Historia original.
Géneros: Drama psicológico, angústia, vida escolar.
Adverténcias: Muerte de un personaje, lemon, violación, gore, tortura.
No recomendado para menores de 18 años.
Escrito en:
Finalidazo: Sí.
Rectificado: 30/11/11
Ai ai gasa.
Estaba sentado en su pupitre con la mirada perdida hacia una danza, se trataban de unos dedos de una preciosa chica. Estaban enredándose juguetonamente entre sus sedoso y brillantes cabellos de color negro, con la luz parecían de un mágico color de ceniza. La piel de sus dedos era pálida, parecía muy delicada y junto con esa perfecta manicura pintada con esmalte azul oscuro, parecía la mezcla perfecta para formar una noche.
Suspiró aun sin poder parar de mirarla. Tan lejana pero a la vez tan cercana.
- Parece que el profesor volverá a llegar tarde…-
Dijo de repente intentando sacar de ese trance a su amigo el cual si no hubiera sido por sus palabras no se habría dado cuenta de su presencia.
- ¿Eh? - Le miró. – Es verdad.-
Le sonrió levemente. Provocando al ojiazul un leve sonrojo que disimulo haciendo ver que buscaba la agenda que ya había sacado unos minutos antes. Aun podía sentir el agua fría en sus mejillas y sus manos. Su pelo, al contrario que el de su hermana, estaba recogido en una coleta medio alta. Lo máximo que le permitía su longitud. A pesar de que su hermana le había dicho que se lo cortara, él nunca le hacía caso. Decía que le gustaba llevarlo así porque así era diferente a los demás pero en realidad lo hacía para gustarle a alguien. A ese mismo chico que tenía al lado, el que miraba totalmente enamorado a su hermana gemela.
- Así podré mirar un poco más a tu hermana.-
Dijo mostrándole una expresión entre tímida y picarona. Apoyo su mano en su cabeza y dejo de mirarlo parar volver a hacer lo que hacía antes.
- ¿Pudiste hablar con ella?-
Le pregunto a la vez que relajaba su mirada dorada hacia la chica.
- Bueno, la verdad es que no ha querido hablar conmigo sobre eso, es que estaba ocupada o no sé que cosa…-
Rascaba su nuca algo nervioso. Pues en verdad si lo había hecho pero el resultado no había sido para nada positivo y no estaba preparado para decírselo y decepcionarlo.
- Mooh Tadashi-chan yo confiaba en ti…-
Dijo decepcionado, dejando caer su cabello encobrizado por su rostro. Su torso y cabeza habían quedado completamente apoyados en el pupitre y sus manos colgaban de él.
- Lo siento.-
Respondió el nombrado bajando la vista algo angustiado por haberle desanimado. Suspiró. Era duro verlo así pero más duro era tener que intentar juntarlos estando enamorado de una de esas dos personas.
- Me esforzare.-
Dijo poniendo una mano encima de la mesa del contrario para que le mirase.
- Te conseguiré una cita con ella.-
Desde el pupitre le miro y se levantó de golpe dándole un gran abrazo.
- No sé que haría sin ti Tadashi-chan.-
Le sonrió como si no hubiera pasado nada. Eso tranquilizo al pelicenizo y volvió a sonreír. Se sintió algo agitado por ese abrazo. Tenía fuerza ya que por unos segundos lo había levantado aunque tenía que admitir que su complexión tampoco era muy fuerte. Se parecía al de su hermana, era algo débil.
- Um… Esta tarde hablare con ella.-
La respuesta de su hermana Tsukiko había sido demasiado clara la primera vez pero por él, por verle feliz lo iba a intentar de nuevo.
Pasaron las clases como siempre. No eran malos chicos. Intentaban prestar atención aunque como cualquier persona que está enamorada le cuesta concentrarse y la mente vuela y se va donde nadie puede verla ni oírla. Se encierra en una habitación oscura o llena de luz donde todas las paredes están llenas de fotos y de frases, unas bellas, otras tristes y otras…atormentadas.
Había escrito "Kazuo"en su libreta, lo había hecho muy flojito con el lápiz, pues después seguramente él o su hermana se la pedirían y eso sería un gran problema. Sus sentimientos eran secretos. Lo borro enseguida que terminaron las clases. Su mirada azul se emborronaba a veces cuando se ponía a pensar que pasaría si le confesara sus sentimientos. Siempre, siempre habían estado juntos y siempre Kazuo había sido la persona más importante para él. De pequeños habían sido compañeros de juegos, pues viven en la misma calle, en el colegio era su mejor amigo y así hasta el presente, ya se encontraban en el último año de instituto, aunque él hacía ya mucho tiempo que se había dado cuenta de que ese sentimiento de aprecio y cariño era mucho más intensos que ningún otro hacia cualquier otra persona. Tantos años y seguía igual. Cada día la herida que se hacía el mismo se profundizaba y dolía un poco más pero no se quejaba pues con la simple idea de tenerlo al lado era suficiente. Ver su sonrisa, sentir sus abrazos eran como pequeñas curitas que tapaban esa sangrante llaga.
- ¿Puedo venir a tu casa a jugar a la consola esta tarde?-
Pregunto de repente. El timbre ya había sonado y su página se había quedado en blanco. Unicamente en ella habían unas pequeñas marcas de goma que con la mano hizo desaparecer al instante.
- Claro.-
Dijo con una sonrisa, intentando volver en si, pestañeando un par de veces.
- ¿Eh?- Miro fijo ese cuaderno.- No has escrito nada.- Le miro extrañado.-
- Bueno, me despiste.- Rio nerviosamente a la vez que apretaba su mano clavándose las inexistentes uñas en la almohadilla de su palma.
