domingo, 13 de diciembre de 2009

Mi vida [Segunda parte]

Bueno después de mucho trabajo y golpes en mi cabeza tengo la segunda parte ^^.

Tengo que decir que no me gusta tanto como la primera. Trata exclusivamente de los sentimientos y dudas que tiene Gerard.


Espero que os guste.


Ah... y por cierto. Los dobles espacios y ** es que han pasado horas o un día.






Se encontraba en la entrada del edificio, apoyándose en la vieja pared con una mano en el pecho, no para notar los latidos de su corazón sino para impedir que este se saliera de su caja torácica.


Lo que había sentido ya no era vergüenza. El frío se había ido y había dado paso a un extraño calor que invadía su cuerpo haciendo que sus mejillas fueran de un intenso color rosado, casi rojo.


Sin darse cuenta ya estaba subiendo las escaleras de una en una. Su mente estaba colapsada a pesar de que quería reflexionar sobre lo que había pasado, su cabeza había estallado, los sucesos habían sido tantos que explotaron y destrozarón todo dejando su mente en blanco. Apareció otra vez ese sentimiento de frustración. ¿Por qué no podía pensar con claridad?


Sin anunciar su llegada se encerró en su cuarto, se tiró en la cama y cerró los ojos.




“Me ha llevado en brazos.” Recordó. Una inesperada sensación de eufória hizo que sus ojos se achinaran un poco y sus labios formaran una media sonrisa. Intentó recordar esa sensación de calidez y a la vez frío: el calor del pecho de Marc y la de sus piernas suspendidas en el aire chocando contra el helado viento de la noche. En su niñez casi nunca lo llevaron en brazos, solo cuando se lastimaba las rodillas o después de una larga caminata. El chico podía recordar como a veces corría rápidamente a posta para tener más posibilidades de caerse y rasparse las rodillas. Esa vez no había tenido que hacer nada para que lo trataran dulcemente , simplemente ser solo él mismo.


Había sido tratado y cuidado como un niño pequeño. Como una valiosa joya. Se había sentido de cierto modo especial, más especial que cuando sus padres dependieron economicamente de él.


En sus fosas nasales y su ropa aun residía el aroma del moreno, esa colónia fuerte pero no empalagosa, relajándolo y llevándolo al mundo de Morfeo.


Al día siguiente Gerard estaba ausente. Su mirada estaba fija en una parte de la tienda, en la que estaba Marc, quedaba atontado y maravillado por cada movimiento que hacía su compañero, el de sus manos al coger la ropa, al apartarse el lácio cabello de su ovalada y perfecta cara, sus pasos al caminar de un lado a otro del la tienda, su sonrisa siempre sincera enmarcada por unos labios prácticamente perfectos, ni muy gruesos, ni muy finos y hasta el movimiento de sus ojos, tan enigmáticos y a la vez dulces.
En esos momentos le parecía un extraño, se
ntía que no sabía nada de él. Creía que observándolo detenidamente podría llegar a aprender algo mas de ese chico que empezaba a interesarle de una extraña forma que aun no sabía o no quería clasificar. Pero por mas que lo miraba solo conseguía que su corazón latiera más rápido y acabar de confirmar que era un chico realmente atractivo.


Se sentía culpable de haber estado tanto tiempo en las nubes pero era algo que no podía evitar. ¿Cómo evitar una cosa si no sabes lo qué es?


Terminaron tarde. Las navidades hacían que la gente comprara mucho mas de lo habitual.


Gerard no paraba de maldecir el viento y el momento que decidió no coger los guantes.


Marc reía por lo bajo.




-¡Eh! No te rías...-Decía un poco sonrojado.


-Es que te ves muy gracioso y mas con la naricita tan roja, pareces un duendecillo.-


El mayor se paró y empezó a quitarse sus guantes. Se los cedió.


-Ten, devuélvemelos mañana. -Se los acercaba, como no, con una sonrisa.


-¿Y tu? -


-Yo estoy bien.-


Los aceptó. Pero en esos momentos sus manos ya no estaban tan frías.



Dentro de la habitación aun llevaba los guantes puestos. Eran suaves y negros, de lana fina pero gruesa, eran de la tienda, la “I” se podía ver en uno de los dedos, exactamente en el meñique. Le iban un pelín grandes pero no le eran incómodos, al contrario, le gustaban, pues le recordaban que Marc era muy amable y en su sonrisa.


