sábado, 9 de abril de 2011

Esclavo de tu amor [Cap. 2]

Géneros: Horror, romantico No recomendado para menores de 18 años Advertencias: Lemon, trios, sadomasoquismo, violación y gore Publicado 10/05/2010 No terminado Capítulo 2:

-¿A dónde vas?-

Le pregunté con un hilo de voz ya que volvía a notar las lamidas.

No contesto simplemente salió de esa estancia.

-No te vayas.-

Pretendía levantarme pero el mayor me lo impidió.

-No puedes irte hasta que no hayas sido mío una vez.-

-No, no quiero.-

Intentaba escurrirme de sus brazos pero era imposible, su fuerza era sobrehumana y cuando me volvió a morder como en la primera vez perdí toda la fuerza.





Cuando recobre los sentidos me encontraba estirado bocabajo. Encima de mí aun se encontraba Ragsiel embistiéndome lentamente.

-Magnifico. Ya has despertado.-

Tras esas palabras sus embestidas empezaron a ser más bruscas. Mi entrada árida, dolía, pero no estaba sufriendo, al contrario, disfrutaba cada vez más por cada embestida pero la tristeza que sentía en mi interior al no ser Alain quien me estaba poseyendo era más fuerte que todo ese bruto placer.

-No me creo que no te guste lo que te estoy haciendo.-

Decía roncamente.

-No pararé hasta hacerte gritar. Te lo advierto.-

Como si de un gato se tratase extendió sus uñas haciendo que crecieran varios centímetros. Las paso por mi espalda.

-¿Notas esto? Ahora también van a entrar en ti.-

Dibujando una sonrisa que no pude apreciar clavo esas finas dagas en mi espalda deslizándolas por toda su extensión.

-¡Ahhhh!-

Grite de dolor. Sentí como la sangre se deslizaba por mi espalda cayendo en el suelo.

-Me encanta la manera en que destaca este color rojo en tu pálida piel.-

Profundizando mas se encorvó hacia mi sin dejar de embestirme y empezó a lamer cada herida haciendo presión con la lengua.

Me mordí los labios, la sensación era demasiado intensa como para poderme reprimirme. Pronto empecé a gemir y gritar satisfaciéndolo causándole el clímax que lo hizo acabar dentro de mí con una gran descarga.

Después de aquello se fue dejándome completamente solo en ese oscuro lugar.



Cuando me desperté mi cuerpo no tenía ninguna herida pero seguía solo. Observe a mí alrededor. Aun seguía encima de esa alfombra tan peculiar y más allá había el sillón.

-Alain...-

¿Dónde estaba? Necesitaba verle. Necesitaba estar con él. Me levante y empecé a caminar saliendo de esa estancia. Volví a ver esa luz violeta. Me acerque a la piedra. Era un cristal enorme. Se encontraba en una gran cámara que daba al exterior. Aun no

me había dado cuenta de que a mí alrededor deambulaban esas personas. Me asuste durante unos segundos pero enseguida pude percatarme de que ni se habían dado cuanta de que estaba allí.

Sacudiendo mi cabeza para deshacerme de la embriagadez que me otorgaba ese cristal me aleje de ese lugar y empecé a buscarlo.

Alain, Alain, Alain... Empezaba a estar muy angustiado. ¿A caso había abandonado el lugar? ¿Me había abandonado a mí? Solo de pensar en esa opción me entraban ganas de llorar.

La angustia paso a rabia y la rabia a tristeza. No lo sentía, no lo veía, no lo olía. No estaba allí. No sabia que hacer.

La luz exterior hacía que mis ojos dolieran pero ese dolor me apaciguaba. Me acerqué a una pequeña salida que podía ver desde donde estaba. Por cada paso que daba el dolor era más intenso. Si él no estaba a mi lado no me importaba si mi piel se quemaba.

Casi pude tocar los rayos de sol con mis propias manos cuando otras ajenas procedentes del interior de la cueva me agarraron del cuello empujándome hasta dentro.

-¿¡Estas loco!?-

El empujón fue tan fuerte que hizo que chocara contra la pared de piedra golpeándome la cabeza. Empecé a sangrar.

Abrí un poco los ojos. Entre sangre y lágrimas no veía con claridad pero ese olor...ese olor era de Alain.

-¿Alain?-

Pregunte por él. Podía ser que mis sentidos me estuvieras fallando.

En pie delante de mí observándome el propietario del nombre me contesto un -¿Qué?- Más frío que sus propios ojos.