- Ah... que haremos contigo. - Sonrió comprensivo mientras guardaba sus cosas.- En tu casa te dejare mis apuntes.-
- Gracias.-
No pudo hacer otra cosa que sonreírle feliz. Esas cosas le alegraban el día aunque a veces le pareciese una montaña.
Alzó su vista y vio como su hermana ya se iba. Se levantó de golpe. Siempre hacía lo mismo.
- ¡Tsukiko! -Intento llamarle la atención mientras avanzaba hacia ella.- Hoy dijo mamá que teníamos que volver juntos...- Puso su mano encima de su hombro para que lo mirara. Ella se giró y lo miró con ira.
- ¡Déjame ya pesado! Hoy he quedado.- Movió levemente el hombro para que la dejara.
- Pero...-
- Cuando llegues dile a mamá que me llame.-
Dió la vuelta y se fue con un par de amigas. Tadashi se quedó viéndolas. Kazuo no tardo en ir a su lado.
- ¿De nuevo haciendo lo que le da la gana?-
- Si…-
El pelicenizo tenía el labio torcido mientras miraba irse a su hermana con sus amigas. Se preguntaba que cosas tan importantes tenía que hacer para desobedecer a su madre. Sabía de antemano que cuando su madre la llamara diría que estarían estudiando en casa de su amiga Sakura. Kazuo estaba tana cegado, ni se le había pasado por la cabeza que podía hacer otra cosa que no fuera estudiar.
- Que le haremos...-
Dijo resignado mientras tiraba hacia delante.
- Tu madre nos está esperando ¿no?
Su voz sonaba resignada. Gran parte de porque quería ir a su casa se había ido por ese mismo pasillo y el ojiazul lo sabía pero lo ignoro. Pasaría gran parte de la tarde con él y eso es lo que importaba. Además había comprado un nuevo juego, sería una sorpresa.
Jugaban tranquilamente. A su lado les aguardaba dos tazas de té y dos pequeños pastelitos que eran su merienda.
Cuando terminaron la primera partida Kazuo dejo ir el joystick y miró a Tadashi. El ojiazul se tensó levemente, inconscientemente también dejo ir el aparato. Lentamente el primero se fue acercando al gemelo hasta que alargo su brazo pasándolo, casi rozando su cintura. Su corazón dio un vuelco. No sabía donde meter su rostro pero al ver que de detrás de él sacaba la merienda se enfrió.
Sonriendo empezó a comer de ese dulce pastel de crema.
- Tadashi-chan...-Le miró.- ¿Hay algo que te preocupe? - Le preguntó pegando sus ojos miel a los suyos agua. Negando con la cabeza. Incapaz de pronunciar palabra se apartó levemente de un bote. -Todo bien, solo estoy un poco cansado. El nivel de este curso es bastante más alto que el del año pasado...-
- ¿Tu crees? -Relajo su rostro.- Yo lo siento igual.- Sonrió levemente tomando seguidamente el te que empezaba a enfriarse. Bebió.
- No, ya te espero.-
Susurró el nuevo mientras lo tomaba por la cintura y llevaba su mano a esa erección que empeoraba por segundos.
- Kazuo...- Gimoteo apretándose contra él con fuerza. - Ahh…Mas...Kazuo...kun...-
El peliceniza gemía por sus adentro sintiendo la insistente mano del contrario moverse de arriba abajo por su extensión. Se tensaba cada vez más hasta que por fin abrió los ojos y se vino aunque en su propia mano.
Mirando con pena esa mancha golpeo levemente su cabeza contra la puerta de madera. Quería gritar, romperlo todo pero se aguantaba. Con una leve mirada sombría se limpió con esmero sus manos y luego se miró al espejo. Siempre podía verse como en realidad se sentía cuando se miraba en el espejo. Sudado, ojeroso y con un garabato como labios. Suspiró profundamente e intento sonreír. “Ya lo he hecho esperar demasiado”. Pensó para él mismo secándose las manos y yendo hacia su habitación aunque cuando entro él no estaba. Había dejado la pantalla en pausa.
- ¿Kazuo-kun?-
Al contrario que la de él la de Tsukiko era de color rosa pálido. También tenía una ventana. Esta con cortinas color blanco semitransparentes, una cama, un armario un poco más grande que el de él y un escritorio. Y para compensar ese espacio, empotado en la pared, cerca de la cama, estaba un pequeño tocador donde guardaba todas sus cosas relacionadas con la manicura, perfumes etc.
Kazuo sonrió levemente.
Preguntó preocupado. Estaba casi seguro que su hermana no vendría aun pero le molestaba que hubiera ido a la habitación de ella.
- No podía aguantar más. Me moría de ganas de ver como era por dentro.-
Le miró aun con sus mejillas sonrojadas esperando una respuesta positiva.
Sintió clavarse las uñas. No podía mirarlo más, tenía que irse y así lo hizo. Cuando el cuerpo de Kazuo fue rebotado por el colchón de la chica ya había salido de la habitación. Se había quedado mirando el pasadizo, notando como el corazón se iba deshaciendo poco a poco.
Preguntó desde dentro mientras llevaba la almohada de la chica a su rostro para oler su verdadera eséncia. Intestaba contestarle pero no se atrevía. De su cuello solo podría salir un grito. Le quería gritar. Volvió a su propia habitación y cogió su cuaderno. A su sorpresa Kazuo volvió con él.
- ¿Te encuentras bien?-
Para Kazuo la sonrisa de su amigo era tranquilizadora. Se la devolvió y siguió jugando. Él casi ya era como parte de la familia. Desde pequeño que le conocían y siempre la habían tratado de la mejor forma posible y eso le agradaba mucho a él aunque le dolía que la persona que le importaba mas era la que menos interés le mostrase. Tsukiko nunca le había dirigido la palabra si no era estrictamente necesario o lo quería utilizar para que le trajera los libros del instituto a su casa. Se preguntaba si realmente Tadashi haría algo para ayudar a que la relación de ellos dos mejorase. Empezaba a notar que parecía molestarle un poco su insistencia y que siempre le pidiera favores para poder estar un poco más cerca de ella. A pesar del cansancio de sus ojos nunca se había negado y siempre le había ofrecido esa sonrisa que le daba a pensar que todo saldría bien.