Observando esos guantes, de repente, un sentimiento de decepción le invadía, hoy se había decepcionado a si mismo pero, ¿exactamente en qué? Una especie de opresión en el pecho empezó a dejarlo sin respiración. Se quitó los guantes y los tiró encima de la mesa que había sido el escritorio donde hubo un tiempo estudió. Se fue a cenar.



Como siguiera observándolo de esa menara se volvería una costumbre. Volvía a estar desconcentrado mirándolo como un bobo, aun sentía esa necesidad de saber mas cosas de él. Pero esta vez no pudo deleitarse como el día anterior ya que sus miradas se cruzaron.


Rápidamente giró la miradaa hacia en frente, hablándole a la chica que supuestamente estaba atendiendo. Diciéndole que lo que se vendía mas eran esos jerséis de esa otra estantería.


Tenía que arreglar pronto esa situación.




Esa noche volvió en bus.


Observaba por la ventanillas las calles iluminadas con esos ridículos adornos con un semblante triste, para nada a causa de la Navidad, el malgaste de dinero o simplemente el sentimiento de nostalgia hacia la falta de una familia verdaderamente feliz le molestaban pero era otra cosa lo que lo entristecía.


Otra vez el reflejo de su cara no le gustaba, le provocaba rabia. Decidió mirara al frente, en esos momentos no tenía muchas ganas de discutir consigo mismo.


La parada del bus estaba un poco lejos de su casa. En ese recorrido sus manos, sus orejas y sus dedos se helaron ya que de nuevo había olvidado sus grantes. Para ir a trabajar había aprovechado los de Marc, los quiso utilizar hasta el Último momento.


Esperándose al lado del portal, se encontraba él, apoyándose en la pared, desprendiendo cantidad de vaho de su boca, intentaba pasar el rato.


El rubio opto por ignorarlo.


-¿Qué te ha pasado? -Le preguntó cuando ya iba a cruzarle.


-Nada.-


-Creí que teníamos un trato.-


-Creo que ya no hace falta que me lleves mas, tengo suficiente dinero para pagarme el bus.-


Silencio.


-Pero a mi me gusta llevarte.-


-Pues a mi no me gusta que me lleves. -Utilizo el tono más borde que supo.- Estoy cansado de depender de ti.-


“Si, esto a estado bien.” Pensó. Había sido difícil pronunciar esas palabras. ¿Por qué había sido así con una persona que le trataba tan bien? Aunque por otra parte se sentía mejor. La cabeza le daba vueltas. Se sentía tan inestable, indeciso, extraño.... ¿Cómo se podía sentir alegría y tristeza a la vez? ¡Eso no era normal! El cuello le dolía a causa de su mala costumbre de respirar por la boca y le costaba tragar aire en esos momentos. Iba a caer como no saliera de allí.


-Haces mala cara. ¿Qué te pasa?-Le preguntó de nuevo tocándole su pálida mejilla.


-¡No me toques! No tienes derecho a tocarme. No eres ningún familiar ni nada parecido hacia mi.-


Salió corriendo a pesar de su vista un tanto borrosa. A los pocos escalones se cayó.


-Ni te atrevas a acercarte. En serio, vete.-


Marc estaba preocupado pero le hizo caso. Se fue, pero no sin antes mirar si ya se había levantado. Desde el coche ya no podía ver a nadie. Decepcionado se fue a su casa.




El agua le resbalaba por la cara, el mareo se le había pasado pero aun su corazón latía con fuerza. “Ningún familiar.” Esas palabras que había dicho sin sentido,en verdad, si lo tenían. Podía ser que lo que sentía por Marc era el amor fraternal hacia un hermano que nunca había tenido. Siempre había sido el menor así que solo podía dar, nunca recibir.


“Tiene que ser eso.” Gracias a esas palabras su angustia ceso, se refugió completamente en eso. Y como había hecho muchas veces antes ignoraría cualquier comentario de lo sucedido. Un nuevo día borraría todo lo pasado.
Y con eso pudo aparcar las dudas que tenía hacia su sexualidad y poder dormir sin el miedo de soñar otra vez con Marc, sin tener que sentirse mal después.


“Mañana sera un buen día” Fue lo que pensó antes de dormirse.




Se despertó feliz, animado por la promesa que se había hecho a él mismo antes de dormirse.


