A paso de tortuga me prepare y me puse en marcha, llegando, al final mas de 10 minutos tarde.

Sucrette ya había llegado y estaba sentada en uno de los bancos, esperando. Iba bastante mas arreglada para ser ella. En verdad estaba guapa.

-Buenas...-

Al verme se levanto y me saludo sonriendo dulcemente, acercándose a mi, tal vez esperando algo que nunca iba a llegar. Y sin mas empezamos a caminar. El pisar de nuestros pies encima de las piedras del camino eran lo único que se escuchaba. No sabía que decir y parecía ser que ella tampoco. Definitivamente era algo incómodo. Miraba a nuestro alrededor, intentando distraerme, fijándome que al fondo de nuestro camino parecía que había un borracho. Era patético ver a gente que a esas horas tan tempranas ya estaba mas mamada que una maldita bota. Tome mas fuerte la mano de Sucrette. Miraba curioso aquel hombre, estaba gritando e iba de un lugar a otro.

-Aquel hombre...¿no es el tío de Nathaniel?- Preguntó de la nada.

Ahora que lo decía....

-Es extraño...- Murmuré mientras nos íbamos acercando.

Por cada paso que daba entendía con más claridad lo que estaba gritando. Estaba llamando a Nathaniel. Mis pasos cada vez eran más rápidos hasta el momento en que empecé a tirar de Sucrette hasta el lado de aquel hombre.

Al vernos enseguida se acerco. Estaba pálido.

-¿Habéis visto a Nathaniel?- Preguntó realmente acosado por la angustia.

-No..¿Qué a pasado?- Siguió ya con preocupación la chica.

-Veréis...- El hombre se froto el rostro, justo casi como lo hacía siempre Nathaniel cuando alguien, o yo lo sacaban de quicio o se ponía nervioso.- Esta mañana me ha llamado mi nuera contándome que el padre de Nathaniel se las había arreglado para poder salir de la cárcel y ahora... esta suelto.- Hizo un pequeño silencio. No me lo podía creer.- Y al decírselo a Nathaniel a estallado totalmente aterrado y a salido corriendo de casa- No se donde ha ido...-Las manos le temblaban.- Nunca lo había visto de esa manera...Dios santo..- Se volvió a tapar el rostro y se froto los ojos.

-¿Pe..pero su padre es peligroso para él?- Salto enseguida la chica.

-Es su hijo, ya le ha hecho bastante como para volver a cometer el mismo error...-

-Le ayudaremos a buscarlo, no se preocupe señor.- Dijo mientras tomaba sus manos. Parecía que esas palabras habían convencido a Sucrette aunque a mi no me dejaban nada tranquilo. Una persona que pega, siempre lo volverá a hacer.

Miraba Sucrette consolar a aquel hombre. Siempre sabía como hacer sentir mejor a la gente. Sonreí ladinamente, sin apartar mis ojos de aquella escena.

Aunque igualmente por muy buena que fuera, ¿por qué no eran dulces sus alas cuando revoloteaban por mi estomago? Dolía...

Juan, así es como se llamaba el hombre, acepto nuestra ayuda y enseguida nos separamos. O así creimos que seria más fácil de buscar al rubio.

-Seguro que quieres ir solo?-

Me miro de una forma algo rara.

-Si, así abarcaremos mas  terreno en menos tiempo.-

-Ya..pero...- Dijo en un murmuro. El cual no entendí.

-Cualquier cosa me llamas.- Ignore ese puchero a la vez que caminaba, despidiéndome con la mano. Solo quería encontrarlo. Necesitaba saber que estaba bien. Estaba jodidamente cabreado, frustrado y muy angustiado y..¡Odiaba aquello! Por cada paso que daba me cabreaba mas. Cuando lo viera le iba a dar la paliza de su vida. ¿Qué coño tenía en la cabeza para reaccionar de esa forma tan infantil y tan impropia de él? ¡No podía ir por el mundo causada problemas a la gente! Caminaba rápidamente, apretando los puños y sudando frío.

-Maldita sea... ¿dónde estas?- Murmure para mi mismo. Empezando  pensar en los lugares donde se podría haber escondido.