Después de haber copiado los apuntes Tadashi volvió a jugar y así pasaron toda la tarde y parte de la noche.
Su madre no tardo en subir a preguntar si se quedaría a cenar. Para ellos ese era la alama que les avisaba que ya era hora de irse.
- Bueno...ha sido una buena tarde...-
Soltó Kazuo a pesar de que no parecía muy convencido. Tadashi sabía perfectamente que la ausencia de su hermana le había afectado.
- Lo siento. Cuando vuelva mi hermana, la reñiré.-
El otro rió levemente.
- No hace falta, ella y yo no tenemos ningún vinculo que nos obligue a estar juntos...Además sería una pena que os enfadarais por mi culpa.-
- No te preocupes por eso...-
Le acompañó hasta la entrada y se despidieron hasta el día de mañana. Fue una coincidéncia que en ese mismo momento Tsukiko entrara.
- Ya llegue.-
Dijo rápido, corriéndo hasta su habitación.
Siguió a su hermana cuando cerró la puerta de la entrada. Vió como estaba hablando por el celular. Frunció el ceño. Acababa de volver de estar con sus amigas. ¿Por qué las tenía que llamar? Pestañeo un par de veces. Ahora estaba delante de su puerta, solo tenía que entrar y hablar con ella, podía ser que en otro momento no se volviera a ver capaz de hacerlo. Llamó a la puerta para avisar de que iba a entrar.
Ella paro de hablar y le miró.
- Tsukiko-chan tengo que hablar contigo.-
- ¿No puede ser en otro momento?-
- Pues que no me iré hasta que no tengas una cita con Kazuo-kun.-
- Pero ni te dignaste a conocerle y además él es mucho mejor que muchos con que has salido.-
- ¿En serio?-
- Que sí. ¡Por Dios vete ya!-
- No te vas a arrepentir.-
Dijo tranquila y pausadamente su madre antes de empezar a cenar.
Se sentía como un desgraciado, a la vez feliz y a la vez destrozado. Cuando termino de cenar se levantó.
“Solo quiero que…que…” Por más que intentaba acabar la frase no podía. La amabilidad tenía un límite y el de Tadashi hacía mucho que se había pasado.
A pesar de todo pudo conciliar el sueño. Pensar que mañana podría dar esa gran noticia a su amigo le ayudaba a reunir fuerzas para aguantar un poco más y poder seguir adelante sin derrumbarse.
Solo había un par de personas que en clase. Ninguna era Kazuo. Uno era el delegado y el otro un amigo que le ayudaba a arreglar la clase. Suspiró levemente y con un movimiento de cabeza saludo aunque ninguno de los dos le hizo caso. Se sentó en su pupitre y se dignó a esperar. Con una leve sonrisa en su rostro escribió una cosa en una hoja de su cuaderno. La gente iba llegando pero él no aparecía. Si seguía así no podría decírselo hasta la hora de comer.
Y así fue. Ese día llego tarde.
Pasaron las horas de clase y como era de esperar no pudo concentrarse. Ese nerviosismo en su interior le impedía comprender lo que el profesor explicaba. Solo deseaba sentir aquel futuro agradecimiento.
Cuando sonó el timbre él ya estaba preparado para salir. Se levantó y le miró, estaba guardando sus cosas y cogiendo su comida.
Se notaba que estaba ansioso. Le miraba con una sonrisa.
- Perdón, hoy me dormí. Lo siento si te preocupe.-
- No pasa nada. Yo quería decirte que...- Miro a su alrededor, ya casi no quedaba gente en la clase.- conseguí una cita para ti con mi hermana.-
Sonrió ampliamente, feliz de por fin poder decírselo. A Kazuo se le cayó la comida en el suelo. Desgraciadamente se le abrió la tapa.
- Me alegra...-
- Realmente no sé cómo podre devolverte este favor.-
-Eh…Tadashi…ya estoy bien.- Lo empujó pero el otro siguió igual. -¡Tadashi!- Lo empujo de verdad y entonces él volvió en si.
- ¿Qué te pasa?- Le miro extrañado de su comportamiento. -Hace unos días que estas muy extraño...-
Su mente estaba aturdida. Aun podía sentir el tacto, el olor y el calor del cuerpo ajeno. Había sido tan agradable que no sabía que hacer para poder contener o deshacerse de esa nueva erección que había crecido en sus pantalones. Por suerte los que llevaba eran bastante holgados.
- Esta bien.-
Luego miro al suelo viendo que estaba pisando su propio almuerzo.
Eso había estado cerca. Demasiado. Se encontraba sentado en el baño y por más que intentaba tranquilizarse no podía. Podía seguir sintiendo ese calor en su interior. No podía parar ese deseo así que siguió hasta que no pudo más. Cansado y jadeante salió del baño y se lavó mojándose todo el rostro y el pelo, luego salió del instituto para irse a su casa. Sus padres ya habían salido hacia casa de sus abuelos así que tenía las llaves y no debía preocuparse por nadie que le preguntase que hacia esas horas en casa. Necesitaba descansar. Relajarse, poder asimilarlo todo porque sabía que si esa montaña que tenía en su interior se derrumbara no habría manera de volverla a construir de nuevo.
Se sorprendió al ver que la puerta de entrada estaba abierta. ¿A caso sus padres se les habían olvidado cerrarla? No le dio mucha importancia. Era un barrio tranquilo y muy raras veces habían ladrones, además él ya había llegado con lo que cerró la puerta con llave.