Como cada mañana se visito. Poniéndose unos jeans y una camiseta, esta vez se puso una que le había dado Fina, una de las pocas que le gustaban entre todos los diseños para chicos que había hecho, era de color marrón, y delante tenÍa un dibujo abstracto compuesto por unas lineas que daban vueltas sobre si mismas, nada mas. Toco el cristal de su ventana, estaba helado, la palma había quedado dibujada en ella. “Hoy no me dejare los guantes.”


Estaba solo en casa, su madre volvería por la noche y su hermana, como casi todos los días se pasaba las horas en casas de amigas. Ya sabía que su padre no estaría.


Hacía las cosas con toda la tranquilidad del mundo. Miró el reloj y se acordó. “Hoy no vendrá a buscarme...” Los ojos se le abrieron como platos, dejó la comida a medias y casi chocándose con la puerta entró en su habitación en busca de los guantes.


-¡Mierda! ¿¡Dónde están!?-


Tiraba la ropa de ese cajón por todos lados, y al final de este, estaban los guantes.


Se fue corriendo hacia la parada. El bus ya estaba allí. Tubo tiempo de subir, se sentó en el primer asiento que encontró libre. Desde que dejo el deporte por los resultados nulos que le daba no había ejercitado su cuerpo hasta ese momento. Tenía flato.



El sol de la tarde entraba a través de los vidrios del aparador. Hoy se iba a esmerar tanto como pudiese para compensar su torpeza de los días anteriores.
Estaba más encantador que nuca con las clientas y demás. Las caras satisfechas y sonrientes que le mostraban cuando se iban era su recompensa y el señal de que había hecho un buen trabajo.


Alguien le toco el hombro con el dedo. Una cara muy larga y de ojos verdes y fijos le empezó a hablar.


-Hoy puedes irte una hora antes, tenemos que cerrar por asuntos personales.-


-Ah.. vale.-


Se sintió vacío, toda esa felicidad acumulada durante esas horas se había esfumado solo en esas palabras y esa mirada. Había sido como si le tiraran un cubo de agua fría encima o como si le hubieran dado un fuerte y helado puñetazo en el estómago y a causa de eso lo hubiera vomitado todo.


Tan frío y sin vida. ¿Dónde había ido a para el brillo de sus ojos? Había muerto.


-Marc.-


Se giró.


-¿Qué te pasa? -Le preguntó con la mejor intención, como un buen compañero de trabajo que se preocupa por sus semejantes, al fin y al cabo era como su hermano, ¿no?


-¿Cómo se puede ser tan hipócrita? Lo miró con desprecio volteándose a la vez que se iba. Lo de antes no había sido nada a comparación con la mueca y la mirada que iban acompañadas con esas palabras.


Se quedó con la boca abierta. “Yo solo me preocupaba...” pensó.


No pudo seguir con la frescura del principio pero continuo con su trabajo.




***


“¿Y ahora que hago durante una hora?” Se preguntó mientras se ponía sus propios guantes, estos también eran negros pero gastados por el tiempo, no abrigaban tanto y tampoco eran de ningún tipo de marca.


Suspiró al pensar tenía que estar una hora sin saber que hacer. Odiaba estar aburrido. Inconscientemente volvió al parque del día en que le ofrecieron trabajo. Seguía igual, excepto porque los arboles ya no tenían hojas y estaban podados, totalmente desnudos ante el invierno.


Al estar inmóvil en ese viejo banco Gerard podía notar como el frío penetraba a través de su ropa hasta llegar dentro de su cuerpo, otorgándole una sensación de debilidad. “Que frío...ha sido Marc conmigo.” Se encogía todo lo que podía dentro del abrigo haciendo que su cara casi no fuera visible. Solo resaltaban sus ojos azules por encima de la prenda. Estos estaban llorosos, se iba a resfriar si no hacía nada. Decidió ir a tomarse un café con leche en el bar que había delante de la plaza.


El café cortado estaba dulce a causa de la gran cantidad de sobres que había diluido en el. Era agradable notar como ese líquido bajaba por su garganta calentándola. Pero no conseguía sacarse esa sensación de debilidad, seguía muy dentro de él, en su estómago.
Después de pagarlo salió de allí, la peste a tabaco era peor que el frío de afuera.