Por supuesto que ya lo habíamos llamado un montón de veces pero parecía que había parado el móvil o no tenia batería porque siempre saltaba el buzón de voz anunciando que estaba fuera de servicio.

Su tío había dicho que nunca antes lo había visto de esa forma, aquella en la que parecía que el miedo y el sufrimiento lo envolvían y le hacían perder la cordura convirtiéndolo en una masa de desesperación.
Yo también la había visto aquella parte oculta y tal vez verdadera. Y esa forma tan animal la había visto en los callejones, entre la basura, cual gato o perro abandonados. Trague duro. Pensando en lo mucho que me dolía que así fuera.  Me mordí el labio, sintiendo aun como dolieron aquellos puñetazos de la pelea que tuvimos. Aunque ese dolor no haría que los que le daría hoy fueran menos fuertes. Se lo merecía.

Y entonces fue cuando tuve una corazonada y empecé a correr. A correr como nunca antes lo había hecho, no podía hacerlo de otra manera.

Justamente esa semana los basureros habían hecho una pequeña vaga para reclamar un mayor trato y pago en su oficio y todos los cubos de basura estaban llenos hasta reventar y con una peste más jodida de lo normal. Tosí levemente y me lleve la mano en la boca.

-Malditos políticos y su maldita incompetencia.- Murmure mientras me acercaba hacia aquel oscuro y pestilente callejon. -Como  no estés aquí dentro me te vas a enterar maldito delegado...-

Incluso los ojos me picaban, Tanto que me empezaron a lagrimear.
Y entre parpadeo y parpadeo le vi. Escondido entre dos cubos de apestosos residuos, hecho un pequeño ovillo.. Sin percatarme de mucho olvide el malestar y en dos zancadas estaba delante de él, levantandolo de la camisa con uno de mis brazos.

-Maldito de...-

-¡No me pegues por favor!- Gritó tapándose la cara, tal vez ni siquiera sabía que era yo.

Empezó a temblar y a respirar entrecortadamente. Lo deje ir al instante, haciendo que cayese de culo al suelo. Enseguida se volvió a hacer un pequeño ovillo, tapándose el estomago con su propio cuerpo.

-Nathaniel...- Susurre sintiendo como mis ojos se humedecían de nuevo.

Me puse en cuclillas mirándole. No sabia que hacer.

-Joder... ¿por qué eres tan malditamente complicado?-

Me frote los ojos y suspire. Entonces fue cuando se destenso y me miró.

-Castiel...Cas...tiel...- Me miro con los ojos rojos de tanto llorar. Por un momento sentí como iba a inclinarse hacia mi pero se paró, bajando su mirada hacia el suelo.

Chasquee con la lengua y nuevamente lo agarre de su ropa y lo apreté contra mi pecho.

-Idiota..¿por qué no puedes sacar tu carácter cuando realmente conviene?-

Lo estreche con fuerza, transmitiéndole mi calor y todo lo bueno que le pudiese dar. No tardo mucho en corresponderme.

-Castiel...mi padre ha salido de la cárcel.. si me encuentra...si me encuentra...¡tengo mucho miedo!- Gritó tirando fuertemente de mi ropa.

Deslice mi mano y acaricie su nuca, undiendo mis dedos en su cuerpo cabelludo. Estaba todo sudado y algo frío.

-No va a pasarte nada. Tu tío dice que no te va a hacer nada, si lo han dejado ir sera por algo...¿no?-

-No..él es de una manera con los de fuera y con nosotros de otra...Odia a los chivatos y yo..yo me chive.. me chive de él...-

Cada  vez le costaba mas respirar y su mirada parecía irse.

-Tranquilízate.. Tenemos que salir de aquí dentro.. esto apesta....-

Intente triar de él pero dejó caer su cuerpo al suelo.

-¡No! No puedo salir de aquí, aquí estaré seguro..con la basura...- Dijo, cada vez más sudado y pálido.

-¡Basta! Te vas a desmayar si sigues hiperventilando así y mas en este puto vertedero!-

-Me da igual... no pienso salir...-

Apreté mi mandíbula arrugando mi entrecejo y mirándolo con cabreo.