Me senté apoyándome en la piedra aun un poco aturdido por el golpe. Intente levantarme para acercarme a él pero perdí el equilibro. Mi mano fue a parar a unos milímetros de su zapato.

-Alain...-

Intente hacer trepar mis dedos desde ese punto de su cuerpo. Observaba de reojo como mis dedos subían por su pie.

-Basta.-

Soltó secamente. Me asuste y rápidamente deje de tocarlo sentándome otra vez. Temblando. Tenía miedo. Miedo de que me odiara.

No me atrevía a mirarlo pero sabia que el tenia sus ojos pegados en mi cuerpo. Y eso a pesar de todo me excitaba. No podía parar de temblar.

-¿A caso tienes frío?-

Preguntó rompiendo el silencio que se había formado haciendo que me estremeciera a causa del tono de su voz. Le respondí negando con mi aun sangrante cabeza.

-¿Pues por qué estas temblando?-

Mis temblores se duplicaron a causa de esa pregunta. No me atrevía a contestarle.

Rió. Se puso a mi nivel.

-Que yo sepa no te he comido la lengua-

Dijo cogiéndome del mentón.

-¿A caso quieres que te la coma y así tendrás motivos para no contestar a mis preguntas?-

Estaba tan cerca. Podía notar su aliento. Sus manos sobre mi piel. Sus ojos clavados en los míos. Pero seguía sin moverme a pesar de que me encontraba totalmente excitado.

-Respondeme.-

Esperaba una respuesta que nunca llegó.

-Realmente quieres que te coma la lengua.-

Con sus dedos apretó mis mejillas haciendo que abriera la boca para hacerme sacar la lengua. Salivaba como un perro. “¡Hazlo ya!” Pensaba. Miraba curioso como todo ese fluido le empapaba sus dedos. Pero entonces chascó su lengua y me dejo ir. Otra vez se alejaba de mí.

-Tendría que haber escogido que me devoraran definitivamente.-

Se detuvo.

-¿Y por qué dices eso?-

-Tu ignorancia es como mil puñales clavándose en mi corazón por eso deseo morir si no estas conmigo.-

Dije nervioso, lloroso, tímido.

-Me da igual que me trates mal pero llévame contigo.-

Me acerqué gateando un poco a él.

-Por favor.-

Se giró y otra vez clavó su mirada en mí. Yo cerré los ojos fuertemente.

-Seria un pésimo amo si dejara que te matases. Al fin y al cabo eres mi creación.-

Un dindineo de cadenas resonaron por la cueva y alrededor de mi cuello coloco un collar. Se trataba de una correa.

-Levántate.-

Ordeno a la vez que tiraba de la brillante cadena.

-¡Ag..!-

Me ahogue un poco pero su tirón hizo que me levantara de golpe.
Caminaba detrás de él a unos pocos metros de distancia de su cuerpo. Miraba al frente, decidido. No sabía donde nos dirigíamos.
Llegamos a otra cámara parecida a la primera en la que había estado pero esta tenía una especie de cama y un baúl al lado. La temperatura era mucho más baja que en cualquier otro sitio de la isla.

Me quede parado al lado de la entrada. El se sentó en la cama.

-Ven-

Me mando sin mirarme a la cara. Me acerque a él.

-Siéntate.-

Me senté en el suelo, al lado de la cama. Lo miraba. Esperaba la siguiente orden pero solo se puso a reír.

-Puede que seas de mi propiedad pero no eres un perro, siéntate en la cama.- “¿Entonces por que me pones cadenas?” Pensé. Me senté a su lado.

Estaba nervioso, me miraba las manos y respiraba más rápido de lo normal. Era imposible poder controlar mi cuerpo teniéndolo a mi lado, casi rozándolo. Era una situación muy incomoda.

-¿Tienes frío?-

Me preguntó. Yo aun iba desnudo. Negué con la cabeza. En esos momentos sentía de todo menos frío.

Acaricio mi mejilla.

-Es verdad, tu cuerpo se mantiene caliente.-

Mi corazón iba a salirse del pecho y seguía así. Como cualquier perro que es fiel a su amo me estire en la cama totalmente dispuesto a todo. La cadena se quedo encima de mi vientre. Jadee al sentir ese frío metal.

Mi agitada respiración era lo único que se escuchaba en ese frío lugar y él no hacia nada. Ni me había mirado. Seguía en la misma posición. Parecía totalmente sumergido en sus pensamientos.