Su banco ya no estaba libre. Un chico estaba sentado en el. Parecía que también tenía frío. Su postura era similar a la de él cuando estaba sentado allí, pero en cambio el estaba sentado hacia delante curvando toda su columna, mirándose las manos envueltas también en guantes negros. Su semblante era triste. Esa persona era Marc.


Se quedó observándole, como había hecho en la tienda. Cuando se dió cuenta solo faltaban unos minutos para que el bus saliera. Se fue alejando mirando de vez en cuando al cuerpo inmóvil de Marc que seguía sentado en ese viejo banco, en el mismo semblante que el principio. Sintiendo que cada vez se alejaba mas de él sin hacer nada para evitarlo, mas bien provocando esa lejanía que en verdad no quería.




**


“Me he de haber resfriado.” Pensaba ya en su casa tapado desde arriba por mantas que había cogido de su armario. A pesar de la agradable suavidad de las telas no conseguía estas a gusto entre ellas. “Malditos nervios.” Ese era el nombre que le había puesto a esa extraña pelota que se le había formado en el estómago. Sus ojos, a pesar de que el ambiente ya no era frío aun estaban humedos, tanto que del rabillo del derecho salto una lágrima que fue rápidamente secada por el tejido de la manta. “Por culpa de Marc no he podido cumplir mi promesa.” De alguna manera u otra se lo haría pagar a ese chico. No podía permitir de ninguna manera que lo hiciera sentir de esa forma. Ni en esos momentos, ni nunca. Se volvió a quedar dormido antes de cenar. Si seguía así se iba a quedar en los huesos pero en realidad tampoco tenía hambre, dejo de tenerla desde que trabajaba.


***


“Hoy va a ser un mal día.” Esa fue su predicción. Tenía pensado hablar con Marc. Tenía que decirle que le pidiera perdón por acusarle de esa manera sin haberle hecho nada. Para ser solo una tontería parecía que eso le estaba afectando demasiado.


Se espero fuera de la tienda a que su madre y él terminaran de apagar las luces y cerrar las puertas. El primero en salir fue Marc.


-Ma...-


No le salía la voz, su corazón empezó a latir tan rápido. Pero el mayor lo vió y se quedo mirándolo, como diciéndole que qué hacía allí.


-Tengo que hablar contigo...-


-Hoy para cenar tengo... -Su madre salió de la tienda poniéndose la bufanda.


-Ve tirando ahora vengo.-


Fina se fue.


-Y bien.-


-Creo que me debes una disculpa.-


-¿Perdón?-


-No se porqué me dijiste eso y por eso me has molestado mucho.-


-Puede que te haya molestado tanto porque si lo sabes.-


-No. Sino no estaría aquí.-


-Lo siento pero no me voy a disculpar.-


-No pienso dejarte ir hasta que aclaremos todo esto.-


-Creo que tu eres el que necesita aclararse. -


Sabía que Marc tenía razón pero para él la verdad era demasiado dolorosa y difícil.


-Al menos dime porque te mosqueaste tanto...-


-¿En serio quieres saberlo?-


Se acercó un poco mas al ojiazul.


-En verdad no estoy enfadado. Lo que me pasaba estos días era otra cosa. -Se miraban a los ojos; Gerard impaciente por saber su respuesta y Marc simplemente por el placer y la atención que le estaban mostrando los del rubio.- Me moría de tristeza, creía que me odiabas. -


Sus caras estaban tan cerca la una de la otra, el espacio que había ido reduciendo el ojiverde sin que Gerard se diera cuenta cada vez era mas preocupante.


-¿Qué? ¿Por qué?-


-¿Aún tengo que decírtelo?-


El rubio aun seguía perdido en sus ojos sin darse cuenta de que el aliento de Marc ya le estaba golpeando la boca. Faltaban solo unos milímetros.


Marc se apartó.


-Me gustas. Por eso no soporte cuando me dijiste que me alejara de ti.-


-¿Y eso de que me sirve a mi?-


-Yo creía que tu...-


-¡No!-Se sintió ofendido.-Has creído mal y ahora si que veo que solo quieres...-


-¿En serio piensas eso?-


-Sabes.. soy yo el que me voy.-


-Ge...-


El rubio salió corriendo.


Las palabras que había dicho habían sido causadas por el miedo. Las utilizó para protegerse de todo lo que se le iba a a venir encima si no salía en esos momentos de allí, por eso salió corriendo. Gracias a la carrera pudó coger el bus que ya había llegado.