-¿Con qué estas tenemos no? Le agarre por las axilas y como si fuera un saco de patatas empece a tirar de él.

-¡No! ¡Déjame Castiel!-

-¿Y si lo hago que harás? Te quedaras aquí para que los basureros te metan dentro del camión? ¡NO me jodas Nathaniel!-

Tire con fuerza de sus brazos, dejando de lado sus pataleos y suplicas hasta sacarlo de ese callejon.
Lo senté a la fuerza en un banco que había un poco mas allá. Pero se levanto enseguida, casi cayendo por el mareo que tenía por inhalar anteriormente toda esa peste.

-¡Quieto!-

Me abalance sobre él y ambos caímos al suelo. Allí le gire y me senté en su vientre. Tomé instantáneamente sus muñeca e intentando inmovilizarlo. Podía sentir la tensión en sus músculos y como su vientre subía y bajaba rápidamente. Le miraba directamente a los ojos aunque él mantenía su mirada perdida en el cielo, de vez en cuando hacía fuerza con los brazos para intentar soltarse, pero era inútil, pues tal y como estaba casi era imposible el movimiento. Siguió pro un rato hasta que se cansó y se relajo terminando por quedar como un cuerpo sudado y tembloroso.

-Castiel...¿Qué pasaría si muriera...?-

Sus ojos dorados buscaron los míos haciendo que me tensara, incluso más que por esa extraña pregunta.

-¡¿Pero qué mierdas me preguntas?! Tu no te vas a morir.-

-Solo contéstame. ¿Crees que a alguien le importaría?- Dijo a al vez que se le escapaban dos lágrimas totalmente cristalinas.

Me quede en blanco mientras le miraba. Enseguida sentí como el calor me subía y el corazón se me aceleraba.

-¿Realmente hace falta que te conteste a esto?-

Aumente la presión en sus muñecas por unos segundos antes de aflojarla otra vez.

-No es una pregunta tan difícil para no contestármela.-

Chasquee mi lengua una vez mas y suspire.

-Claro que importaría...Mas de lo que crees...- Desvié la mirada volviendo a apretarlo.- Algunas personas...se pondrían muy tristes...Así que cállate de una vez y deja de causar problemas.- Le volví a mirar aunque al girar nuestras narices casi se rozaron. Se había estirado hacia mi.

-¿Tu...podrías ser una de ellas?-

Me quede estático, mirando sus ojos. Los tenía tan cerca que podía ver las marcas de sus irises, podía olerlo e incluso notar su aliento contra mi boca.
Y todo eso...me...me iba a hacer estallar la cabeza. Me estaba quemando por dentro y por fuera. Se me escapo un suspiro y me separe soltando una risa nerviosa.

-Pues claro... el instituto sería muy aburrido sin un delegado al cual molestar. También deje ir sus muñecas, quedando sentado en sus piernas. Enseguida se incorporo y empezó a masajearlas. Su mirada era baja, estaba abatido.

-Ya veo.- Dijo soltando una extraje y baja carcajada.- Siempre seré el delegado molesto...- Pude ver como tragaba duro, como si le costase.

¿Por qué me hacia sentir mal ver esa expresión en su rostro?

Apreté los puños, sintiendo luego cabreado.

-¿Y ahora que coño te pasa?- Suspire, cansándome, la cabeza me empezaba a doler. Todo era jodidamente complicado cuando se trataba de él. Me cansaba tanto física y mentalmente. Era una sensación horrible.

-Nada... absolutamente nada...Sal de encima..- Me ordeno, su voz era sombría y pesada. Estaba claro que me estaba mintiendo.

-No, no estas bien y si es así seguirás siendo una molestia , así que ya puedes estar cantando delegado.-

Lo tomé de los hombros para que me mirara, alzándole la cabeza de un zarandeo. Al hacer eso me miro con ira, frustración y lágrimas.

-Parece que no te enteras de nada o tu memoria es a corto plazo. Realmente no creo que quieras saber lo que me pasa.- Casi rugió.