Casi arrastrando los pies subió a su habitación. Sin percatarse aun de nada se tumbó en la cama y cerró los ojos.
Su estómago se removió cuando escucho unos extraños sonidos provenientes de la pared, concretamente de la habitación de al lado. Alertado se levantó y camino de puntillas hacia aquella dirección. Con algo de temor miro por el entrecierro de la puerta. Sus ojos se dilataron y su expresión cambio a una de horror. Dentro de la habitación estaban su hermana y un chico, casi un hombre, mucho más grande que ellos dos.
Aun con el shock en su cuerpo volvió a su habitación. Se tumbó en la cama, como había hecho hacia unos segundos, y luego cerro los ojos. Los jadeos y gemidos parecían escucharse más fuerte ahora que sabía que estaban allí. –Dios…parad…- Se dijo entre dientes mientras utilizaba su almohada para amortiguar los sonidos aunque estos retumbaban en su cabeza. Ya no recordaba como sonaba la verdadera voz de su hermana. Quería recordarla fría y cortante, no viscosa y repugnante.
Cuando sintió que no podría aguantar ni un minuto más pararon. El silencio reino por unos minutos. Fue un descanso poder escucharse respirar a uno mismo. Luego se escuchó la puerta. Los dos bajaron y al cabo de un rato subió su hermana y se encerró de nuevo en su habitación. Pasaron varios minutos hasta que se levantó y camino hasta llegar delante de su puerta. Se sentía dolido, enfurecido y triste. Se había pensado lo que le iba a decir. Iba a intentar controlarse pero al abrir la puerta y verla medio desnuda su ira volvió a aflorar.
Ella se giró aun sin dejar de hacer lo que estaba haciendo. Se encontraba sentada en su tocador limándose las uñas con una larga lima de metal.
- Piensa lo que quieras pero te agradecería que no le dijeras nada ni a mamá ni a papá…-
- No, un amigo o algo así…-
- ¿Mañana?
- Tienes una cita con Kazuo…-
No contestó. Espero. Solo se escuchaba ese molesto sonido de uñas fundirse con el rasposo metal.
- ¡Qué te calles!-
- Ni una palabra…mas-
Tosió. La presión empezaba a ser molesta para Tsukiko y él lo noto pero siguió. La miraba con dolor
- Solo te utilizaba para acercarse más a mi…-
Soltó un largo grito que intento ahogar clavando ella sus largas uñas en los brazos del contrario pero estas se rompieron casi sin provocar alguna heridas. Al sacar el arma de ese pecho pálido salió un brollo de sangre que se corrió hacia abajo de su cuerpo.
Respiró profundamente, salió de encima de ella y sin pensárselo dos veces tomo el largo y sedoso pelo de su hermana y lo ató en una coleta. Había muerto. El Tadashi de siempre había muerto. Tomó su cuerpo y lo dejó en su habitación, lo tumbó en su cama y lo tapo al igual que sus ojos. Parecía que estaba durmiendo. Para terminar cerró esa puerta y luego se miró las manos. La sangre empezaba a secarse con lo que se apresuró a lavarlo todo y también a él mismo.
Y justo en ese momento, como por arte de mágia, el teléfono sonó. Pensó en no contestar pero su mente llegó a la conclusión de que se trataba de Kazuo, al fin y al cabo tenían que quedar para la cita de mañana.
- Familia Sato.
- ¿Tasashi-chan?-
- Hola Kazuo-kun.- Dijo formando una sonrisa en sus labios.
- Hola...em… ¿cómo estás?-
- Bien, en estas horas me siento como se me hubiera quitado un peso de encima, me ha venido bien descansar.- Dijo riendo inocentemente.
- Que bien, me alegro por ti. Me habías dejado preocupado....-
- Gracias, Kazuo-kun...-
- ...y como no llamabas…yo...- Terminó la frase.
- Ah si...- Tadashi se quedó unos momentos callado.- Mañana a las 5 de la tarde. Yo me iré a estudiar a la biblioteca así que tendréis la casa para vosotros.
- Ah.. - Rió nerviosamente.- Tampoco tengo planeado hacer nada...primero me gustaría conocerla bien y enamorarla...-
- Bueno, que tengas mucha suerte mañana, ya me contaras.-
- Claro y de verdad...gracias por esforzarte tanto en esto.-
Su voz sonaba cálida, tanto que hizo emocionar al peliceniza
- No...no hay de qué, adiós.-
Colgó y llevo una de sus manos a su boca. Empezó a llorar de nuevo. ¿Cómo podía haber dicho esas palabras sobre él? No se arrepentía de haber hecho lo que había hecho. Llenaría todo el vacío que su hermana había ocasionado en Kazuo. Fuera como fuera lo llenaría. Se pasó lo que quedaba de día y de noche encerrado en la habitación de su hermana pues él iba a ocupar su lugar.
***
El timbre sonó a las 5 menos 5. No quería parecer ansioso pero tampoco no ser puntual con lo que había decidido ir a esa hora. Iba vestido como siempre aunque se había puesto un poco de colonia que tenía guardada para las ocasiones especiales. Al notar que no bajaba nadie se extrañó. ¿A caso no estaba? Sabía que Tadashi había salido a la biblioteca pero ella debería estar en casa. Tocó de nuevo el timbre y nada. Suspiró sin comprender, miró la puerta, sus latidos empezaban a molestarle cuando de repente sintiendo un fuerte golpe en la cabeza, no tuvo tiempo ni de escuchar los sigilosos pasos que se le acercaban por detrás.