Por una vez la predicción que había dictado se cumplió a la perfección. Ese había sido uno de los peores días de su vida.


Habían sido demasiados días en los cuales las cosas le iban bien. Era imposible que esa buena racha durara tanto tiempo. Parecía que a ese rompecabezas le faltaran piezas y ya no pudiera continuar montandolo. Tenía que empezar otro. Mañana sería su último día en esa tienda. Después de sus palabras no se sentía capacitado para poder ignorarlo. Aun no era una persona suficientemente fuerte.


No se lo diría a sus padres hasta que tuviera otro trabajo.


Era extraño pensar que la primera persona que se le había declarado había sido un chico. ¿Pero por qué tenia la sensación de que se había equivocado..? ¿A caso tenía que hacerle entender a Marc de otra manera que no le interesaba? ¿O tendría que haber sido mas tolerante? ¿O simplemente por qué se preguntaba cosas que realmente no le importaban? Esa nueva etapa rara de sensaciones y sentimientos confusos le estaba sacando de sus casillas. Había entendido que ser adulto era un mundo de confusiones y dudas.


***


En el cristal del aparador había pegado desde la parte de dentro un papel que ponía “Se busca ayudante” escrito a mano, era la letra de Fina. En esos momentos sintió un gran rencor hacia Marc. ¿Cómo le podía haber hecho eso? No tenía a derecho a putear a la gente si no le corespondían y lo peor es que Fina había accedido a la petición de su hijo, con todo el trabajo que había hecho. Todas esos cosas son las que pensaba mientras de dirigía rápidamente hacia la dueña para pedir una explicación.


-¿Por qué me echas?-


-¿Qué?-


-No puedes echarme sin explicaciones.-


-Yo no te he echado.-


-¿Pues por qué esta ese papel en el aparador?-


-Marc ha dejado el trabajo. -Dijo decepcionada. -No se que le dijiste pero cuando volvió de hablar contigo dijo que lo dejaba. También me dijo que no te despidiera por la manera en la se iba y así lo haré.


En esos momentos se sentía como un idiota.


-¿Qué hará entonces?-


-Por ahora esta en casa.-


-No te sientas culpable de nada. Él es lo suficientemente grande para tomar sus decisiones. Si cree que es lo mejor para él. Debe ser así.-


Se sentía culpable, muy culpable. Sabía que Fina tenía razón pero no le importaba.


-Me podría dar la dirección de su casa, me gustaría hablar con Marc, otra vez.-


Fina hizo una expresión que el menor no pudo identificar.


-De acuerdo. Luego te la doy.-


-Gracias. Bueno veo que hay clientas, voy a atenderlas.-


No le parecía justo. Era él el que tenía que dimitir. Por eso iría a visitarlo después de trabajar. Y por fin le diría todo lo que pensaba y sabía que eso implicaba decirlo absolutamente todo. Que era él el que se contradecía, el que lo hacía todo más difícil, el que era gay.


Lo que había hecho, ese estúpido gesto le había hecho comprender tantas cosas. Pero la mas importante era que le quería. Lo sabía pero eso fue la gota que colmo el vaso, no era un amor fraternal ni mucho menos, al contrario, era amucho mas. Si quería hacer una nueva vida tenía que ser sincero consigo mismo y a pesar de que había decidido que después de eso igualmente dimitiría podría empezar una nueva vida, una verdadera y sincera nueva vida con todas las puertas, o casi todas abiertas.


Esas acciones tan contradictorias y locas eran las que mas amaba u odiaba de si mismo.


Se encontraba delante del piso en el que vivía Marc. A pesar de que creía que lo compartía con su familia no era así.


“Valor.” Era lo que se decía a él mismo una y otra vez para poder apretar el timbre del piso de Marc.


“Puede que no quiera abrirme.” Eso sería lo mas sensato y probable, así que espero a que alguien entrara para luego él aprovechar la puerta y colarse. Por suerte no tubo que esperarse mucho. Como en el edificio donde vivía él solo había escaleras. A veces las subía de una en una y de tanto en tanto dos de golpe. Vivía en el 4to piso.


Se encontraba delante de la puerta del piso. Respiró hondo. Preparo su indicie para tocar el timbre, dudo un par de veces pero a la tercera consiguió llegar hasta la conección que hacía que sonara. Ese maldito pitido lo puso mas nervioso pero no había vuelta atrás.