-Claro que quiero saberlo, ¡joder!-

-Ya veremos si es así....-

Después de esas palabras fue él el que tomó mi rostro y ayudándose de mi cuerpo se empujo hacia mi juntando su boca con la mía. Inició un furioso beso el cual me dejo totalmente en blanco. Nunca antes había experimentado una sensación igual. Era fuerte, intenso y jodidamente caliente. ¿Y para que negarlo? El maldito delegado era bueno...
Intente separarme pero su agarre era fuerte. Mordió y succiono mis labios haciéndome estremecer de una forma nunca antes sentida. Mi cuerpo enseguida le entró un hormigueo realmente peligroso. Me aparte de él de un empujón. No sabia como reponerme. Había quedado envuelto en una especie de embrujo, todo estaba borroso y pulsante. 

Simplemente le miraba. No sabia con que rosto pero le miraba.

-¿Se te había olvidado?- Dijo en una especie de jadeo ahogado.

Creí que el que se había olvidado de esto era él. Había pasado completamente del tema hasta el momento.

Nathaniel al ver que no le contestaba simplemente volvió a mostrar ese rostro el cual me hacía hervir la sangre. ¡Joder, me dolía verlo así!

¡No sabía que contestarle..! De verdad que no lo sabía.. tenía miedo de ser dañado...

Se levantó y deshizo el camino hacia aquel callejón pero paso de largo.

-¿A..a dónde vas?-

-No lo se, pero lejos de ti...- Dijo sin ni siquiera girarse.

-¡No puedes hacer eso!-

Ya no obtuve respuesta. Me levante queriendo ir tras de él.

-No seas niño y vuelve con tu tío, esta realmente preocupado.

La verdad es que ya se estaba oscureciendo y no era seguro ir por las calles.

El rubio paró.

-Tienes razón. -Dijo a la vez que se giraba.- ¿Por qué huir? Si igualmente lo que más deseo...nunca lo podre tener. Ademas estoy cansado de vivir con miedo, escondiéndome de todo y de todos. Dando una imagen que realmente no es la mía. Estoy muy cansado....-Seguía mientras deshacía sus pasos y quedaba a mi lado. -Volveré con mi tío. -

Sus ojos estaban aguados y rojos. Suspiró, como si se tragara el miedo.

-Al fin y al cabo el dolor se va cuando ya estas muy mancillado así que....-

Le miraba sin querer comprender. Apreté los puños con fuerza.

-¡No te hagas tanto la victima! No sabes ni si tu padre te esta buscando.-

-Mi padre nunca olvida... y menos una acción tan.. vulgar y desobediente. -Sonrió tristemente. -Y ahora...

-¡Nathaniel!- Gritó alguien haciéndolo tensar al instante, a pesar de que la voz fuese femenina. Se trataba de Sucrette. Sus mejillas estaban rojas y parecía estar algo agotada.

- Castiel, que bien que le hayas encontrado.- Sonrió y se acerco a mi aunque miró al rubio.

-Tu tío está por ir a la comisaria, vayamos corriendo con él. Se quitará un buen peso de encima...- Dijo mientras tomaba su mano. Nathaniel incapaz de comportarse rudamente con ella le siguió los pasos.

Después de un empalagoso y emotivo rencuentro nos despedimos. Sucrette y yo nos fuimos para otra dirección.

-Nunca pensé.. que nuestra primera cita.. fuera así..-Suspiro.- Al menos todo ha terminado bien.-

¿Había acabado bien? No podía contestarle a esa oración pues no sabía si realmente era así.

-¿Castiel?-

-¿Hm?-

-¿Estás bien?-

-Si, solo estoy un poco cansado...-

-Si...yo también...

La acompañe hasta su casa y allí nos paramos.

-Bueno...hasta mañana.- Dijo algo tímida, esperando algo. Se notaba. Sabía lo que quería, no era tonto y esta, obviamente no era mi primera cita. 

Pero aun podía sentir los suaves labios de Nathaniel encima de los míos...

No.  No lo soportaba. Así que tome de la cintura y acaricie su mentón para luego besar sus labios, de forma suave, queriendo sentir como eran. También eran suaves, muy suaves pero no iguales.