Esa persona se quedó unos minutos viendo su tez dormida, luego lo cargo con cuidado y saco la llave que tenía guardada en la falda que traía puesta, de allí fueron a su nueva habitación y lo tumbo en la cama posicionándolo de manera que los cabos de las cuerdas llegaran a sus tobillos y muñecas. En su cuello ato una pequeña mordaza que por el momento no le podría.
"Es tan guapo." Pensó. Se hubiera quedando mirándolo hasta la eternidad pero no podía. Tenía que prepararse para la sorpresa que le había pensado.
Parado delante de él empezó a bajarse la falda dejando ver una sugerente ropa interior de encaje. Su color era negro, el perfecto para el tono de su piel tan blanca. Después de aquello se quitó la fina camisa que quedaba perfecta con la falda. A conjunto de esas braguitas negras iba un sostén. El relleno que lo acompañaba era tanto pero tan bien puesto que no parecía que no fueran pechos reales. En el tocador todo estaba listo. Junto otro tipo de objetos no relacionados con ese ambiente había una brillante tira de satén que se ató en el cuello formando un bonito lazo que quedo al lado de su oreja. Se sentó en el acolchado tamborete y empezó a maquillarse con mucho cuidado. Utilizó ese nuevo pintalabios tan suave que se había comprado hacía pocos días. Sonrojó levemente sus mejillas y simplemente perfilo sus ojos. Se miró en el espejo y sonrió. Estaba seguro de que le gustaría. Así era ella y así le daría si eso era lo que quería.
El cuerpo del chico empezaba a moverse con lo que no espero más y fue hacia él subiendo con delicadeza en la cama y situándose casi encima de su cuerpo.
Empezó a acariciar su rostro con amor. Aquel amor que había reprimido durante todo aquel tiempo.
Los parpados del cobrizo se movían. No tardo en dejar ver sus ojos color miel. Enseguida captó la atención de quien le estaba acariciando. Un sonrojo apareció en sus mejillas.
- Te desmayaste y golpeaste tu cabeza.-
- ¿Y por qué… por qué estoy atado?-
Abrió sus ojos sorprendido. Su cara no pudo estar más sonrojada. Pero se le negó elogio alguno porque sus labios ya se habían juntado.
Suspiró. No podía creerse que por fin besase sus labios. Ni en sus sueños se había imaginado que serían así. Eran cálidos y suaves. -Mmm.- Se acercó más a él y llevo sus manos en su camiseta la cual empezó a apartar para acariciar su pecho. Estaba seguro de que ella era así, además no había podido pensar lo suficiente para poder responder esa tira de preguntas que seguramente vendrían una detrás de otra. El calor en ambos cuerpos subía. Tadashi profundizo el beso. Kazuo se sacudía, quería abrazarla pero al estar atado no tenía ni una posibilidad. Siguió jugando con sus labios y lengua hasta que pudo sentir como la temperatura del contrario había subido lo suficiente como para poder ir más allá. Lo quería excitar al máximo.
Para nada del mundo se había imaginado que a una chica tan delicada y bonita como Tsukiko le gustasen ese tipo de juegos, ni tampoco que acabarían haciéndolo en la primera cita pero su cerebro ya no rendía lo suficiente como para hacer caso a la conciéncia.
- Desátame... -rogó roncamente mientras siguió como pudo ese apasionado beso. Excitándose más al sentir como unas manos bajaban peligrosamente hacia su cremallera. -Por favor...-
Pensó que tenía mucha fuerza para ser una chica pero no le dió mucha importáncia. El deseo a veces podía llegar a llevar a la gente a hacer locuras como la de ese momento o así pensaba él.
Mordió sus labios y acaricio su pecho masajeando con sus dedos los pezones que enseguida se excitaron.
Le daba vergüenza verse en esa situación. Gemir desesperadamente ante el contacto de una chica. Era como si ya conociera sus lugares más sensibles y aun no había llegado a ese punto de su cuerpo. Pensó que la situación tendría que ser al revés pero ya no había marcha atrás. Ya tendría la ocasión de poder hacerle lo mismo a ella, más incluso o eso deseaba.
Pasó la lengua por la punta de ese erguido aparato mostrándole bien lo le hacía, a la vez acariciaba con sus manos las ingles del contrario haciéndolo jadear.
La apoyó sobre su lengua y lo apretó aún más fuerte activándolo. Como era de esperar empezó a vibrar. Seguidamente lo lamió con ganas aunque a Kazuo no parecía acabarle de gustar aquello. No por la escena sinó porque no podía aguantar ni un momento más.
- ¿Pero qué estás haciendo?-
Entrecerró sus ojos. No comprendía como eso podía sentirse tan bien. Quería retorcer su cuerpo pero no podía.
- Ya basta de esto…-
Dijo casi sin poder hablar por esas cosquillas que no paraban de recorrer su cuerpo.
- Voy a…mm…-
Intentó aguantar todo lo que pudo, no quería terminar la primera vez de esa manera.
- Tranquilo, no te voy a dejar.-
Dejando escapar su voz verdadera tomó entre sus manos su miembro apretándolo de tal manera que era imposible que lo dejara terminar.
Un sudor frio recorrió su espalda. Lo miró con ojos desgarrados al escuchar esa voz tan familiar.
- Ta…¿Tadashi…chan?-
Negó con la cabeza.
- Soy Tsukiko.-
Aunque su voz ya no era femenina ya no se esforzaba. Su respiración era agitada e igual que él no aguantaba más para llegar hasta el final.
- Tadashi… ¿Pero qué estás haciendo?-
Empezó a mover sus manos y piernas con fuerza, solo consiguiendo un leve balanceo de su cuerpo.
- De..deja de tocarme….-
Por un momento no estuvo seguro de sus palabras pero no podía seguir de esa manera.
Tenía que irse y pensar lo que había pasado. ¿Qué estaba ocurriendo?