“Ya va.” Se escuchaba a lo lejos. Abrió totalmente la puerta dejando ver a un chico en pijama, despeinado y con grandes ojeras.


-Tu...¿qué haces aquí?-


-Yo...-


Gerard empezó a temblar, apretaba lo mas fuerte que podía sus puños pero le tiritaban los dientes y la voz no le salía.


Marc iba a cerrar la puerta.


-Es..pepeera. -Dijo Gerard impidiendo que la cerrarla con la mano.


-Escuchame por última vez ,por favor.-


Marc casi no lo entendió pero si el por favor. Le dejó pasar.


Se sentaron en los dos sofás individuales que tenía en la pequeña sala de estar. Uno estaba delante del otro.


-No tendrías que haberte ido. -Se coloca curvando la espalda, mirándose las manos, como hizo Marc en el parque.


-Necesitaba irme. Tenía, bueno, tengo que olvidarte de alguna forma. -Marc esta sentado normal pero miraba hacía la pantalla apagada de la tele, estaba un poco avergonzado de la situación.


-Yo tenía planeado irme también.-


-Creía que el trabajo era muy importante para ti. -Jugaba con el tapiz del sofá, hacía dibujitos con el dedo.


-Y lo es. Pero he llegado a la conclusión que mis sentimientos son mas importantes y no puedo vivir una vida si no los tengo bien ordenador y entendidos. He sido muy estúpido haciéndote y haciéndome todo esto. -Levantó un poco la mirada pero la bajó enseguida.


-¿Qué quieres decir? -Dejó de jugar, y le miró pero no lo enfocó.


-Que he mentido.-


Marc no contesto.-


-Creo que si no te hubiera mentido a ti, todo esto no estaría pasando pero por mi miedo lo hice.-


Siguió sin contestar.


Eso ponía mas nervioso a Gerard, parecía como si no le importara lo que estaba diciendo.


-¿Me estás escuchando? -Dijo un poco dolido cambiando de posición y poniéndose con la espalda mas recta.


-Sí...-


-Es que no sería capaz de repetir lo que te tengo que decir.-


Las manos le volvían a temblar. Entonces Marc se incorporo mas y le miró a los ojos.


-Bueno...yo...yo creo que...-Esas palabras le eran tan difíciles de pronunciar. Eran demasiado especiales para decirlas y tampoco sabía con que tono tenía que pronunciarlas ni nada.- Me gustas.


Gerard después de estas palabras se esperaba una buena ronda de de otras de insultantes por su egoísmo y cinismo pero a cambio solo obtuvo silencio. No reaccionaba.


“Esa es tu respuesta, y te entiendo.” Pensó levantándose del sillón par irse.


En verdad no se merecía mas que ese silencio o eso pensaba. Había perdido la oportunidad de poder ser querido por Marc.


Estaba delante de la puerta, girando el dorado pomo cuando unos brazos lo aprisionaron.


-No te mereces que te haga esto después de lo que has sufrido para llegar hasta aquí.


Unió su cabeza en su hombro.


-Marc... no me hagas esto maás difícil...-


-Quedate conmigo. Estate conmigo.-


-Pero no me merezco esto, después de todo. Solo quería que supieras la verdad.-


Las lagrimas ya salían.


-Y por eso mismo, ahora que se la verdad, quedate conmigo.-


Lo abrazó más fuerte.


-Intentalo, si en verdad lo sientes intentalo conmigo.-


Las fuerzas de Gerard se fueron y los dos acabando en el frío suelo de aquel piso.


-De acuerdo.-






Ocho paginas y media de lectura. No se si lo he sabio expresar bien o a sido estúpido o cursi o no se..


Ojala que me deis opinión los que leéis.




Tercera parte. Supongo que próximamente.


Ciaoo


2 comentarios:

  1. Que tonto que es Gerald -.- xD!

    Esta historia me ha gustado ^^, eso si, me ha gustado mas la primera parte, pero aun así esta genial ^^

    Sigue escribiendo !! x3

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  2. Hola!
    Muchas gracias por el comentario, a mí también me anima que comenten, ya sabes ;)
    Habilitaré la opción de seguidores para que puedas seguirlo, pero después los quitaré porque me baja la moral que solo haya 2 o asi x)
    Ya hablamos ^^

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