-Hasta mañana.- Dije mirándole con una media sonrisa mientras me separaba, pero algo me sorprendió. 

Estaba llorando.

-Solo que... estoy muy feliz, Castiel. -Dijo sonriendo,al notar que me la miraba sin entender.

Fue retrocediendo y abrió la puerta que daba la entra del piso dónde vivía.

Después de eso entró y me dejo a oscuras en ese frío portal.

Suspiré y lentamente regresé a mi piso para terminar aquel extraño día de una vez por todas. ¿Qué haría? Estaba totalmente confundido y a pesar de que Sucrette cada vez me parecía más adorable, solo de pensar en Nathaniel... Esa sensación en el estómago, esa preocupación y cabreo emergían y me volvían loco. No era propio de mi insistir tanto con una persona.. ¡y menos con ese rubio lame culos...!

¡Maldito delegado...!

Al día siguiente Nathaniel tampoco vino a clase. Unos dijeron que lo habían visto entrar y otros, que se habían enterado de lo del día anterior, que se había fugado cual gallina, cualquier cosa era buena si se podían burlar de ella, patéticos.

¿Qué debía hacer? ¿Qué debía pensar? Dí una patada a mi mochila, estaba harto, asqueado y jodidamente preocupado. Sabía hasta que punto podía llegar.

-¿Qué te pasa?-

Sentí una mano en mi hombro, me gire y era Sucrette.

-Nada....- Murmuré.

-Mentiroso, estas preocupado.- Siguió mientras  se ponía en frente de mi. - Y sé porqué.- Me miró intensamente a los ojos y por primera vez desde que la conocía su mirada me intimido de una forma que casi me hizo estremecer, pero no iba a ceder. Nadie ni nada me harían ceder.

-No se de que coño me estas hablando...- Solté sin poder mirarla.

-Castiel....cuando terminen las clases necesitamos hablar...- Dijo en un suspiro y seguidamente volvió a su pupitre, pues el profesor Farrés entró.

No pude evitar extrañarme con lo que había dicho. Aquello nunca era bueno. Cada vez me sentía mas nervioso. ¡Joder! ¡Estaba por mandarlo todo a la mierda!


Despues de clases Sucrette me estaba esperando a la salida del instituto.

-¿Vamos?- Pregunté.

-Sí, si quieres podemos ir al parque de aquí al lado, suele estar tranquilo.

-Como quieras.-

Casi sin decir nada mas fuimos hasta allí y nos sentamos en uno de los bancos. Como había dicho, no había nadie. Todo estaba muy silencioso, demasiado.

-¿De qué querías hablar?- Termine rompiendo el hielo, me ponía de los nervios.

Mis ansias de saber que era lo que quería la pusieron nerviosa. Empezó a retorcerse la parte baja de su camiseta, seguramente sin darse cuenta.

-No estaba segura si quería hablar de esto. Creí que tal vez... solo tal vez podría hacer que te enamoraras verdaderamente de mi y tus ojos, solo estuvieran puestos en mi pero creo que eso sera imposible...- Sonrió tristemente aunque no me miró Sus labios temblaban un poco.

Arquee mis cejas, sorprendido. No me lo esperaba.

-¿Por qué dices eso? No tiene sentido. ¿A caso no estoy saliendo contigo?-

-Castiel, ya basta.- Casi gritó. Y Entonces si que me miro, dejando caer sus primeras lágrimas. -Ayer os vi. A ti y aNathaniel...-

Me quede sin palabras.

-¿Desde cuándo?.

-Lo suficiente para entender que le quieres...¿Y sabes que es lo que más me duele? ¡Que te estas mintiendo a ti mismo! Ya basta Castiel.-

Se limpio las lágrimas que ya llenaban sus ojos. Yo estaba estático. Parecía de piedra aunque sus palabras no paraba de chocar contra mi cuerpo y se hundían en él, dolían. La verdad dolía.

-Yo...lo siento...- Solo llegue a decir.

Ella sin mas me sonrio,, aunque sus ojos lloraban.