- ¿Por qué? ¿A caso no te gusta?-
Miró unos segundos el caliente miembro, aun envuelto por el bóxer, que tenía en su mano. No se podía creer sus palabras con lo que siguió con lo que hacía. Deslizó ese objeto por esas partes sensibles de su cuerpo mientras con la mano terminó de sacar esa tela tan sucia.
- Ah…-
Mordió su labio avergonzado de él mismo.
- Por favor... desátame...- Cerró sus ojos todo eso era verdaderamente vergonzoso. No lo podía soportar. ¿Cómo no lo había conocido desde un principio? Pero es que su cuerpo, su rostro incluso su voz… eran idénticos.
- No lo hare… no hasta que me des una buena razón para no seguir hasta el final…-
Dijo roncamente, ahora ya no tenía porque esconder su excitación. Terminó de ponerse encima de él dejando ver su cuerpo por completo.
- No es correcto…por favor Tadashi...-
- No me vale…-
Llevó el vibrador esta su entrada y dejo que vibrara en ella.
- Sa...¡sacalo!-
- Pero si aún no está dentro…-
- ¡Tadashi ya vale de esta mierda!-
Tadashi le miró un poco indignado.
- ¿De esta mierda?- Lo apretó hacia dentro haciendo gemir de dolor. –Esta mierda es lo que te estaba haciendo gemir como un loco hace unos segundos.- Empezó a moverlo lentamente rozándolo por sus esquinas, aunque aún no había entrado casi nada ya era mucho para el chico virgen.
- ¡Por favor!-
Su cuerpo estaba curvado al máximo y tensado tanto como podía pero Tadashi estaba demasiado hipnotizado por aquel extraño rostro. Sabía que detrás de todos aquellos gritos y suplicas lo estaba disfrutando y eso es lo que quería. Quería retorcerlo hasta que sacara de su interior ese placer.
- ¿Por qué haces esto?-
Preguntó entre dientes sin cambiar de posición. El sudor bañaba su rostro y aun no habían empezado o así lo quería el ojimiel.
No podía creer que aún se lo preguntase.
-Lo hago por que Tsukiko ya no está…- Sonrió levemente mirándolo con ojos idos de placer y locura.
- ¿Có..cómo que no está?-
El otro se agarró como pudo de las sabanas. Aun sentía retorcer ese miembro de plástico por su interior.
- Pues…- Paró el aparato. –Ella se pasó.-
No comprendió. Lo miró con miedo.
- Te menosprecio y te insulto tantas veces…ya no lo aguantaba más.-
- ¿Qué…qué quieres decir?-
- ¡Que la mate!-
Gritó desesperándose por los nervios de su compañero.
Kazuo se quedó en shock. Unas pequeñas lágrimas empezaron a brotar de sus ojos hasta convertirse en cascadas que bajaban hasta mojar las sabanas.
- Que has hecho…¿Por qué?-
Susurró casi sin voz.
- Ella te había despreciado tanto.. no.. no lo soporto Kazuo por que yo.. yo…-
- ¡Cállate!- Gritó de nuevo. Dejando de lado la tristeza para dejar pasar la rabia. -¿Te des cuenta de lo que has hecho?- Le miró con desprecio y odio, todo mojado en lágrimas. –¡Joder!- Se pusó a gritar como un desesperado.
- Basta…no grites…Kazuo.-
- ¿Cómo quieres que no grite? ¡Has matado a la persona que quiero!-
Su rostro se había ensombrecido. Sin decirle nada se abalanzó sobre él y lo beso con rabia, luego lo amordazo y volvió a besar de esa manera. No tenía ni idea de lo que él había sufrido durante ese tiempo y prefería mil veces esa situación a ver que la persona amada estaba con otra y más si esa era una autentica puta.
Había podido atraer su atención. Lo miró confundido y lloroso con la boca completamente sellada por ese pañuelo blanco.
- No tienes ni idea de lo que es sufrir por amor.- También empezó a llorar. -¡No tienes ni idea estúpido imbécil!-
Guardada en el mismo lugar donde antes había estado el vibrador otro objeto esperaba ser recogido por Tadashi, otro de largo y brillante, previamente límpido. Con delicadeza lo cogió entre sus dedos pulgar e índice y mientras acariciaba con suma posesión y perversión su pecho empezó a deslizar aquella lima sin apretar, dejando que esta se calentara con el calor del cuerpo humano.
- Lo siento…¡no puedo aguantar más esto dentro de mí!- Le gritó mientras la tomaba con más fuerza y clavaba la punta en la parte superior del pectoral del chico. El grito que soltó fue alto. Para cortar con ese arma se tenía se serrar con lo que el corte aún era más doloroso pero no tan profundo.
- ¡Me haces daño!-
Intentó decir sintiendo como si utilizara su pecho como si lo estuviera tatuando con un hierro cualquiera.
A pesar del los gritos y suplicas seguía impasible, concentrado en lo que hacía.
- Nunca pensé que una cosa así pasaría pero como puedes comprobar…estoy loco…-
Dijo mientras sonreía para sí mismo. “Estoy loco por ti.” Pensó. Unas grandes gotas en forma de lágrimas brotaron de sus ojos. Caían en su pecho y se teñían de rojo.
- Ahora sí que tienes motivos para gritar.- Sollozo mientras se le escapaban risas que ni el mismo comprendía…
Acarició la gran herida con su dedo índice, luego probó la sangre…
- Kazuo…yo…ya no puedo parar…-
El mencionado negó con la cabeza, sollozando e implorando perdón y que parara con sus ojos desorbitados y rojos de tanto llorar. Respiró agitadamente de miedo y dolor.