A pesar de que sentía que lo tenía que obedecer mi tolerancia llegaba a un límite. Y si me iba a ignorar todo el rato, yo a pesar de que iba a sufrirlo mas que él también lo iba a hacer..

-Es verdad, no soy un perro. Soy menos que eso.-

Entonces me miro. Me puse de lado dándole la espalda abrazándome un poco a mi mismo. Empezaba a sentir un poco de frío.

-¿Te hago sentir así?-

Se movía hacia mi. Hacía crujir los muelles de la cama. Pasó uno de sus dedos desde el nacimiento hasta el final de mi espalda.

-Ah...-

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Se me erizó la piel. No me giré ni contesté a pesar de que me moría de ganas de morderle ese dedo.

-Me estas dando tu culo. ¿A caso quieres que entre en ti de golpe? –

Me preguntó pegando su cuerpo al mío y acariciando lo mencionado. Adoraba sus caricias pero tenía que ser fuerte y aguantar. Me giré dándole la cara pero mantuve como pude la distancia.

-¿Eso a sido una negativa?-

Dijo sonriendo.

-¿A caso no estabas deseoso de que te follara hace unos minutos?-

Siseaba mientras se acercaba a mi sudoroso cuerpo otra vez.

-No...No me voy a dejar.-

Hasta esas palabras me dolían pero así iba a ser.

-Eso no te lo crees ni tú.-

Se abalanzó quedado encima de mí, aprisionándome las muñecas hasta hacerme daño. Forcejeaba pero era inútil.

-Ya puedes decir lo que quieras que tu cuerpo pide otra cosa. Estas mas duro que yo y aun no he hecho nada.-

-Déjame.-

Los movimientos que había empezado hacer encima de mi pelvis eran demasiado sexys y no podía evitar soltar leves gemidos ya que todo su peso caía sobre mi erección.

-Bas-ta.-

Como no hiciera algo iba a perder ante él. Alce mis brazos e intente empujarlo para que bajase de mi cuerpo pero no tenia fuerzas. Ni lo moví.. Siguió mareándome y estimulándome con sus movimientos. Mis acciones no servían de nada, al menos las de mi cuerpo.

-¿Por qué lo haces si no tienes ganas?-

Esa era la verdad. Sus ojos no mostraban nada, su cuerpo no reflejaba nada.

-No voy a dejarte así ¿no crees?-

Lamió mi mejilla.

-Lo prefiero.-

Dije mirándole a los ojos.

-No pienso hacer nada contigo hasta que tu no lo desees.-

Aproveche su confusión para escaparme de él. Cogí la sabana para tapar mi cuerpo. Se levanto y se fue.

Aproveché esa soledad para poder tranquilizarme pero a pesar de que esa habitación era fría su olor estaba impregnado en ella. No podía tranquilizarme de ningún modo a no ser que descargara todo ese deseo. No quería tocarme pero era la única manera de poder regresar a mi normalidad.

Me escondí en un rincón del cuarto y cerrando los ojos con una de mis manos empecé a masajear la punta de mi miembro. Me puse la sabana en la boca para no dejar ir ningún sonido y entonces empecé a frotarme cogiendo rapidez enseguida. Notaba como mis colmillos creían y desgarraban esa ropa gastada.

-Mnn-

Respire hondo e intente acabar lo mas pronto posible.

-Vaya.-

Soltó un poco divertido.

Di un salto, me asusté y a la vez me vine al oír su voz. Me tiró la ropa encima.

-Vístete. Espero que esta orden si la obedezcas.-

Se quedo esperando.

La ropa que me había dado era vieja. Un poco rota pero en mejor estado que la que traía antes. Se trataba de una camisa “blanca” y unos pantalones azul un poco pegados a la pierna.

Cuando vio que estaba vestido cogió otra vez la correa y empezó a tirar de ella. Sin más remedio tuve que avanzar y seguir sus pasos. Entramos por una especie de pasadizos que parecía que descendía a una gruta dentro de la cueva. Había mucha humedad, el olor era a tierra y solo estaba iluminado por antorchas que parecía que en cualquier momento tuvieran que apagarse. Después de caminar durante unos minutos se paro delante de una especie de puerta hecha de madera, la cual abrió y de un empujón me tiro dentro de la habitación que guardaba.

-Estarás aquí dentro hasta que a mi me apetezca.-

Después de eso se fue.

Continuará...

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