-Tu amistad y la de Nathaniel son mucho mas importantes para mi que...otras cosas así que, no pasa nada.-

Bajé mi rostro y por primera vez en mucho tiempo sentí ganas de llorar de verdad.

-¿Sabes? Estoy muy cansado... estos días... han dio una puta mierda...no se que hacer...-

Intenté aguantarme con todas mis fuerzas pero llegue a mi tope. Empece a llorar en frente de Sucrette. Ella simplemente se acerco a mi y me abrazó.

-Tranquilo... encontraremos una solución. Ya sabes que yo encuentro cualquier cosa.- Intento bromear mientras acariciaba mi cabello.

-Lo sé, eres una entrometida...- Sonreí levemente y me aparte intentando limpiarme la cara. Estaba algo avergonzando. -Gracias..-- Murmure.-

-¿Qué?-

-....- Suspire.- Gracias Sucrette.- Había sido muy comprensiva y tolerante ante mi putada y se lo agradecía.-

-Y bueno.. ahora que estas mas tranquilo.. ¿me lo contaras?-

-¿Contarte el qué?-

-Lo que sientes exactamente por Nathaniel y que es lo que el siente por ti, por supuesto.-

Abrí los ojos como platos y note como mis mejillas se ponían calientes.

Como me hubiera gustado gritarle que entre nosotros dos no podía haber nada ni en un millón de años pero supongo que aquella excusa ya no servia para nada.

-...No me apetece hablar de eso...-

.Pero si no me lo cuentas no os podre ayudar.-

-¿No entiende lo que te dice la gente?-

-Pero Castiel...-

-¡Ni peros ni mierdas! No quiero hablar del tema, joder!

-Yo solo quiero ayudar..-

-¡Y si no quiero que me ayudes? ¿Y si no quiero nada con ese delegado toca cojones?-

Me levante de golpe. Quería irme. Me entraban mas ganas de llorar.
Entonces también se levanto y gritó mas que yo.

-Castiel...¡pareces estúpido! Esta claro que si quieres estar con él. ¡No entiendo porque te cuenta tanto sincerarte contigo mismo!-

-La estúpida seres tu. ¡Una relación así siempre trae problemas y lo último que quiero en mi vida son eso.. problemas!

Se quedo callada mirandome.

-Prefiero una vida llena de problemas a una vida infeliz....-

Cogió su mochila y se la puso.

-Piensa en eso Castiel, nos vemos mañana....-

Y sin decir nada mas se fue. Me quedé como un espantapájaros en ese parque.

-Maldita entrometida...- Murmure haciendo lo mismo para irme a casa.


A la mañana siguiente, todo paso igual que la anterior. Fui al instituto y Nathaniel no se presento. Siguieron con las burlas y al cabo de un rato llego el profesor, aunque no para empezar la clase.

-Bueno chicos, antes de empezar la clase me gustaría anunciaros una cosa que nos afectara de alguna manera u otra a todos.- Suspiró.- Como habéis podido notar. Nathaniel ha estado faltando estos días y la razón es porque se va a cambiar de instituto y con ello también de ciudad.
La clase enseguida se volvió un murmullo que me hizo doler la cabeza, aunque nada era comparado con el dolor que sentí en el pecho. ¿Se iba? ¿Por qué? ¿Tanto miedo sentía? ¡¿No dijo que estaba cansado de huir?! Sentía como el cuerpo se me iba llenando de rabia. Como le odiaba...¡Como lo odiaba por hacerme esto! Apreté con fuerza los puños. Iba a salir corriendo de allí pero hacerlo significaba hacer pensar a la gente....Y no quería eso.

Me aguante y espere, pero no lo suficiente para que Sucrette de venirme a decir nada, a la hora del recreo me fui del instituto.

Las cosas no iban a quedar así, le haría llorar por irse con la cola entre las piernas.

Llame a la puerta. Fue Nathaniel quien abrió pero a ver que era yo volvió a cerrar.

-Vete.-

Esas fueron sus palabras.

-Cobarde de mierda.-Dije simplemente y patee con fuerza la puerta.

-¡Castiel, basta!-

-¡Cuando des la cara, cobarde!- Di otra patada.