- No soporto verte así pero debo hacer que me aceptes porque yo…- Se calló. No podía decirlo. A pesar de todo no podía decirlo en voz alta.- …ya no volveré a llorar por ti…nunca más tendré que soportar esas palabras de mi hermana hacia ti, ya nadie dirá nada malo de ti…-
- ¿Sabes? Siempre me había imaginado que yo estaría debajo pero te daré el placer de ser el primero. Tienes que experimentar lo bien que se siente cuando eres amado de verdad.-
Con esas palabras Tadashi intentó diferenciar lo que era tener sexo a hacer el amor pues con su hermana habría sido simple sexo, al menos por parte de ella. Habría amado, no habría sido amando.
Empezó a intentar gritar de nuevo. Que volviera a la carga le asustó y más con esas palabras pero por más que se restregó contra las sabanas y movió con fuerza esas cuerdas formadas por pañuelos no se deshacían, aunque sentía que se habían alargado un poco. No quería ser violado, es más, aun no comprendía porque su mejor amigo le estaba haciendo aquello ni mucho menos porque había matado a su hermana.
- ¿Por qué no puedes disfrutarlo? Antes lo hacías…-
Lamió su pecho haciendo escocer las heridas, siguiendo con la masturbación, esta vez rozando ambos sexos. Los jadeos del activo resonaban por la habitación, ya no tenía que aguantarse nada. Y ya no tenía que preocuparse, por fin podía estar con él o así lo sentía. Se esforzaría para que aquello fuera inolvidable para él.
Sonrió al sentir como endurecía por sus caricias, aquello le daba confianza para seguir hacia delante. Se inclinó y empezó a besar su pecho, dando pequeñas lamidas en las heridas que el mismo había provocado, pasando varias veces por una parte de ellas, por uno de los nombres que había escrito. Fue bajando delicadamente hasta llegar donde antes se había parado y de nuevo lamió sus propios labios, sintiendo sabor a hierro. Esta vez no lo iba a dejar a medias. Con la punta de su lengua empezó a lamer su miembro, levanto sus caderas para poder tener a la vez acceso a su entrada. Kazuo movió su pelvis para que lo dejara pero no tenía mucha movilidad tampoco con lo cual solo se podía resignarse y seguir jadeando y gimiendo de frustración. No podía soportar todo aquello, prefería perder la conciencia pero parecía que la estimulación que le estaba dando era demasiado intensa como para que pudiera desmayarse por la pérdida de sangre y/o el dolor que le provocaba aquella cantidad de incisiones en su pecho.
Lamió y embadurnó todo su sexo y entrada jugueteando con sus dedos por aquellas zonas. Empezó a entrarlos, no iba a esperar mucho. Su gentileza iba a tener un límite a pesar de que a él le hubiera gustado poder seguir con aquello hasta hacerle correrse únicamente con sus lamidas pero sabía que no podía ser.
- Kazuo-kun… espero que estés preparado porque yo…estoy al límite…-
Le miró y vió como negaba y le miraba con clemencia pero el solo le contestó con una sonrisa entre burlona y ansiosa.
Tomó sus piernas y las alejó dando un mayor panorama de su virginidad. No tardo en empezar a entrar en él. Estaba tan estrecho y tan contraído que era prácticamente imposible.
- Relájate…-
Pidió aun siguiendo intentando entrar, rozando con deseo la punta de su duro miembro en su entrada.
- Si no lo haces yo… tendré que…-
Metió dos de sus dedos hasta el fondo y empezó a dilatar como pudo, rozando las paredes con sus yemas, moviéndolos con rudeza, aquello ya era insoportable para los dos.
- Kazuo…solo de pensarlo yo… - Rió nervioso. -Realmente me vuelvo loco… -No puedo aguantar más...-
Dijo con la voz distorsionada y la mirada totalmente cegada por la lujuria que recorría todo su cuerpo en se momento. Tanto tiempo, tantos deseos y fantasías, todo se iba a cumplir en ese mismo instante y él podría ver todo el amor que sentía por él y entonces lo aceptaría.
Saco sus dedos de golpe y antes de que se diera cuenta lo volvió a probar, esta vez empezó a entrar.
- Ahhh…Kazuo-kun...eres demasiado genial...-
Siguió introduciéndose lentamente. Su cuerpo ,por inercia, se inclinó hasta quedar mucho mas cecanos y empezó a acariciarle.
Por el otro lado con su lengua intentaba apartar la tela hasta conseguir desencajarla de sus labios a medias...-
- Por favor. No sigas te lo suplico.-
Pidió entre sollozos aunque su voz parecía estar llena de un sentimiento muy diferente al desagrado.
- No puedo más...dejarme ir...-
- Tranquilo… nos "iremos" muy pronto...estoy al máximo...-
Susurró siniestramente refiriéndose a que sus clímax estaban a la vuelta de la esquina… Empezó a moverse sin importar el que. Le hubiera seguido tocando de esa manera y mirando totalmente ido por su rostro y sus sonrojadas mejillas. No habría parado de amarle a pesar de que su hermana hubiera despertado de entre los muertos, la casa se estuviera derrumbando o el mismísimo mundo se fuera al garete. Ese era su momento, el de los dos. Sus voces se acompasaban, las embestidas de Tadashi aumentaban y el calor en sus cuerpos se volvía puro sudor, un perlado sudor que se entremezclaban con la sangre que ensuciaba ambos cuerpos. Kazuo ya se había rendido, se sentía incapaz de decir una palabra más. ¿Para qué? Lo que quería proteger ya había sido mancillado. Miraba a Tadashi con tristeza y con placer, porque lo sentía, no entendía porque perlo sentía y cada vez era mayor, sentía que junto a su amigo se iba a correr en cualquier momento aunque intentara retenerlo con todas sus fuerzas.
- Kazuo-kun…-
Repitió por enésima vez...le sonrió y empezó a masturbarle de nuevo, provocando un sobresalto mayor en el contrario. Ya faltaba poco, tan poco para decirle sus palabras de amor. Después de aquello ya no podría ocultárselo porque se lo había demostrado. Se lo iba a decir aunque aquello le cotara su vida. El momento había llegado, después de una profunda embestida llego al orgasmo en su interior y el otro entre gritos y sollozos llego igual de fuerte que él. Cayo rendido en su húmedo cuerpo.
-Te amo…- Susurro.- Te amo Ka…-
Fue imposible terminar la frase. Fue empujado de una forma brutal hacia fuera de la cama con tanta mala suerte que cayó encima del tocador, rompiendo el espejo y quedando lleno de pequeños fragmentos de el. Gimió de dolor. Llevo una mano en sus costados, la patada que le había dado seguramente le había costado un par de costillas rotas. Le costaba respirar. Podía notar el frío vidrio en su piel pero todo aquello no tenía comparación al dolor que sentía en su interior. Su respuesta había sido totalmente negativa, había rechazado sus sentimientos.
-Kazuo-kun…-
Sollozó mientras miraba como rápidamente se estaba desatando de pies y manos, pues durante todo aquel rato se había estado esforzando en zafarse de esas cuerdas que con tantos tirones y movimientos se habían aflojando lentamente.
-Ka..kazuo..- Se retorcía en el suelo… - Quiéreme…- Su voz sonaba tan desesperada que a cualquier persona le podría haber parecido la de un niño gritando por un abrazo de su madre muerta. –Quiere..- Repitió seguidamente de otro gemido de dolor.
Tosió dejando su boca llena de sangre.
Kazuo se puso en pie y subió sus pantalones, le miró por unos segundos. –Nunca te podre perdonar, maldito loco.- Después de aquello se fue corriendo con todas sus fuerzas, dejando atrás una gran parte de su vida.
No se movió de allí. Su cuerpo quedo tumbado en el suelo entre cristales rotos y botes de maquillaje y dulces perfumes derramados. Sus lágrimas se habían secado al igual que su alma. Cuando la policía fue a por él no opuso resistencia. Simplemente dejo que le leyeran sus derechos y lo tumbaran en una camilla de camino al hospital.
En otro de diferente ingresó Kazuo. Se miraba reflejado en un espejo observándose con tristeza y con asco. Sacó las gasas que tapaban las heridas que habían quedado grabadas en él, perfectamente en esas líneas se podían leer dos nombres, el suyo y el de Tadashi y los dos estaban debajo de su símbolo, un paraguas sencillamente dibujado con unas toscas líneas, estas más profundas que las otras. Nunca podría olvidar aquello. Nunca podría dejar de lado lo egoísta que había sido y el daño que le había hecho a su mejor amigo…tanto que lo había llevado a la locura. Una lágrima de arrepentimiento bajo por sus ojos y a la vez los dos se pedían perdón pues de los secos y cortados labios de Tasashi no podían salir otras palabras que no fueran disculpas hacia Kazuo desde el hospital psiquiátrico donde estaba ingresado.
Los días pasaron y el cuerpo de Kazuo sanó lo suficiente como para que pudiera salir a la calle. Su primer pensamiento fue ir a ver a Tsukiko y así lo hizo. Era la primera vez en su vida que iba por iniciativa propia a un cementerio. Con el llevaba dos rosas de color rojo. No tardó mucho en encontrar la lápida de la familia Sato. Estaba llena de ramas de incienso, recuerdos y notas. Intentaba aguantar las lágrimas. Le había dolido mucho no poder asistir a la ceremonia pero no se vóo capaz. Se sentía culpable. Se arrodilló delante de la lápida y rezó por ella varios minutos. Al abrir los ojos no pudo entender que encontrara aquello. Tomó entre sus manos una nota que ponía. “Te lo tienes bien merecido, pedazo de zorra.” Su primer pensamiento fue Tadashi pero no podía ser él ya que aún estaba ingresado y esa no era su letra. Arrugó con fuerza ese papel y miro el mármol blanco y negro.
-No sé si debería pedirte perdón pero igualmente lo hare. Perdóname.-
Beso con suavidad un pétalo de unas de las rosas y las dejo al lado de los jarrones de intenso incienso. Después de aquello se fue sin mirar atrás.
Si me hubiera dado cuenta de los sentimientos de Tadashi antes puede que todo esto no hubiera sucedido. Sintió sus ojos emborronarse mientras caminaba pero ¿Qué hubiera pasado con él? ¿Tantos años de amistad hubieran sido rotos por unas míseras palabras? Si se paraba a pensar en como lo trato al declararse seguramente la respuesta sería sí.
Apretó sus puños. Podía ser que en esos momentos estuviera destrozado por la muerte de Tsukiko pero lo superaría pero haber perdido para siempre a su mejor amigo, nunca, nunca lo podría superar porque después de lo sucedido el también había muerto con su hermana, no de cuerpo pero si de alma y él había sido el quien lo había matado.
Fin.
Ai ai gasa es el nombre que se le da al paraguas "del amor" Era el dibujo que los japoneses hacían cuando les gustaba una persona. Se tenian que poner los dos nombres debajo del paraguas.
Gracias por dedicar vuestro tiempo leyendo esto. Espero que os haya gustado.
¡vale! Era larga pero valió la pena. Está muy buena, y con una dedicada redacción. El final es el adecuado. Quizás lo podrias mejorar un poquito más, algún retoque, pero está muy buena. Te felicito.
ResponderEliminar¡Mierda! Bella, lamento mucho no haberla leído antes. Creí que sería larguiiiiisima como la de Max y Gabriel. Ha sido cortita y me ha gustado mucho ^^ Artistaza.
ResponderEliminarPD: Debo admitir que en algunas partes me quedé muy wtf... Para eso se necesita imaginación xDD