-Joder, ya es suficiente!- Escuché como emitía un débil gruñido y termino por abrirme, aunque no del todo, solo asomo su cara.

-¿Por qué?- Pregunté mirándole a los ojos.

-Mi tío me ha ofrecido al posibilidad de irnos de este lugar y no  he dudado en aceptar.-

-Creí que no querías huir mas.-

-No escuchas nada de lo que te dicen...-

Iba para cerrar pero puse la mano y aguante el marco.

-¡Dijiste eso!-

-Pero también dije que quería alejarme de ti. ¡Déjame en paz de una condenada vez No puedo mas Castiel!- Grito con la voz rota.

Al escuchar aquello puse las dos manos en el marco y con todas mis fuerzas abrí la puerta de par en par.  Entre, cerrando la puerta tras de mi y después me quede en blanco.

Nathaniel se giro para que no lo viera llorar.

¿Qué debía hacer? Sabia que no quería tener problemas pero también que no quería ser un amargado de por vida.

-Vete Castiel, por favor...- Dijo aun dándome la espalda. Estaba encogido. Se veía pequeño, con miedo. Odiaba verlo así.

Le abrace.

Le rodee totalmente y lo arete contra mi pecho.

-No quiero que llores mas por mi culpa pero si pido que te quedes.. probablemente te haré llorar mas veces...¿Qué debería hacer...Nathaniel..?-

Pude sentir como temblaba.

-¿Quieres que me quede?- Susurró.

Podía escuchar las palabras en mi corazón pero me costaba mucho sacarlas...

-¿Castienl..?-

-No...-Sentí como quería deshacerse del abrazo al instante pero lo apreté mas.- Yo.. NECESITO que te quedes...te necesito..- Susurré, hundiendo mi rostro en su cuello.-

-Castiel..- Su voz se disolvió e hizo presión para girarse. Le deje y nuestras miradas se encontraron.

-No sabes lo que me esta costando esto...pero...yo...-Dije, notaba mi corazón latir a mil por hora. Nunca antes me había sentido de esa forma.

-Lo se... te aseguro que lo se.- 

Y por primera vez, me sonrió, fue una sonrisa débil pero esa sonrisa era solo para mi. Despues de eso me abrazo con fuerza.

-Espero que no me odies... si sigo siendo el delegado...- Dijo con su rostro pegado a mi pecho. 

Era vergonzoso. Seguro que podía escuchar como mi corazón luchaba por salirse de la caja torcaza pero su comentario también me hizo sonreír.

-Eso no te lo puedo asegurar... eres un plasta...-

Me empujo y se separo un poco del abrazo.

-Las normas son las normas, y no creas que te deje pasar ni una, delincuente.-

-Ag.. ya cállate y...-

-¿Y?-

-¿Dónde aprendiste a besar de esa forma?-

Nathaniel se sonrojo un poco pero enseguida me sonrió.

-¿Por qué quieres saberlo..?

-Joder... ¿en serio?- Dije frustrado.

-No, al menos esta vez...-

Nathaniel se volvió a pegar a mi y una vez mas unió sus labios con los míos haciendome casi perder la fuerza en las rodillas y la vez cerrando lo que iba a ser una problemática pero feliz relación. O eso quería. Me daba igual la gente. Su puto padre y mis compañeros de instituto. También cuanto dificil iba a ser pero quería intentarlo porque yo quería a ese chico tan plasta.


Por suerte su tío no se opuso a nada y pudieron quedarse en la casa en la cual habían estado viviendo. Tuvo que volver a inscribirse en el instituto pero gracias a su practica con el papeleo fue coser y cantar. Y hablando de su padre. Nunca se presento aunque el miedo de Nathaniel seguía presente. Cada vez que alguien llamaba a la puerta, cada vez que le llamaban la atención o por el simple hecho de ir por la calle y por eso, siempre solía estar con él, dándole la posibilidad de quedarse siempre que quisiera en mi piso, puesto que vivía solo. Cosa que conllevo que prácticamente terminara viviendo conmigo aunque eso ya es otra historia.

Fin.